Nombres de cabra son Cuervina, Vistosa y hasta Chilindrina

Ganaderos y pastores conocen a cada una de las cabras de sus rebaños. Durante el ordeño es cuando, enseguida, echan en falta a la que no ha llegado. Las identifican por sus colores y otros detalles (cuernos, orejas, etc.), pero en la isla de La Palma, además, usan curiosos nombres de cabra. [En PELLAGOFIO nº73 (2ª época, marzo 2019)].
Por YURI MILLARES
Después de 22 años visitando y conociendo a muchos ganaderos palmeros, no deja de llamarme la atención que no importa el número de cabras de la manada, pueden ser seis o sesenta, les gusta ponerles nombre, que eligen por muy variadas razones. Algunos de esos pastores y cabreros que visité entonces eran padres de niños que, transcurridas dos décadas, son el relevo generacional de un oficio sacrificado en el que perviven usos y tradiciones que se transmiten de generación a generación.

A Jorge Luis Rodríguez lo conocí una mañana de octubre de 1998 que estaba ordeñando a sus cabras en el barranco de Gallegos, en el municipio de Barlovento.
“Las tengo igual que antes, sueltas al campo, a ordeñar y después al campo otra vez. Las cambio de pastos, como ahora que desde que venga el verde a la costa me las llevo para la Fajana, a Barlovento. En la época que no estoy para la costa tiro para aquí, al monte, que es donde puedo encontrar comida”. Todo depende de cómo y cuándo lleguen las lluvias. “A la costa en invierno, si llueve”, dice, aunque a las cabras no les gusta mojarse. “La cabra es de sol, de calor, desde que le cae agua en las orejas la ves enseguida buscando dónde meterse”.
«Los sueros se llevaban en cueros de cabra, odres, que los llevaban casi siempre las mujeres por un camino malísimo, que no sé cómo caminaban con aquello en la cabeza y sin agarrarse»JORGE L. RODRÍGUEZ
Hacía Jorge entonces un queso al día, “de 10 kilos o una cosa así”, en su caso sin ahumar. “Ahumados son más bien los quesos pequeñitos para las tiendas, pero éstos, que son para embarcarlos, van al aire. El mío lo mandan para Las Palmas”, me decía. De niño ya ayudaba a su padre, que ordeñaba en una cueva. “Allí se hacía todo. Los sueros se llevaban en cueros de cabra, odres, que los llevaban casi siempre las mujeres por un camino malísimo, que no sé cómo caminaban con aquello en la cabeza y sin agarrarse. Y los quesos los llevaban los hombres al hombro. No había otra forma, ni carretera ni nada”.
«Tengo una niña de diez años que sabe los nombres de todas las cabras, hay una que le puso ‘Chilindrina»JORGE L. RODRÍGUEZ
No dejé de preguntarle si le ponía nombre a sus cabras. “Sí, todas tienen su nombre”, respondió, y los elige “por muchas cosas, por la forma… Tengo una niña de diez años que se los sabe todos. Hay una que ella viene y se acuesta en una bolsa y la cabra se acuesta al lado de ella. Le puso Chilindrina”.
Veinte años después, en mayo de 2018, me vi en el mismo lugar. Había quedado con una joven ganadera, presidenta de la Asociación de Criadores de Cabras de Raza Palmera, Brenda Rodríguez. “Desde pequeña siempre estaba con mi padre, que es ganadero. Mi abuelo también fue ganadero, mi bisabuelo no sé, pero creo que también. Soy el relevo generacional”, me estaba explicando, orgullosa de su trabajo, cuando vi llegar a su padre. ¡Era Jorge!

La manada ahora es mucho más grande (unas 300 cabezas) y en vez de un perro pastor tiene tres, de raza garafiana, Chula, Guaracha y Loba. “Cuando teníamos ciento y pico cabras y se ordeñaba a mano, les poníamos nombre a todas –explica–. Te sientas en un bloque y las llamabas por el nombre y venían. Pero ahora con la ordeñadora, no tanto”. Aun así, muchas siguen teniendo nombre. “No es difícil [reconocerlas], es como el que trabaja con mucha gente y conoce a todos. Yo estoy con las cabras todo el día, como para no conocerlas”, ríe.
«A las negras las solemos llamar ‘Fulita’ o ‘Cuervina’; ‘Presumida’ a una que es bonita; la ‘Vistosa’ es una que la miras y dices ¡ños!»BRENDA RODRÍGUEZ
Según las capas, les va poniendo nombre. “A las negras las solemos llamar Fulita o Cuervina. Luego, Presumida a una que es bonita; la Vistosa una que la miras y dices ¡ños!; la Celadora y la Mantigua son dos nombres que siempre hay en todas las manadas; y tenía una de chiquitita que la llamaba Chilindrina, que era morisca*, y después siempre he tenido una Chilindrina que es morisca”.

