“Si da poco humo fincho con un palito y por un agujerito sale un machinal”

«Cuando la carbonera ‘cubana’ está preparada, con los troncos apilados, la cubierta de pinocha en su sitio, la pared de piedra colocada y la tierra lo cubre todo, Juan Sarmiento prepara las brasas que encenderán la hoya al introducirlas por la corona. La cantidad de humo que salga le indicará si debe ventilarla más o cerrar un poco la entrada de aire», describe el autor de este reportaje publicado originalmente en 1996. [Contenido extra de PELLAGOFIO nº 51 (2ª época, marzo 2017)].
Por YURI MILLARES
Artículo publicado originalmente por el autor en ‘La Gaceta de Las Palmas’ (29-IV-1996)


La hoguera va cediendo en lo que a sus llamas se refiere y las brasas encendidas centellean en el suelo. Es el momento de retirar el palo en torno al que ha colocado toda la leña de punta, dejando un orificio hacia el interior de la hoya. Juan se acerca entonces con una pala y una caña a la hoguera. Ésta para empujar, aquella para recoger las brasas y con las mismas humeando sube de un pequeño salto sobre la pared de piedra de la hoya. En la punta del orificio, la corona, las echa hacia el interior. La operación la va repitiendo y en pocos minutos una densa columna de humo sale de la corona con el particular aroma de las ramas que ha prendido.
«Enseguida hay que taparla, si no la llama sale del fondo para arriba le quema a uno»JUAN SARMIENTO, carbonero

Entre piedra y piedra
El machinal es el elemento clave de la carbonera cubana. Esos huecos entre piedra y piedra de la base circular de la hoya permiten la ventilación que necesita el fuego para poner al rojo la madera.
“Después, si echa mucho humo, le echo un poquito de pinocha en el agujero y le echo tierra”, explica el carbonero, “no le dejo más que humee un poquito. ¿Qué da poco humo? En la tierra le fincho con un palito apenas y por un agujerito sale un machinal para que coja aire”.

El humo es el indicador que da las pistas al carbonero de cómo está funcionando la hoya, si debe cerrar algo la entrada de aire o provocar que salga más
“Desde que le dé fuego, que empiece a apretarse de arriba, tengo que empezar a quitar piedras para que el fuego camine de la tierra para abajo”, continúa. Le esperan tres días con sus noches de vigilancia de la hoya, durante los que aprovechará el tiempo para preparar más leña con destino a una siguiente carbonera, apilando más troncos y pelándolos “porque la cáscara no arde”, precisa. El humo es el indicador que da las pistas al carbonero de cómo está funcionando la hoya, si debe cerrar algo la entrada de aire o provocar que salga más.
“Empieza el humo y después sale el fuego por los machinales, y sigue en redondo”, de un machinal a otro, “y cuando llegue a la última piedra está cocinada, se apaga y se tapa con tierra”. Es el momento de recoger el carbón.