Una fábrica de duraderos ladrillos hechos de arena

Aunque pueda sonar extraño, muchas casas de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria están hechas de arena. Su construcción, junto a diversas obras públicas, hizo desaparecer el ecosistema de las dunas de Guanarteme. [En PELLAGOFIO nº 26 (2ª época, diciembre 2014).]
Por YURI MILLARES
Durante el siglo XX la ciudad de Las Palmas vio cambiar su paisaje de forma tan drástica, como para hacer desaparecer uno de sus elementos naturales más significativos: las dunas de Guanarteme, en el istmo que une Gran Canaria con la península de La Isleta. Era un ecosistema 2,5 kilómetros cuadrados de arena que atravesaban una carretera y una línea de tranvía, para unir el centro de la ciudad con el barrio marinero junto al puerto de La Luz.

La extracción de áridos provocó esa desaparición de las dunas, siendo ocupado el espacio –a medida que se iba sacando arena– por nuevos barrios (Arenales, Guanarteme), en especial por personas que carecían de vivienda y allí encontraron dónde asentarse.
Extracción masiva desde 1883
La extracción de forma masiva comienza a partir de 1883 para usarla como material de relleno de obras públicas (en aquel momento, la construcción del puerto), que en los años 30 del siglo XX fueron para el muelle frutero, que acabaría convertido casi de inmediato en base de la Armada. Frente a ese muelle frutero y entre aquella –todavía– inmensidad de arena se había levantado en 1921 una solitaria iglesia que, poco después, tuvo como compañía algunas pocas casas y, por detrás, una fábrica que iba a convertir en materia prima aquella arena.
Las dunas de Guanarteme eran un ecosistema 2,5 km2 de arena entre el centro de la ciudad y el barrio marinero junto al puerto de La Luz
Se trata de la industria que hizo levantar el empresario Eufemiano Fuentes Cabrera con dos hornos de cal, fábrica de mosaicos hidráulicos y fábrica de ladrillos de arena. Las Palmas se encontraba en plena expansión urbanística y poblacional y hacían falta todos esos materiales para la construcción de nuevas casas. De hecho, muchos edificios de la ciudad de esa época –segundo tercio del siglo–, en especial de los barrios circundantes, están hechos de esos ladrillos. Pero, ¿ladrillos de arena?
Tecnología alemana
Por curioso que pueda sonar, eran realmente sólidos y duraderos como demuestran todas las casas que siguen aún en pie en la ciudad. Uno de los colaboradores habituales de Pellagofio, Andrés Rodríguez Berriel, explica que se trataba de ladrillos sílicocalcáreos en dimensiones 6x12x25 cm.
Los ladrillos se hacían con una mezcla de arena y cal prensadas mecánicamente y por medio de vapor de agua a muy alta presión

Se trataba de “un sistema alemán de fraguar una mezcla de arena y cal prensadas mecánicamente y por medio de vapor de agua a muy alta presión (8 atmósferas). El fraguado se realizaba en autoclaves de acero durante ocho horas y al salir los ladrillos tenían un sonido metálico de curado perfecto”. Recuerda Andrés que “había un tendido de raíles por donde circulaban las vagonetas cargadas de arena y las plataformas cargadas de ladrillos, arrastradas por dos o más hombres”. Aquellas piezas eran conocidas como “los ladrillos de Fuentes”.
Parecían enormes terrones de azúcar
Vicente García Rodríguez –también colaborador de PELLAGOFIO–, recuerda una curiosa anécdota a propósito de esos ladrillos. En las esquina de la calle Kant con las calles Arístides Briand y Portugal había lo que entonces se llamaba el Reformatorio de Menores. “En el Reformatorio los niños allí internados por mataperros*, pues en esa época aún no se habían inventado los gamberros, hacían la vida propia de estos centros de la época”, describe, que todavía en los años 60 se acercaban a la playa de las Canteras a hacer deporte y jugar, con la cabeza rapada y de uniforme con pantalón corto azul y una blusa.
VICENTE GARCÍA:
«En esa época aún no se habían inventado los gamberros»
“Estos niños –continúa Vicente– hacían diferentes trabajos de manualidades y aprendizaje de mecánica y otros oficios. Las manualidades las vendían o hacían trueque con ellas. Con frecuencia se asomaban por los postigos de la parte alta de las ventanas y ofrecían su mercancía. Recuerdo que entre otras cosas hacían figuras empleando los ladrillos blancos de Eufemiano Fuentes, aquellos ladrillos que parecían enormes terrones de azúcar”.
* VOCABULARIO Mataperro (s). “Ellos son los que ilustran las paredes acabadas de albear con ‘grafitos’ y vocablos ingenuamente naturalistas; ellos son los que en los barrios mal vigilados por la policía, adornan los cristales de las ventanas con rutilantes estrellas, nacidas al conjuro de una pedrada. Sus hazañas se llaman mataperrerías; pero este nombre se aplica también a la acción (…) concebida y realizada en detrimento del prójimo”, describía Agustín Millares Cubas en 1932, en Cómo hablan los canarios ● |