Historia Oral

Papas y pescado, guisados con agua de mar

En esta segunda entrega, rescatamos detalles de la vida que el pescador Ángel Martín llevó en la mar, a bordo de barquillos en los que a veces se acababa el porrón de agua y había que tocar tierra en busca de pozos; o qué artes de pesca y con qué carnadas capturaba alfonsiños, chernes y samas. [En PELLAGOFIO nº 38 (1ª época, febrero 2008).

Por YURI MILLARES

Los barquillos en los que navegó Ángel Martín Concepción, siempre costeando la isla de La Palma desde su base en Puerto de Tazacorte, apenas tenían una eslora de entre 5,75 y 7,20 metros. Los últimos años, con embarcaciones dotadas de potentes motores, la jornada de trabajo era para él “un paseo” que duraba desde las cinco y media de la mañana hasta el mediodía, cuando regresaba al muelle. En épocas anteriores, sobre todo si iba a vela y remo, salía a la mar sin saber con mucha precisión la hora (y el día) de la vuelta.

El muelle viejo de Puerto de Tazacorte, en cuya orilla interior los pescadores varaban antiguamente sus barquillos.| FOTO YURI MILLARES
“Llevábamos un caldero y donde quiera que llegábamos escamábamos el pescado y a guisar pescado con agua salada. Muchas veces. Y las papas y todo, con agua salada”. Para poder cocinar e ingerir esas comidas dice que ponían “el barco arrimado al risco, juntábamos leña (pedazos de retama seca y de estacones)”. Y por la mañana nada de café, que “no había; el porrón de agua era el café cuando estaba uno fuera de casa. ¡Cuántas veces bajaba uno los témpanos de carne salada con gofio amasado! Luego estábamos toda la noche que hasta agua salada bebía uno, porque se quedaba uno sin agua [dulce, del porrón]. Por aquí hay un abrigadero, La Manga, en el que hay un pozo de agua. No es dulce, sino media salobre, pero se bebe. ¡Cuántas veces iba yo a buscar agua allí!”.

La tinta que quema
La mejor época para pescar por la costa de Tazacorte “es a fines de mayo”, señala, porque llegan las potas “y es cuando más pescados se cogen: porque con la pota coges la chopa, el medregal, la sama; entra todo. El peje que no le coma pota no come nada”. El único pero que le pone a la pota “es que larga mucha tinta”. Precisamente, la noche anterior a la entrevista con este pescador, sus hijos han salido a pescar potas. “La que es buena es la grande, que le dicen aquí la pota de ley. Esa sí, porque es medio amargona”, lo que implica que también “tiene la tinta más fuerte: usted echa un tambor* para morenas con dos potas de esas y la morena que coma pota, si la deja de hoy para mañana tiene que botar la morena, porque la quema toda por la barriga”.

La pota cuando escupe deja toda la mar negra y pica en la mano que da miedo

Antes de seguir hablando de la morena que come pota, precisa que este cefalópodo tiene una tinta tan fuerte “que cuando escupe deja toda la mar negra y pica en la mano que da miedo”. Y ya sigue con la morena, especie de la que el día anterior “cogimos y por la mediodía tuvimos que abrirlas enseguida y aprepararlas, porque si las dejamos para por la tarde ya no sirven. La tinta las quema. Aquí ha habido muchos que la han comido asada con tinta y todo y han estado con diarrea hasta tres y cuatro días”.

Cigarrones al anzuelo
Pero no sólo de potas se ha servido Ángel como carnada para su pesca. “Aquí el mar tiene mucha trampa y mucha clase de carnada. Y uno echa lo que trinca. Yo he cogido años cuando los cigarrones aboyados*, que parecen camarones: me acuerdo de ir poniéndolos en los anzuelos y coger cabrillas. Que yo llegué a ver aquí tongas de cigarrones de hasta cuatro metros, uno encima del otro. Nos daban las cacharras* de gasolina para ir a pegarles fuego. A la isla la dejó toda cepillada: eso es por bandadas y recuerdo un año que donde se posaban dejaban el palo limpio. Con la gasolina le echabas candela y no quedaba ni Rita”.

