Historia OralIsleños

Una casa que camina y la cabra, echa humo

Quienes vivieron en El Hierro en la primera mitad del siglo XX, una isla apenas comunicada entonces por el vapor-correo una vez al mes, recuerdan detalles que en otros territorios es imposible saber hoy: cuándo llegó la primera bicicleta, por ejemplo. [En PELLAGOFIO nº 8 (2ª época, marzo 2013)].

Por YURI MILLARES

Juan Antonio González sentado en ‘su’ banco de la calle en Hoyo del Barrio./ FOTOS YURI MILLARES
Juan Antonio González Rodríguez nació a principios del siglo XX en Venezuela, de padre cubano y madre canaria, pero desde que tuvo cuatro añitos la familia se instaló en El Hierro y a la edad de 103 años aún vivía en su modesta casa de Hoyo del Barrio. Siempre con una excelente memoria, relataba cómo emigró a Cuba a trabajar en los años 20: un viaje de ida en el buque inglés Niágara, saliendo desde La Palma, que le costó “pues 15 ó 20 duros y me daban la comida. A la vuelta sí pasamos hambre, vine en el La Salle”.

Cuando empezaba a contar anécdotas de la vida en El Hierro, unas veces se lamentaba de lo que la vida ha ido dejando atrás y otras no podía contener la risa. Recordaba, por ejemplo, las celebraciones asociadas al vino. “Cómo explicarme: se juntaban a asar castañas y beber vino y decían ‘vamos a una tafeña’. Como en Santa Cruz, para tomar vino garran gofio en polvo y azúcar y le dicen una ‘cabrilla’. Nosotros le decimos tafeña”.

«Se juntaban a asar castañas y beber vino y decían ‘vamos a una tafeña’. Como en Santa Cruz, para tomar vino ‘garran’ gofio en polvo y azúcar y le dicen una ‘cabrilla»JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

Eso ocurría, decía, en un ambiente de unión entre vecinos e isleños que “se ha acabado. Los coches es lo más que ha acabado con eso. Antes íbamos al mar a bañarnos y después nos ajuntábamos y veníamos de parranda, cantando y tocando y bebiendo vino. Ahora llegan, se bañan y después se monta cada uno en su coche y pa’l carajo”.

Precisamente al hablar de coches se le iluminaba la mirada y brotaba una sonrisa que iba transformándose en risa. “Me acuerdo del primer bicharraco que vino y yo estaba aquí y de noche no salía de mi casa. Sí tenía un farol de vela, pero esto caminando de noche era imposible. El primer bicharraco que vino aquí fue una bicicleta, de uno que le decían Juan González, de Valverde. Después vino un camión, de don Alfonso Gutiérrez. Y después vino una guagua* que le decían La Perrera, que era de los Magañuela. Y la moto…”.

«Había un barbero que se llamaba Emeterio, era medio chiflado, y se ponía: ‘¡Juan Antonio, ya verás tú a los hombres volar!»JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

Y los hombres volarán…
Era pronunciar la palabra “moto” y la risa ya anunciaba carcajada: “Aquí había uno… –ríe–, se llamaba Juan, y dice al ver la moto: ‘¡Oye, vi un hombre montado en una cabra… –vuelve a reír–, agarrado a los cuernos… –con la risa le cuesta hablar– y echando humo por el culo’. Claro, porque no sabía lo que era y yo tampoco sabía lo que era. Y el avión no hace muchos años que vino. Porque aquí había un barbero que se llamaba Emeterio, era medio chiflado, yo tendría 19 ó 20 años, iba allí a pelarme, y se ponía: ‘¡Juan Antonio, ya verás tú a los hombres volar!’. Yo me reía. Él ya había estado en Venezuela. Y él seguía: ‘¡Juan Antonio, ya verás tú a los hombres volar!’. Qué coño van a volar, si él tampoco lo había visto en Venezuela”.

Por cierto, lo de llamar a la guagua La Perrera tenía su explicación: “Se conoce que esa guagua la tenían en Santa Cruz y allí la tenían para los perros. Perro que veían por la calle, le echaban un lazo y para adentro”.

