Historia Oral

Los versos de Domingo de León, cuartetas de la vida

Oficios del mundo rural / Agricultor, ganadero y poeta improvisador

José Domingo de León fue un poeta improvisador de versos de prodigiosa memoria. Sus tardes de pastoreo por el «malpei» del volcán de la Corona le daban mucho tiempo para pensar. Y componer. No sabía leer, pero las cuartetas asonantadas que creaba de cabeza las memorizaba sin problema. Una de esas tardes lo acompañé. [En PELLAGOFIO nº 117 (2ª época, abril 2023)].

Por YURI MILLARES

La cita con José Domingo de León Dorta (1930-2016) tuvo lugar en Órzola (Lanzarote) el 31 de marzo de 2000. Era mediodía y estaba acabando de ordeñar las pocas cabras que entonces, con 73 años, todavía tenía. Con el cachorro en la cabeza, se pone a caminar con la lata (el palo o lanza de los pastores de la isla) «y la mochilla* con la comida para comer en el campo, zurrones, gofio y todo lo que haga falta», respondió a mi curiosidad.

Y para andar «sobre piedras y esrebalando», decía, calzaba unas alpargatas que se fabricaba el mismo: «unas soletas*». De suela de goma y tiras de piel, «se llegó a usar de cuero de camello, pero eso no aguantaba nada», explica caminando con unas que se había hecho «en el mes de septiembre del año pasado» y a las que dedicó uno de sus poemas.

Lo que su ágil mente inventa con multitud de historias reales es una poesía de carácter popular muy antigua, similar al romance

Caminando en dirección al volcán de la Corona con la mochilla y la lata. | FOTO Y. MILLARES

Aquí varias las personas
me miran atravesado
porque les veo la inclinación
de fijarse pal calzado.

Toda la cosa que es típica
siempre llama la atención
y por eso mi calzado
les causa admiración.

Este es el calzado más aparente
que yo he podido encontrar
y pal trabajo que yo tengo
bien lo puedo llevar.

«Lo que su ágil mente inventa con multitud de historias reales diferentes son cuartetas asonantadas: poemas compuestos por estrofas de cuatro versos con tendencia octosilábica y rima en los pares que no siempre es consonante, una poesía de carácter popular muy antigua, similar al romance», escribí entonces.

En otro de sus poemas, en este caso para el homenaje dedicado al tocador Celestino Arráez, comienza explicando, precisamente, su habilidad creadora y de memorización.

A mí no me hace falta papel
pa contar una poesía
porque yo la llevo escrita
en la memoria mía.

«Muchas de las historias me lo dicen y lo intento», detalla. Como en este caso. Pero por lo general son sus propias vivencias las que nutren las historias que recitaba. «Esos poemas improvisados hay quien los dice leídos, pero yo no. Una cosa que esté escrita todo el que sabe leer la cuenta, pero el truco donde está es así, a la cabeza, a la memoria. Algunos los han escrito en mi familia. Pero yo no, porque no sé leer».

Me hace un gesto para que le haga sitio, mientras mira a donde apunta con el regatón. «Es que yo acostumbro a clavar la lata aquí», dice

Me hace un gesto para que le haga sitio, mientras mira a un punto en el suelo a donde apunta con el regatón. «Es que yo acostumbro a clavar la lata aquí», dice y, en efecto, la clava cuando me aparto. Hemos llegado a una pila, de donde saca unos baldes de agua. Los vierte sobre un dornajo para sus cabras.

Para la comida que hace por el camino toma la leche de la única cabra que no ha ordeñado en el corral, antes de salir. «Sí, esa cabra la dejo yo y cuando me dan ganas de comer, la ordeño y como —la busca con la mirada, pero no la ve—. Ahora mismo bebió en el balde y estará echada pa allí.». Siempre es la misma, una berrenda bermeja que ordeña directamente en el zurrón, donde después añade el gofio. «Está ya acostumbrada a que la ordeñe por el camino. Todas-todas no son aparentes para ordeñarlas en el campo. Algunas ni se dejan coger, otras si ve que el ganado se va alejando ya no está conforme y quiere dirse. Pero esta cabra es más noble».

