Oficios del mundo rural

«A las latitas de sardinas les poníamos rueditas para jugar»

Juan C. Vega empezó a construir maquetas de guaguas (autobuses), camioncitos y coches antiguos, cuando tuvo que retirarse de su profesión de maestro de obras, por razones de salud. Buen albañil, ha trasladado a los coches de madera el esmero con que hace todas las tareas que inicia, asombrando por el detalle con que termina sus coches. [En PELLAGOFIO nº 3 (2ª época, septiembre 2012)].

Por YURI MILLARES

“Amí siempre se me ha dado”, explica Juan Cruz Vega Suárez su habilidad para trabajar con las manos. “Soy meticuloso para las cosas, los trabajos, la albañilería, todo. Hay que hacer las cosas bien, porque la lengua es lo mejor que tenemos y lo más malo. Y yo que me operé de la hernia, me jubilé y tenía que entretenerme con algo”. Y ese entretenimiento lo ha encontrado en fabricar maquetas de coches antiguos a partir de fotografías en blanco y negro que va consiguiendo. Incluso busca e investiga sobre la historia de los vehículos que convierte en coches de madera (o de metal, si así eran originalmente), a los que no da por terminados si no pone su verdadera matrícula.

La afición, no obstante, la tiene desde que era niño en su pueblo natal de Agaete (Gran Canaria). “No teníamos juguetes y cuando salíamos de la escuela, lo poco que fui, nos íbamos los chiquillos a jugar. Nos hacíamos juguetes con una pala de tunera o con un verol, hacíamos la forma de una vaca y le poníamos astillitas de caña. Y a las latitas de sardinas les poníamos las rueditas. Si queríamos jugar teníamos que hacer nuestros propios juguetes. Y siempre me gustó”.

«Íbamos con el carro al risco y subíamos a los pinales, cargábamos la leña y los tres o cuatro que éramos empujábamos»JUAN C. VEGA

Recuerda de modo especial que los niños se hacían unos carros para echarlos en las cuestas y había una camioneta, que iba al puerto de Las Nieves a recoger a las sardineras que iban a vender sardinas a Gáldar, a la que esperaban. “En aquellos años no había casi coches y no había ese peligro. Asechábamos a Chanito el de Firra y le decíamos: ‘¡Chanito llévanos pa Los Llanos!’ y subíamos los chiquillos con los carrillos”. Y en Los Llanos, a la salida del pueblo, se bajaban de la camioneta y se lanzaban cuesta abajo con los carros. Muchos años después, dedicado a construir sus maquetas, consiguió una fotografía de ese camioncito y no lo dudó: “Voy a hacer el camión de Firra”, se dijo.

Un camión hecho con latas de comida y de aceite, como los juguetes que Juan Cruz Vega hace al estilo más tradicional de los que fueron niños y hoy son abuelos.

Carro y leña del pinar
A medida que Juan Cruz se fue convirtiendo en un muchacho, el juego pasó a convertirse en trabajo y el carro ya no era para lanzarse cuesta abajo compitiendo con otros chiquillos, sino para ir a coger madera al pinar. “Íbamos con el carro al risco y subíamos a los pinales, cargábamos la leña y los tres o cuatro que éramos empujábamos en las pendientes y en las bajadas nos subíamos como podíamos. Los miércoles la llevábamos a Gáldar a vender, por kilos. Y los domingos. Eran carros grandes, que llevaban cuatro o cinco manadas de leña de a lo mejor 70 y 80 kilos cada manada. Y ya podía ser la pendiente que fuera que nos subíamos y eso tiene freno”.

Entre su colección de camiones de madera muestra otro que también era muy conocido en la comarca norte: el de Chano el de Graciliano, “que me acuerdo que era uno que le gustaba mucho la copita”. El hombre iba al valle de Agaete, iba a La Aldea, “y tenía unos hijos que, claro, el padre con camioneta, pues aprendieron a conducir y nosotros cuando los chiquillos íbamos para el valle y nos juntábamos, me acuerdo que una vez lo vimos: ‘¡Llévanos Chanito!’. Y nos subimos. Cuando nos dimos cuenta era cogiéndose toda la carretera”, pues iba con unas copas, “entonces el hijo era llorando delante y le hizo parar para traerlo él y entrar al pueblo. Y me acuerdo que puso una lata de aceite arriba del asiento para sentarse, porque no alcanzaba”.

