“Las regatas de la vela latina empezaron con botes del cambullón”

Luis Marrero Marrero (cuya juventud de contrabandista en los difíciles años de posguerra relató ya para esta revista en 2012) siempre ha sentido una gran atracción por el mar y la navegación (llegó a fundar, incluso, el primer astillero de barcos de acero en Canarias) y ahora, jubilado, se ha convertido en un maquetista de los barcos de madera más tradicionales en las aguas del archipiélago [En PELLAGOFIO nº 7 (2ª época, enero-febrero 2013)].
Por YURI MILLARES
Las populares embarcaciones de la vela latina canaria –herederas de los botes de los cambulloneros– y los barquillos de pesca de factura isleña –cuyo diseño y construcción iniciara su abuelo a finales del siglo XIX– son ahora objeto de paciente atención por Luis Marrrero hasta convertirlos en fieles y preciosas réplicas a escala. “Ya tengo hechos por lo menos treinta o cuarenta”.
«Los cambulloneros eran hombres valientes, que se atrevían a salir algunas veces hasta Maspalomas para venir enganchados a un barco y comprar la mercancía»LUIS MARRERO
“Yo vivía en la calle Padre Cueto, en el mismo muellito de Sanapú donde estaban todos los cambulloneros debajo de mi casa”, dice, todavía viviendo en la zona del Puerto de La Luz en Las Palmas. “A los cambulloneros los conocí a todos, del primero al último. ¡Tenían unos pleitos en casa de Pepe el Bandío y a bordo! Tienen una historia muy bonita. El cambullonero era un hombre valiente, que se atrevía a salir con los botes hechos de las plantillas del Siete Hermanas de mi abuelo. Todos. Y salían con cuatro remos, se alejaban hasta llegar algunas veces a Maspalomas para venir enganchados del barco y comprar la mercancía, lo que llamaban tener el bombo de la mercancía”.
Eran botes de vela que “caminaban a vela más que los botes de la vela latina” de hoy, asegura, construidos sólo y expresamente para competir en las regatas de la Vela Latina Canaria. “Eran parecidos, pero más estrechos. Antes, las regatas de la vela latina eran de botes del cambullón”.

Su abuelo, explica, “le hizo un bote que se llamaba el Siete Hermanas a las hijas, a las que paseaba en la playa de las Canteras con el bote. Se ve en el libro que he escrito La verdadera historia de la Bahía del Arrecife hoy Playa de Las Canteras [todavía inédito]. Date cuenta que todos los botes que hay en las viejas fotografías de la playa, más de 50, son todos de popa de espejo. Esos eran los botes del cambullón, caminaban como tiros. Todos a partir de la plantilla del Siete Hermanas”.
Del varadero de San Telmo a la playa
La razón, afirma, “es que no había más carpintero de ribera que mi abuelo: él enseño a los carpinteros de más prestigio de Canarias, Mastro Pepe Gaspar, Mastro Juan Suárez padre, Mastro Carlos, Mastro Juan Marrero que hizo el Minerva (que era pariente de mi padre), Tomás del Pino y los hermanos del Pino. Todos esos carpinteros de ribera aprendieron el oficio con mi abuelo: Mastro Rafael Marrero Padrón, que era primo hermano de Manuel Campos Padrón”.
Tenía el astillero junto a la iglesia de San Telmo, en la playa que allí había entonces. Era conocido como “el varadero de San Telmo, donde se construían los barcos más veloces de todos los que iban a América. Y mi abuelo, al quererse independizar de su padre, también carpintero de ribera, pidió en Tenerife la concesión” y se estableció en la playa del Arrecife [hoy playa de las Canteras].
«En el varadero de San Telmo se construían los barcos más veloces de todos los que iban a América»LUIS MARRERO
El varadero lo tenía donde está hoy el club Victoria. “Ahí se hacían los barcos para todas las islas y salían navegando. Los dos primeros que se hicieron fueron para los hermanos Umpiérrez, de Garachico. Después para Agaete…”.
Y aquí enlaza con otra bonita historia, la que dio origen al actual nombre de la gran playa que baña la ciudad de Las Palmas. “Mi abuelo le iba a hacer unos barquillo a un marinero de Agaete y a otro de Gáldar y les propuso hacerles los barcos gratis, a cambio de que trabajaran para él cuatro días gratis sacando la piedra de la barra para traerla hasta la orilla. Una piedra que no vale para la construcción porque es arenisca, pero es excelente para destilar”. En su libro [La verdadera historia de la Bahía del Arrecife hoy Playa de Las Canteras] explica, por cierto, el disparate de dos concejales que dijeron que la catedral se había hecho con piedra de La Barra.
El Cabildo le devuelve los botes
Cuando se produjo el relevo en el gobierno insular tras las elecciones locales de 2011, escribió al nuevo presidente del Cabildo de Gran Canaria José Miguel Bravo de Laguna, para decirle “que parecía mentira que el Cabildo, con el edificio que tiene y que promociona la vela latina, no tuviera ningún bote”.
Fue así como le apareció “el secretario del hijo, que está en Deportes. Subió arriba, estuvo viendo los botes y cogió uno y dijo: ‘éste para mi presidente’ y se lo llevó. Él tenía la carta donde yo le ofrecía los cinco barcos primeros al costo (un bote de esos a menos de 500 ó 600 euros no se puede hacer y yo se los daba al costo). Y pasaron un mes y otro mes y otro mes [sin noticias] y lo llamo: ‘No, hombre no, yo no le he regalado el bote’. ‘Ah, entonces fue una equivocación’, dice y cogió y me devolvió los botes y el Cabildo no tiene ningún bote allí”.
Uno para entretenerme, otro para mi hija…
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Para Luis Marrero, que se ha “dedicado toda la vida a construir barcos y por las raíces de mi bisabuelo y abuelo, para mí eso es un juego de niños”, dice de su habilidad construyendo botes de vela latina y barquillos de pesca a escala. Y todo fue porque empezó con uno “en plan de entretenerme, y después uno para mi hija, y otro para… Y así” ●