Tenía su propio truco para que las cabras se estuvieran quietas: les amarraba una pata a su mulso. «Pega uno a calentarse la sangre, si está uno ordeñando y de repente da un jalón y se va»

Durante el ordeño en el corral vi que tenía su propio truco para que las cabras se estuvieran quietas: les amarraba una pata a su mulso con un cordel. «Es que hay dos o tres que tienen la costumbre: uno las está ordeñando y a mitad de leche dan un trecho y salen juyendo. Y hay que dirlas a buscar otra vez. Y yo me viré y dije: pues como no se van es así. Está ella más tranquila y yo también. De la otra forma pega uno a calentarse la sangre, si está uno ordeñando y de repente da un jalón y se va. Así está quieta».

Calzando sus soletas, Domingo de León lava el tofio (en Lanzarote pronuncian ‘tohio’), el recipiente para ordeñar. | FOTO Y. MILLARES

Agricultor, además de ganadero, a pesar de ser de un pueblo como Órzola también de pescadores, «yo no ha sido amigo de la pesca, no… Y ahora por la pesca, también saqué una historia. Coño, que fueron a pescar donde llaman Caletón de Jorge y gracias que había uno que sabía nadar. Si no, se pierden. La suerte fue esa. Dejaron el barco grande fondeado en la mar y ellos saltaron a tierra en un botito. Pero el bote era de poca confianza. Cuando de tierra fueron al otro barco, un padre, un hijo y un hermano del padre, más el pescado que cogieron, yo no sé si la mar comenzó a ponerse media más mala, que el barco no pudo con ellos y traspuso. Son unas cuantas palabras…», relata. Nada menos que 21 cuartetas. La última dice:

Y pa yo pescar en un bote
no me vuelvan a convidar
para eso pesco en el muelle
y de allí me voy a acostar.

■ HABLAR CANARIO
Para el millo y los garbanzos, mejor tanganilla que plantón

DOMINGO DE LEÓN:
«Dos o tres chubascos al año y sale hierba buena, trébol, hierba ‘múa’, madre turma, picocuervo»

Mientras caminamos detrás de las cabras, Domingo de León señala lo que cultiva «por encima de los arenados esos. Una gavia de millo y mitad de garbanzos en otra. Eso es plantado a la tanganilla*. Se avanza doble que plantando, lo que las semillas salen más espesas. Pero sabiendo trabajar… Oh, plantando al plantón es mucha la dilatancia, lleva más trabajo». La planta de uno y otros se aprovecha para las cabras. «El millo da palotes, los garbanzos dan paja. Mira allí, aquellos montones son de lentejas. Esto aquí son chícharos, aquel pedazo de allá judías, esto de arriba millo y así».

Durante el pastoreo de cada tarde también se alimentan «tirando unas mordidas a eso que llamamos mato. Yo no sé en Las Palmas, pero aquí ya no está por llover más que dos o tres chubascos al año». Entonces sí, «sale hierba buena. Sale flor ancha, trébol y muchas cosas más: hierba múa [muda], madre turma, alfinelejo, picocuervo, ¡son tantas las clases que hay de hierba! Pero el resto del año poco hay. Ha habido años que ni apenas queda verde una ladera de esas. Este año comenzó a verdeguear más, pero con la misma se fue».

*VOCABULARIO
mochilla. «Talega de tela (…). Morral del pastor» (Tesoro lexicográfico del español de Canarias).

soleta. En Lanzarote y Fuerteventura, «calzado de correas (…). Abarcas» (Tesoro…).

tanganilla. «Especie de arado provisto de un tubo, por el que se echa la semilla al tiempo que se va abriendo el surco. Se emplea sobre todo en la siembra de cereales [en Lanzarote y Fuerteventura]. Con la tanganilla sembraban la gavia en la mitad de tiempo» (Diccionario básico de canarismos).

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