A Tomás Vicente Carmona Calero, Tito el Rubio, conocido pastor palmero de los últimos que practicó la trashumancia en La Palma también lo entrevisté en 1998 en El Paso.
“Mi padre era zapatero, pero tenía tíos y cosa de atrás [que sí eran pastores]. Y yo creo que esto se hereda, como cualquier otra cosa. De chico, los otros se iban a jugar a la pelota y el vicio mío era salir a pastorear y cuidar las dos o tres cabras que había en casa para la leche”. También aquí hubo relevo generacional y en 2016 tuve la oportunidad de entrevistar a un hijo y una hija, cada uno con su propio ganado y quesería con premios que merecieron su inclusión en el libro Quesos imprescindibles de Canarias (Pellagofio Ediciones, 2016).
A Tito lo fotografié aquel año con un mulo al que no le tenía puesto nombre, pero sus cabras tenían todas. Y lo explica. “A esta misma cabra –señala una mientras hablamos– la llamamos la Pinalera. Estamos aquí, los hijos míos, la mujer, y digo «mira, ¿has visto la Pinalera?, ¿ustedes la han ordeñado?». Por el nombre, la encuentras enseguida. Pero si vas a decir «oye, una cabra que es negra, que es así, que es asá, ¿tú la has ordeñado o está sin ordeñar?», es un rollo donde hay ciento y pico”.
«¿Y cómo te acuerdas de todos los nombres de ellas?, me dicen a veces, pues porque la mayoría de ellos se los ponen ellas mismas»TOMÁS V. CARMONA (Tito el Rubio)
Añade otro ejemplo, das más nombres e incluso sabe dónde acostumbran echarse. “Que el hijo mío me lo diga a mí o yo le diga a él: «Moisés, vete allá y tráime* la Galopera”. Y él sabe derechito dónde está echada. La Galopera es una cabra cardosa* que está echada al fondo de la cuadra en la esquina de abajo. Tiene su puesto. Y junto con esa está otra que la llamamos nosotros la Liviana: siempre se echan juntas donde quiera que vayan, tienen sus cosas, sus manías”.
Tito explica que tienen sus nombres “por el color, por cómo son y otras veces se los buscan ellas por su naturaleza”. Así, una que para ordeñarla “es una fiera, desde que la vas a ordeñar vuela y va por encima de uno, desde el primer día dices «¡yash!, esto es una fiera» y después es la Fiera. Hay otra que desde que uno entra a la cuadra viene venga a lamberte la cara, pues la Cariñosa. ¿Y cómo te acuerdas de todos los nombres de ellas?, me dicen a veces, pues porque la mayoría de ellos se los ponen ellas mismas”.