Eusebio Acosta Rodríguez también nació a principios de siglo, en 1909 (cinco años después que Juan Antonio). La entrevista con él, hace unos años, transcurrió en su casa, en este caso en Isora y aún hablaba de “cuando hicieron la primera carretera” en la isla, que fue, decía, “la del puerto”.

«Mi abuelo decía que había una cosa que la veíamos asomar arriba en la montaña y llegaba aquí antes de llegar tú al camino. Era el tren»EUSEBIO ACOSTA

“Yo era un muchachón que iba a guardar las cabras y oía los barrenos. También recuerdo el primer camión que vino aquí, un camión de Ramón Padilla, que estaba en la villa. Ese hombre tenía unas bestias para ir a recoger a la gente que venía de viaje al puerto. Y claro, carretera no había. Después, con la carretera fueron habiendo algunos camiones más”.

La mujer de Eusebio había nacido en 1912 y también recordaba aquellos primeros vehículos: “Me acuerdo del primer camión –intervenía Luciana Zamora– y de la primera guagua. Y había un viejo que se ponía: ‘Caray’, porque él decía caray, ‘caray, dicen que abajo hay una casa andando’ –ella también ríe–. Claro, nunca había visto una guagua”. Y Eusebio añadió: “Yo también recuerdo, han pasado ya unos cuantos años, que mi abuelo decía que había una cosa que la veíamos asomar arriba en la montaña y llegaba aquí antes de llegar tú al camino. Era el tren. Claro, como aquí no se sabía eso. Y aquí no se veía eso [de la guagua] y al viejo aquel le pasaba igual, no había salido de aquí y al ver eso… Y alguno decía: ‘¿Bueno, y eso qué come?”.

BASILIO PADRÓN:
«Por la noche estaba uno ‘temblándose’ de miedo cada vez que salía de noche, que si viene el muerto, que si pasa por una casita y estaba el cajón del muerto allí…»

■ HABLAR CANARIO
“A ver cuál mentira echas”

Basilio Padrón Morales, nacido en 1933, ha sido uno de los herreños más conocidos por sus historias y cuentos. Incluso por la radio los contaba (en unas tertulias mañaneras de Radio Garoé-Cadena Ser, los sábados por la mañana).

“Como oía uno hablar de los miedos desde chico, que oía hablar que habían brujas, que si venía el papagayo* por la noche, pues estaba uno temblándose de miedo cada vez que salía de noche, que si viene el muerto, que si pasa por una casita y estaba el cajón del muerto allí. Coño, venía con mi padre y pasar por La Ranilla y había un santito… Me meto por aquel callejón y veo al santito y agarro a correr, ‘papá, que hay un santito ahí!’. Dice: ‘¡Carajo, juye que te capa!’. ¡Fuerte miedo le cogí yo!”. Y se juntaban y decían ‘a ver cuál mentira echas’. Y dices: “Yo una vez vi tumbar un haya para que pasara la luna por la punta del monte’. Y ahora tú: ‘Eso era un mosquito que pasó volando y los huevos tropezaron en el haya”.

*VOCABULARIO
guagua. En Canarias, autobús, ómnibus, “asimismo en Puerto Rico, Santo Domingo, Cuba (se cree surgido el vocablo en La Habana¸ de acuerdo con Corominas, como adaptación del inglés wagon)”, describe M. Álvarez Nazario (citado en Tesoro lexicográfico del español de Canarias). Además de este significado, Agustín Millares Cubas (Cómo hablan los canarios) añade “baratura, ganga (…), la frase de guagua equivale a la castellana ‘de gorra”. Pancho Guerra (Obras completas III. Léxico de Gran Canaria), añade: “…tal vez se llame [al ómnibus] por lo barato de su alquiler o precio del billete”.

papagayo. “Un pájaro de mal agüero y si aparecía, al día siguiente se moría uno”, lo define el herreño Basilio Padrón. Y explica: “Tenía uno que ir a mear allá al chiquero, en el patio. Aquí [en la casa] no había cuartos de baño, no se conocía ducha. Y salía a mear, de noche, ¿y si viene el papagayo y me coge la cuca?” (Sin citas) ●

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