Los años «pesan», dice Mito, pero a diario nada, pedalea y conversa
En El Hierro, un nonagenario muy activo en Tamaduste

«La gente cuando llega a cansarse de la vida necesita descansar, porque ha luchado mucho y ha visto muchos atropellos», explica Mito, herreño que ha sido puntal de lucha canaria, pescador de caña, constructor de hornos, se zambulle a diario a mar abierto y recita décimas que crea y no escribe. [En PELLAGOFIO nº 115 (2ª época, febrero 2023)].
Por YURI MILLARES
Guillermo Quintero es «un amante de las tradiciones canarias, y de El Hierro en particular. Como curiosidad les diré que aún guarda entre sus documentos los planos de un horno tradicional patentado por él con todas las medidas, entre ellas las del tiro de la chimenea para que no ahúme y guarde el calor al máximo. Mito —como es conocido— está igualmente comprometido con el rescate y mantenimiento del lenguaje del silbo herreño del que es practicante. Todo ello le mantiene activo y con ganas de vivir, aunque a veces me comenta que los años le pesan mucho», escribió Raúl Álamo en una breve semblanza de este herreño singular cuando cumplió los 90 en diciembre de 2022.
Unos meses antes tuve la oportunidad de conversar y, sobre todo, escuchar sus vivencias sentados en la terraza de su casa en Tamaduste, donde nos presentó una amiga común, Sabine Willmann. «Sabine se ha hecho herreña y ha hecho mucho por nuestra isla de El Hierro. Si muchos herreños y herreñas fueran como es ella, la isla estaría de otra manera», me decía, aquella tarde, de esta alemana afincada y comprometida con la Isla del Meridiano.
Ciertamente, a Mito le pesan los años. «Antes era burros, yeguas, caballos, mulos y arrieros, hoy es guaguas, camiones, coches, motos y choferes», compara el pasado y el presente de una isla que no se parece hoy a la que conoció de niño. Más aún, no deja de contar vecinos del pueblo de Tamaduste, donde vive, y de viejas fotos que cuelgan de la pared de su casa, sin que repita, tras nombrar personas, «está muerto, está muerto… ¿Sabes lo que es contar ciento y pico personas que yo traté aquí en el Tamaduste todos muertos?».
«El dos de diciembre cumplo 90 años, por eso ya me estoy cansando de vivir. La vida cansa», me decía en aquel encuentro mientras tomábamos una infusión de hierbas que preparó. «Cuando cazaba, pescaba, luchaba en la lucha canaria —como puntal* fueron «históricas sus revoleadas*», señala Álamo— y trabajaba en la construcción me distraía; pero ahora que no hago nada, se me hace larga la vida».
Pero en realidad, el día a día de Mito está impregnado de la vitalidad que siempre ha tenido: a diario aún conduce y sube hasta Valverde en busca de conversa, nada en el Atlántico llegando el mediodía «en La Caleta, pero en el mar, no en las piscinas» y también es fácil verlo pedalear en algún momento del día por Tamaduste. «Después de que me pusieron la prótesis en la rodilla no voy a pescar, porque no me aguanta bien y tengo miedo a caerme», añade.
«Nací en 1932 y me inscribieron en el 34, me apuntaron dos años antes de la guerra. Tengo una historia muy larga y a veces no me gusta ni contarla. Mi madre no estaba casada y en un litigio de amores nací yo. A mi padre lo llevaron para Fyffes preso, estuvo años encerrado, y mi tío José Padrón Machín estuvo huyendo por toda la isla, escondiéndose en cuevas junto a varios más porque los iban a matar los falangistas. Así que aquí quedaron mujeres, viejos y niños; los demás se los llevaron, unos al frente a morir allí y otros en Fyffes. Y a otros le daban la ley del saco: los sacaban a medianoche para fuera y los tiraban con los sacos cerrados. Eso fue un atropello en masa, a esta pobre isla la castigaron mucho; a todas las islas, pero a esta más porque era la más pequeña».
Su vida y la multitud de anécdotas y datos que salpican sus relatos de la vida cotidiana en esta isla dan para escribir un libro, y aún se podría que escribir otro para recoger sus décimas… que no escribe, sólo memoriza y recita. «Hice muchas poesías, ¿no le digo que José Padrón Machín, el cronista de la isla, insistía? “Mito, hay que escribir esas poesías”. Nunca quise escribirlas». María Mérida también se lo dijo, sin éxito. Sólo un cura consiguió que le escribiera unos versos…
De esas vivencias y esas décimas trataremos en la próxima entrega de esta Historia Oral.

La inspiración de una décima, en la sotana del cura
MITO:
«Antes los curas tenían sotana; ahora no, van vestidos de lujo…»
«Mi tío José Padrón Machín quería grabar las poesías mías, que yo tenía muchas. Mi hermana Juanita tenía un libro de poesías mías. Y un cura que había [en Valverde] que se llamaba Armando: “Mito, hazme algo a mí”. Digo, bueno, vamos a ver si le encontramos una décima. Y se me ocurrió, porque como las cosas del pintor o del escultor… tiene que surgir y aquel día yo estaba trabajando, quitando una puerta y cerrándola porque entraba mucho viento en la iglesia de la Concepción, y la gente se quejaba de que por ahí entraba mucho frío», explica.
En eso vio acercarse al cura a donde estaba trabajando con esa puerta y llegó la inspiración. «Antes los curas tenían sotana; ahora no, van vestidos de lujo…», ríe.
Como negro es mi camino,
vestido de negro voy,
y así como negro soy
así es negro mi destino.
Negro me denomino
porque negra es mi ilusión,
negro es mi corazón
y negra es mi suerte,
y como negra es la muerte
negros mis pasos son.
«¡Oh qué bonito!, vamos a escribir eso», le dijo el cura embutido en su sotana. «No, no —respondía Mito— y al final me lo hizo escribir y se lo llevó en el bolsillo. Una décima que surgió así, de [repente]. Y de cosas así hacía yo muchas décimas».
*VOCABULARIO puntal. «En la lucha canaria (…) el “puntal” es el luchador o jugador favorito donde se apoya toda la confianza de un equipo», cita a Orlando García Ramos (Voces y frases de las Islas Canarias) el Tesoro lexicográfico del español de Canarias.revoleada o revoliada. «Suerte de la lucha canaria mediante la cual se ataca al rival alzándolo del suelo y poniéndolo a hacer tornos o giros, hasta oponerle finalmente una cadera donde está inclinado para dar con él en la arena» (Pancho Guerra, Obras Completas, t. III, “Léxico de Gran Canaria”) ● |