La yunta ‘arraya’ y el millo crece en tierras de Neno

A Venancio Suárez lo conocen en San Fernando de Moya por Neno y a la finca donde trabaja sus tierras “la finca de Neno”. Aquí crece el millo frondoso con el que su mujer tuesta el grano para hacer gofio; un millo que creció sobre una tierra húmeda donde la yunta rayó el surco de las papas. [En PELLAGOFIO nº 35 (1ª época, noviembre 2007)].
Por YURI MILLARES
Venancio Suárez Montesdeoca, agricultor y criador de vacas de la tierra señala a su finca, entre los lindes de San Fernando y Corvo, y dice que nunca le ha puesto nombre. “Los demás dicen ‘la finca de Neno”, reconoce. “Yo pensé en ponerle finca El Brezalete”, añade, pero nunca lo puso en práctica y ahora, en realidad, ya no es suya: la acaba de vender a gente más joven que la va a seguir manteniendo en producción y eso le alegra. Neno, el diminutivo de Venancio por el que lo conocen quienes lo tratan, es un verdadero sabio de la tierra, alguien que atesora conocimientos sobre los usos de la tierra, las labores del campo y, en especial, el trabajo con yuntas y la cría de las conocidas como vacas de la tierra.
“De antiguo –dice– esto era la finca Manolo Sosa. Yo la conocí de niño así, porque era el medianero que estaba aquí. Entonces decían la finca de Manolo Sosa; la finca de Manuel García que era la otra de allá; la finca de los González al lado”. Y dentro de la finca están La Cañada, Delante Los Alpendres, Hoyeta los Perales, Delante de la Casa. Nombres con los que identificar lugares a quienes aquí trabajan.
«De bañarme en los estanques de las cuevas, a los 14 años cogí como un enfriamiento y de vez en cuando me quedaba medio asfixiado»NENO SUÁREZ, criador de vacas de la tierra

“Yo no me habría marchado de aquí porque siempre me ha gustado esto. Pero tenía como un catarro de bañarme en los estanques de las cuevas (es que aquí arriba nosotros no teníamos medio de ir a la playa [y nos bañábamos] en nacientes y en cuevas; ¡estaba fría como el diablo!). A los 14 años cogí como un enfriamiento y de vez en cuando me quedaba medio asfixiado, medio fatigado. Entonces cuando todos mis hermanos se casaron y yo me quedé solo, no podía llevar la leche a la carretera y mi madre no podía hacer ya el queso. Por eso cambié, porque si no, no hubiera cambiado. Después ese catarro asmático a los 20 años, con 34 años, ya se me quitó”. Pero con su vida hecha ya en la tienda siguió allí, aunque cada vez más en contacto con el campo: compraba verduras y hortalizas que llevaba a vender al mercado y un día, con 50 años, volvió para quedarse.
«Mi madre hacía queso de media flor y el quesero que se lo compraba iba a venderlo a Tenerife. Porque no todo el mundo hacía y en Tenerife se vendía más caro»NENO SUÁREZ
Sus padres tuvieron 10 hijos “y todos escapamos y vivimos de eso”, relata mirando a sus vacas en el alpendre. “Mi madre hacía queso de media flor y el quesero que se lo compraba iba a venderlo a Tenerife. Porque no todo el mundo hacía y en Tenerife se vendía más caro”. Un queso de leche de vaca mezclada con algo de cabra “que dicen que hacía buena liga con la leche de vaca”.

FOTO Y. M.
Más de veinte años lleva, pues, de nuevo entre las tierras y criando vacas de la tierra que emplea como yuntas para arar y surcar. Este verano, sin embargo, sus yuntas trabajaron por última vez en la finca. Unas yuntas que tiene enseñadas para trabajar. En febrero aró para plantar papas en los surcos que iba dejando el arado. A finales de junio fue a cogerlas, “se dice arrayar* las papas –explica–, rayar el surco con el arado, y se van echando las papas para atrás”. Sabe que están para coger “porque la rama está ya grande-grande y se va haciendo chica (es como uno, que se va haciendo más chico también) y pegan* a ponerse amarillosas”. Y a la vez que arraya, que va cogiendo los papas, aprovecha la humedad y sobre la marcha siembra el millo antes de que se vaya la humedad de la tierra. “A veces lo echo a la mano; a veces echándolas a chorro delante de las vacas que van tapando y haciendo un nuevo surco”.
■ Este reportaje tiene una segunda parte sobre las vacas y toros de Neno, y cuál es la razón de los nombres que les pone, titulada “Perrillo o toro, sin maltrato no hay qué temer” ● |
La primera vaca forastera
Siempre entre vacas de la tierra, la primera vez que Venancio Suárez vio un ejemplar de raza importada fue a finales de los años 50 del siglo XX, justo después de acabar el cuartel. “Se la dieron a don Fernando Delgado, un hermano del [anterior] dueño de esta finca, un novillo que entregó el Cabildo para sacar cría y cuando las vacas se ponían en celo iba allá el que quería hacer cruces”.
Su hermano mayor llevó una “y salió una hija buenísima de leche. Daba doble de leche que las demás; entonces mi hermano vendía la leche y siguió sacando porque le interesaba”. Neno sigue prefiriendo las de la tierra: “Para queso siempre son mejor. Da más queso. A lo mejor 12 litros de leche de estas vacas dan tanto queso como 15 de las otras”.
*VOCABULARIO arrayar. Con varios significados, aquí sería surcar con la yunta. También se emplea para “anotar tantos en el juego de la baraja” con la expresión “arráyate un millo”, frase ésta igualmente usada para dar la razón a alguien (citado en Tesoro lexicográfico del español de Canarias). pegar. “Modismo generalizado en el pueblo y que significa empezar, acometer una obra o tarea. (…) Por ejemplo, “pegar a trabajar”. (…). Muchachos, le dice el capataz a los peones, después del descanso: Vamos a pegar” (Agustín Millares Cubas, Cómo hablan los canarios) ● |