“No se rajan ni estallan, ni se abren con el sol, como la madera”

Ildefonso Hierro es carpintero de ribera y ejerce su profesión en Cotillo, Fuerteventura, donde aprendió con su padre. Pero el último barco de madera lo fabricó en 2005. Desde entonces ha tenido que reconvertir su carpintería y dedicarse a los barcos de fibra, los únicos que le encargan. [En PELLAGOFIO nº 42 (1ª época, junio 2008)].
Por YURI MILLARES
Ildefonso Hierro Rodríguez ha tenido que dedicarse al vidrio, dice, porque “la gente ya no quería barcos de madera”. Tuvo que idear entonces la fabricación de unos moldes y empezar a hacer barcos de fibra. En su carpintería ya no huele a madera, ese aroma lo ha sustituido el de los productos químicos que emplea ahora. Cuando hacía barcos de madera, reconoce, no se dedicaba a otra cosa, ya que “la fibra no me gustaba… y no me gusta, porque es química, pero como no había encargos de barcos de madera he tenido que cambiar”.
Los barcos de madera los hacía sin planos, “a ojo”. Los de fibra, también, pues los fabrica de dos moldes que también hizo “a ojo” siguiendo el mismo modelo de los anteriores
Los barcos de madera los hacía sin planos, “a ojo”. Los de fibra, también, pues los fabrica de dos moldes que también hizo “a ojo” siguiendo el mismo modelo de los anteriores, pero en dos medidas que ahora son fijas en lo que al casco se refiere y salen todos iguales: “Un poquito más bonito me salió el pequeño”, dice de sus dos moldes. En la calle tiene aparcado el último de los barcos que ha salido de su carpintería, el Francisco José III, un encargo del pescador Francisco Pérez. Tiene siete metros y medio de eslora, hacerlo de madera (él la empleaba de morera) le hubiera costado siete meses de trabajo; ahora le ocupa menos de la mitad de ese tiempo.
Los dos moldes principales de cada barco son el casco propiamente dicho y el interior (“la pieza de dentro” la llama él). En el hueco entre ambas piezas de fibra van “los refuerzos: se le ponen unas maderas para darle la forma y se plastifica; la fuerza se la da la fibra. En el fondo se pone la chapa para los compartimentos”. Entre las ventajas de la fibra está que no necesita tanto mantenimiento, “porque no se raja, ni se estalla, ni se abre con el sol como la madera”.
El propietario del Francisco José III lo quiere para pescar “entre Cotillo y Corralejo [por el norte] y para abajo hasta La Peña” y sustituirá al Francisco José I, de madera. ¿Prefiere la fibra que la madera? “Sí. Es más cómodo, coge más velocidad y es menor el mantenimiento”, responde. “No es que camine más, es que le ponen mucho motor”, precisa Ildefonso.
De pesca y recreo
Fotos de YURI MILLARES
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Los dos moldes que tiene sirven tanto para pesca como recreo: el grande, de 7,5 metros de eslora y 2,60 de manga (el molde del casco consta de cuatro piezas); el pequeño, de 6 metros de eslora y 2,10 de manga (en una única pieza) ●