«Fue tanto lo que le pegué a la albacora que resbalé, caí encima de las otras dos que estaban en el barco y la tercera me cayó encima. Venía a tierra y ni podía mover los brazos»ÁNGEL MARTÍN

Ángel Martín entre los barcos varados del muelle nuevo de Puerto de Tazacorte.| FOTO YURI MILLARES
Dejando a un lado circunstancias excepcionales como la anterior, la carnada más habitual aparte de la citada pota, eran calamares, y también caballas. Con caballa, por ejemplo, se cogen las albacoras que “son pejes de cien kilos y donde ves que va le vas botando caballa y sale a la caballa viva. Y a la carnada muerta: tú paras el barco, picas la caballa en trozos, menudita, y vienen a por los ciscallos* y las ve uno hasta comer encima del agua”.

Brazos agotados
Ángel no usaba carrete, sino su propia mano para sujetar la liña y eso incluía a las enormes albacoras. “El verano pasado salí un lunes solo. Tenía la nasa echada y tenía caballa y tiré unos ciscallos y vi tres. Eché la liña y clavo uno. Se llevó para abajo como cincuenta metros sin tocarle la liña, porque quema la mano, y se llevó el anzuelo. Volví a preparar otro. Estuve con ella lo menos una hora, yo solo y el perro [Chiquito]. La traje arriba y la embarqué y después volví a coger otra y así cogí tres. A la más grande le pegué unas ocho o nueve veces en la banda ya muerta y le metí la mano por los ojos para poderla embarcar cuando el barco bajara un poco. Y fue tanto lo que le pegué (que la iba a amarrar para traerla, porque no podía embarcarla) que resbalé, caí encima de las otras dos que estaban en el barco y la tercera me cayó encima. Venía a tierra y ni podía mover los brazos”.

■ HABLAR CANARIO
Alfonsiño, en los bajos de Fuencaliente

«Echamos en el faro [de Fuencaliente] cincuenta anzuelos y un pedazo de plomo de un kilo y han salido de una vez sola hasta cuarenta y dos pejes»

Entre los peces más apreciados, el pescador Ángel Martín menciona al cherne: “El año pasado –relataba el verano de 1997– tropezamos en la parte de Garafía con chernes de seis y siete kilos, y días coger hasta trescientos y tantos kilos. Y hasta diez pejes de un solo lance”.

Para los alfonsiños se dirige al otro extremo de la isla: “Echamos en el faro [de Fuencaliente] cincuenta anzuelos y un pedazo de plomo de un kilo y han salido de una vez sola hasta cuarenta y dos pejes”, con calamares y caballa de carnada “pero hay que buscar los bajos en Fuencaliente”, insistía. Este pez se captura en la actualidad con carrete: “Nosotros no. La mano es más segura que el carrete. La mano todo lo que clava sabe lo que viene y lo que no viene”.

*VOCABULARIO
cacharras. “Cacharro grande” (citado por Talio Noda en Habla popular en la Villa y Puerto de Tazacorte).

cigarrones aboyados. El cigarrón es en Canarias el saltamontes; también la langosta africana que vuela en enjambres de millones de individuos formando plagas que devoran la vegetación a su paso. Algo o alguien aboyado es que flota en el agua (varias citas para ambos vocablos en Tesoro lexicográfico del español de Canarias). Los cigarrones se desplazan volando, pero también en grandes enjambres flotantes.

ciscallos. Voz de origen portugués (“porção de cisco”) que aquí describe a la carnada de caballa picada muy pequeña. “Trocitos pequeños (…) de agujas de erizos, de sardinas, etc., que caen al mar desde el barquillo (o se tiran expresamente) y a los que suelen ir a curiosear los peces” (F. Navarro y F. Calero, “Vocabulario de Fuerteventura”, citado en Tesoro…)

tambor. Arte de pesca que antiguamente se hacía con fibra vegetal y más recientemente con malla metálica o plancha, con una boca de entrada en forma cónica que deja entrar pero no salir a la morena. Talio Noda lo describe “cilindro hecho de lata para pescar morenas” (Habla…)●

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