Tunanta, Besota, Cucaracha y Manolita también son nombres de cabra
Escribir una guía o diccionario de nombres de cabras palmeras es una labor que no tendría fin, porque a los que se repiten en todas las manadas por tradición, hay que añadir todos los que cada cabrero o pastor elige para sus animales por infinitas razones al margen de la capa (color) de cada uno de ellos. Estos son algunos nombres y su explicación.
Jenaro Hernández me decía en Lomo Machín (Garafía, 1997). “A veces hasta por las condiciones de genio; otras no sé por qué. Aquí, los pastores como si tenían 200, cada cabra tenía su nombre”, me decía. A su mejor cabra la llamaba Altamira, “será por la elegancia física que tiene, se la compré a mi hermano y él no le tenía nombre”. Aunque, precisa, cuando compra cabras no quiere que digan el nombre. “Si es una manada completa, sí; pero si compro tres, cuatro o doce no, porque si no me gusta de todas maneras me acuerdo y me es más malo para yo ponerle el que yo quiero”.
JENARO HERNÁNDEZ:
«‘Tirana’, es una cabra muy metiona de ser traicionera. En todas las manadas, la cabra que se llamara ‘Tirana’ se observaba y era de cuerno por debajo’
—Besota “porque tiene el beso blanco”.
—Carbona, “que se entiende el nombre”.
—Ramalluda, “por la lana; una cabra que fuera lisita no se llamaría así”.
—Relamida, “por el color”.
—Tirana, “es una cabra muy metiona de ser traicionera. En todas las manadas, la cabra que se llamara Tirana se observaba y era de cuerno por debajo”.
—Tunanta, “por el poder físico”.
—Visera, “que tiene lo blanco de arriba para abajo en la cabeza”.
—Verduga, “desde chiquita era una cabra que tenía un cuerno algo metido para la cabeza, que se lo arrancó de chica. Desde que tenía fuerza en los cuernos fuerza para pelear ya estaba pegada”.
Álvaro Rodríguez (entrevistado en La Piedra, Garafía, en 1999) le ponía nombres a las cabras “cuando las soltaba, si eran 40 como si eran 60, ahora no. Cuando las soltaba las llamaba y le gritaba por Guajira o Salvaje o el nombre que me pareciera, Negra o Blanca”.
—Golondrina, “porque tenía la barriga blanca y la golondrina tiene el pecho blanco”.
—Calzada, “tiene la pata blanca”.
—Morucha, “negra”.
Santiago Pérez Gutiérrez (en Breña Alta, 1998). “Hay una que es Toñeca. Toñeco aquí no se dice; bueno, yo no se lo he escuchado a nadie. Estuve muchos años en Venezuela (aunque nací aquí) y allí se le dice a una persona cariñosa. Y nombres así un montón, que no son nombres de cabra”.
—Manolita. “Mi madre se llama Manola y ella crió a la madre de esa cabra, que se murió y quedó esa hija”
—Milagrosa, “porque es un milagro que esté viva, pequeñita no pesaba ni un kilo y dije: ésta se muere. La llevé a casa, la puse en una manta, mamá a veces se la planchaba para darle calor. Con una jeringa le daba leche, después con biberón, y escapó. La solté en el corral y ella caminaba detrás de mí y una cabra que había parido la crió como si fuera la hija. Y la llamas Milagrosa y viene”.
Carlos Álvarez y Ana Laura González (más recientemente, en Jedey, Los Llanos de Aridane, 2018). “La vida moderna de la ganadería es estabulación y pienso, y ya ni nombres se les ponen a las cabras como solían poner los pastores. El manejo es distinto, el ordeño…”, dice él. Es de los pocos que todavía pastorea y tiene sus preferencias, como todos, en cuanto a capa y cuernos. “Las que gustan a los ganaderos son rojas en todas sus variedades (jardina, bermeja…). Blancas o claras no”, en este caso por tradición de antiguos usos cuando los pastores iban a pastos donde no estaban autorizados, para que no se vieran los animales, explica ella. Por los cuernos puede ser “abierta, empinada, esmarañada, broca, carabuco… Al pastor una cabra con los cuernos para atrás no le hace gracia, aunque den leche”, describe Carlos, que cita algunos de los nombres que usan en su manada.
ANA LAURA GONZÁLEZ:
«Bailarina’ cuando entra al ordeño siempre da la vuelta antes de trabarse [en la ordeñadora], es una manía que cogió»
—Genuda, “una con temperamento, aquí se usaba mucho”.
—Vistosa, “la que es llamativa”.
—Cucaracha, “porque es chiquitita, tamalluda”.
—Bailarina. “Cuando entra al ordeño siempre da la vuelta antes de trabarse [en la ordeñadora], era una manía que cogió”, añade Ana Laura.
*VOCABULARIO cardosa. En La Palma, cabra “de pelo blanco y negro entremezclado, y patas negras”, cita a José Pérez Vidal el Tesoro lexicográfico del español de Canarias.morisca. “Cabra que tiene el pelo blanco y gris obscuro” explica Juan Régulo Pérez en Notas acerca del habla de la isla de La Palma (citado en el Tesoro…). trair. En portugués, traer. “Este verbo conserva además las formas truje, trujistes, trujo, trujimos, trujiste(i)s, trujeron/trujieron/trajieron. […] Truje, ya bastante caduco en La Palma, es la conservación del latín traxui y no cambio fonético” (J. Régulo Pérez, op. cit.) ● |