«Hubo un coche fúnebre aquí [en La Aldea] que no hizo ningún servicio, lo trajo el de la funeraria y para guardarlo lo metió en el garaje de otro señor y como no le pagaba el alquiler le pegó fuego»JUAN C. VEGA

Las historias de cada coche, guagua o camión hechos en maqueta se suceden en forma de anécdotas, que Juan Cruz relata según va señalando en la vitrina donde los va guardando. Entre su colección hay dos coches fúnebres, que prestaron servicio en Las Palmas y circularon con matrícula de Gran Canaria. “Para los ricos, porque los pobres antes iban a hombros. Y me acuerdo que hubo uno aquí [en La Aldea] que no hizo ningún servicio, lo trajo el de la funeraria y para guardarlo lo metió en el garaje de otro señor y como no le pagaba el alquiler le pegó fuego”.

Guaguas inglesas
Juan Cruz, de apellidos Vega y Suárez, no descansa hasta que completa el historial de cada una de sus maquetas. Busca a quienes fueron sus propietarios o conductores, indaga en Tráfico y no considera terminado un vehículo hasta que no le encuentra su matrícula. Una de las dos guaguas de dos pisos que circulaban por el barrio de Guanarteme, en Las Palmas, fue un caso de los más difíciles. En la fotografía no se veía la matrícula y a las ferias de artesanía llevaba la guagua pero no la quería vender: le faltaba la matrícula. Tras mucho preguntar, incluso visitó a uno de los propietarios de la empresa Fleitas que no se la pudo facilitar, la obtuvo. “Eran guaguas de segunda mano que traían de Inglaterra”. En la ciudad de Las Palmas circularon ocho de color rojo haciendo la conocida “línea dos” (tiene una en maqueta) y las dos que, pintadas de verde, hacían el trayecto entre el Puerto y la plaza del Pilar.

■ PASO A PASO
Réplicas fieles con tapizado original
Fotos de YURI MILLARES
Haga clic en cada foto para verla a tamaño mayor

Este artesano basa sus maquetas en fotografías antiguas de vehículos que circularon por la isla de Gran Canaria. Después, procura dotarlas de todos los detalles, incluso tapiza los sillones de sus réplicas en el color original que tenían los propios vehículos ●

1. El chasis primero. No los hace a escala. “Tiene usted que calcular más o menos. Primero le hace el chasis y le va dando el tamaño aproximado según la foto”, explica.
2. Detalles hasta en el interior. Hecha la carrocería, el juguetero completa el interior con sus detalles (bancos en este caso y asiento del conductor, así como los pedales), insertando el volante antes de colocar el techo.
3. Elegir las llantas. Los bajos del vehículo cuentan con los respectivos ejes para las ruedas (las delanteras, con dirección). Entonces el artesano busca unas llantas entre los diferentes modelos que tiene fabricados.
4. Primer coche de hora en La Aldea. Este Daimler matrícula GC-3.459 con carrocería de madera fue la primera guagua que hizo el trayecto entre Las Palmas y La Aldea, inaugurando la línea el domingo 5 de agosto de 1949 por una carretera de tierra al borde de precicipios en el tramo entre Agaete y La Aldea. Tardó 8 horas en hacer el recorrido. Había sido matriculado en 1930 y era de la compañía Melián.
5. El taxi más famoso de La Aldea. Este Cadillac verde es la réplica de La Matoña, uno de los primeros taxis que circuló en el pueblo de La Aldea de San Nicolás. Llevaba pasajeros a Las Palmas y siempre iba lleno, por lo que había que reservar plaza una semana antes del viaje. Su primer dueño fue un conocido personaje de Las Palmas, Juan Rodríguez Quegles, que lo matriculó en 1927 (GC-2.140) y lo vendió en 1946.
6. Para el millo en tiempos de hambre. Esta camioneta Studebaker GC-5.688 fue matriculada en 1935 para hacer servicios de transporte en la capital grancanaria, hasta que es vendida para Agaete en 1940 a Segundito el del Motor y en 1951 a su hermano, Gregorito el del Motor. Durante los años de posguerra y hasta 1954, cuando sufrió un trágico accidente, llevaba el transporte del Reparto llevando sobre todo millo.

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