Oficios del mundo rural

“La hoya hay que orientarla de mar a cumbre porque el aire sube por el día”

«Nardo ha llegado al pinar a hacer carbón para aprovechar la madera que le deja Medio Ambiente. A diferencia del protagonista del otro reportaje, que levanta la carbonera ‘cubana’, él hace la habitual en la Cumbre. Durante los días que cocina la leña ha de dormir en una choza junto a la hoya. ‘No se gana mucho, pero estoy de camping’, bromea», describe el autor de este reportaje publicado originalmente en 1996. [Contenido extra de PELLAGOFIO nº 51 (2ª época, marzo 2017)].

Por YURI MILLARES
Artículo publicado originalmente por el autor en ‘La Gaceta de Las Palmas’ (13-V-1996)

1. Después de prender la hoya, Nardo la habana con un saco para que el fuego camine por dentro. | FOTO YURI MILLARES
1. Después de prender la hoya, Nardo la habana con un saco para que el fuego camine por dentro. | FOTO YURI MILLARES
“Le dicen los Llanos de la Pez, pero el verdadero nombre de esto, antiguo, es Llano Garañón”, asegura Leonardo Jiménez mientras vigila la carbonera que ha levantado entre el pinar y humea al poco de prenderla. “Ese nombre nuevo no sé a qué viene ahora”, continúa y, tras una breve pausa, añade, señalando la alta densidad de unos árboles que crecen raquíticos: “Que yo les digo a los de Medio Ambiente que eso no es un pinar, es un cañaveral”. Las cosas, sin embargo, han empezado a cambiar y motoserristas de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria sanean el bosque talando los ejemplares enfermos o que molestan al crecimiento de otros más vigorosos.

“Eso está feo, de tener el pinar así, con tantos turistas que tienen sus grandes bosques y vienen aquí y no ven sino porquerías”, insiste este carbonero de La Culata (Tejeda), conocido como Nardo, satisfecho ahora por partida doble: por el cuidado que se ha empezado a llevar a cabo en la masa boscosa y porque le permiten aprovechar parte de la madera para hacer carbón.

«Toda esa retama debía ser quitada de en medio. Si ahora se da una candela por aquí, el fuego no lo para nadie»LEONARDO JIMÉNEZ, carbonero

2. La hoya empieza a humear y el carbonero tapa la entrada de la gatera. | FOTO YURI MILLARES
2. La hoya empieza a humear y el carbonero tapa la entrada de la gatera. | FOTO YURI MILLARES
“Y toda esa retama debía ser quitada de en medio. Mire usted, si ahora se da una candela por aquí, el fuego no lo para nadie. Si no hubiera monte –como llaman en la zona a la pinocha, la retama y otras especies que crecen al amparo del bosque–, el fuego pasaría y no le da al pino, pero si encuentra ahora este monte, el fuego se entretiene aquí y le da fuego al pino”.

Nardo ha levantado una hoya de madera tendida, siguiendo la forma habitual de trabajo en la Cumbre. “No sé quién diablos inventó eso de tapar la leña para hacer carbón”, comenta junto a la pila de troncos apretados que ha recubierto con pinocha, cáscara de pino y tierra. Mientras prepara las brasas que introducirá por la puerta de la hoya para que se extienda por la gatera, sigue hablando del bosque.

El pinar, enfermo
“El pinar se ha enfermado porque está muy junto. ¿No lo ve que está enfermo?”, interroga. “No es porque se quiten el sol unos a otros, es que el mato, ende que las raíces ya peleen una con otra, ya se jodió. Todos los ingenieros saben más que uno en cosas de estudios, pero del campo sabe más el campesino, por experiencia”.

Por cada cuatro kilos de madera de pino saca uno de carbón, pero debe estar al pie de la carbonera los cinco días y noches que tarda en elaborarse

3. Con el carbón cocinado, Nardo desbarata la hoya y lo enfría salpicándolo con una brocha de pintor que va mojando en agua. | FOTO YURI MILLARES
3. Con el carbón cocinado, hay que desbaratar la hoya y enfriarla salpicando con una brocha de pintor que va mojando en agua. | FOTO YURI MILLARES
Las ramas que ha prendido ya han hecho brasa y Leonardo Jiménez las introduce por la puerta de la hoya, que se extiende alargada en dirección mar-cumbre. “Cuando toda esta leña de abajo se encienda, se tapa la puerta y entonces el fuego sigue hasta el otro lado”, donde hay dos chimeneas para que salga el humo. “Tiene que estar orientada de mar a cumbre porque el aire corre para arriba ene l día y para debajo de noche”, asegura. “Desde que uno la cruza ya tenemos el problema que hay que habanarla, cocinar se cocina, pero para encenderla no es lo mismo. Esto tiene misterio”, sentencia. Aún así, debe recurrir a una tela de saco para habanar la entrada de la gatera durante un par de horas, antes de taparla: “Se le pone un puño de monte, se le echa tierra y ya está”.

Por cada cuatro kilos de madera de pino saca uno de carbón, pero debe estar al pie de la carbonera los cinco días y noches que tarda en elaborarse. “No se puede uno marchar de aquí. No me interesa que esto, yo me vaya, se agujere ahí –señala un punto cualquiera de la tierra que recubre la hoya– y no es que salga llama ni nada, entra aire y se hace todo ceniza, se habría perdido todo mi trabajo”.

4. Tras enfriarlo un poco y aunque todavía humea, Nardo empieza a coger el carbón para ponerlo en los sacos en los que se los llevará. | FOTO YURI MILLARES
4. Tras enfriarlo un poco y aunque todavía humea, Nardo empieza a coger el carbón para ponerlo en los sacos en los que se los llevará. | FOTO YURI MILLARES
Este carbonero asegura que aprendió de otros más viejos que él y recuerda, aunque apenas era un muchacho –“Yo nací en el treinta y cuatro y todavía para el cuarenta y seis había carboneros–, que había muchos que se dedicaban a eso durante la posguerra. “Iban a la escondida porque estaban los guardias y hubo quienes fueron a la cárcel. Antes había mucho abuso y mucho hambre. ¡Yo he estado una semana comiendo sólo calabacinos!”.

En la posguerra muchos “iban a la escondida porque estaban los guardias y hubo quienes fueron a la cárcel. Antes había mucho abuso y mucho hambre»LEONARDO JIMÉNEZ

Leña menúa
Nardo hace carbón en sus tierras y aprovecha la leña más fina para cubrir la hoya antes de echarle la tierra. En el pinar, mientras sigue habanando con el saco, comenta que “no hay leña menúa”. Los que están talando la queman y dejan sólo los troncos. “Lo ideal de esto es que se ponga mucha leña menúa, el fuego camina y se va haciendo el carbón con esos canutillos y cubriendo lo de abajo”. Aquí no, debe vigilar, además, por “la responsabilidad que tengo”, aunque, insiste, “esto no pega fuego al bosque”.

Si estuviera en lo suyo, por la tarde le tapa la chimenea “y la deja humeando apenitas. Por la mañana llego, la destapo, le doy marcha otra vez y nunca se agujera”. En el pinar, pues, espera los cinco días con sus noches. Incluso le tocó hacer noche los días que nevó este invierno, resguardado en una choza que comparte con otro carbonero. “Lo bonito es cuando se saca el carbón”, dice.

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