Sociedad rural

Arada colectiva con once yuntas de la raza bovina canaria

Crónica a pie de surco de una arada de ganado basto canario

En el noreste de Tenerife, donde se concentra el ganado vacuno de la raza canaria que hay en esta isla, los criadores las tienen, sobre todo, para participar en romerías. Para alimentar a vacas y toros siembran cereal y cuando llega la época se dan cita grupos numerosos para alguna arada colectiva, como ocurrió con las once yuntas de este encuentro. [En PELLAGOFIO nº72 (2ª época, febrero 2019)].

Por YURI MILLARES

Es costumbre antigua en los campos de Canarias que, ante determinadas labores agrícolas que requieren mano de obra de apoyo (ya se trate de una vendimia, de una trilla o de una trasquila, por ejemplo), familiares, vecinos y amigos sean convocados el día de la actividad que se vaya a realizar para echar una mano. Ese día, la familia anfitriona tiene preparadas viandas, bebida y comida para atender a quienes acuden en lo que comienza como una intensa jornada de trabajo y termina en una celebración de hermandad y buena vecindad.

Mecanizadas muchas de las labores del campo, las yuntas han dejado de ser habituales en los llanos donde se siembra, pero para los criadores de vacas y toros de raza canaria (que en Tenerife llaman “ganado basto”) participar en una arada es una oportunidad de reunirse y disfrutar realizando una actividad tradicional que, además, les permite sacar a los animales de las cuadras y hacer ejercicio.

Como dice el Programa de conservación de la raza bovina canaria de la asociación de arrastre y de criadores de la misma (ACA), “el bovino canario es un claro ejemplo de una raza autóctona ligada al acerbo cultural del archipiélago y esto es la mayor motivación por parte de los ganaderos para su conservación”.

TOROS Y VACAS EN LA FINCA ZAMORANA
Domingo Cruz guía a ‘Rubia’ y ‘Manzana’, su yunta de vacas en la finca Zamorana. Detrás de él, la yunta que forman los toros ‘Dorado’ y ‘Moreno’ de su hermano José Luis. | FOTO YURI MILLARES

Es lo que llevó, una fresca pero soleada mañana de domingo, a un grupo de criadores a la finca Zamorana, en La Esperanza (Tenerife), donde Domingo Cruz los había convocado a celebrar una arada llevando cada cual su yunta de vacas o de toros.

Él –que tiene en sus cuadras nueve cabezas de este ganado– apareció con sus vacas Rubia y Manzana, mientras que su hermano José Luis –que cría otros ocho– llevó sus toros Dorado y Moreno. Y, como ellos, otros nueve hombres con sus yuntas hasta reunir aquel día once yuntas con sus respectivos arados.

LA SIEMBRA, CON AVENA NEGRA
A la par que las yuntas removían la tierra y abrían los surcos, algunos de los hombres se encargaron de echar la semilla. | FOTO YURI MILLARES

“Yo tengo las mías para trabajo y romería; arrastre no hago, no me gusta”, decía Domingo a este periodista. Hoy no era día romería, así que tocaba trabajar. “Esta siembra es para los animales”, concretó.

Y, en efecto, en cuanto los animales estuvieron enyugados comenzaron a caminar en fila, una yunta detrás de otra, dibujando los primeros surcos, pero abriendo cada yunta el surco siguiente a la que abría la de delante. Algunos hombres, a su vez, se encargaron de colgar de sus hombros sacos de tela con semillas de avena negra y también iniciaron su labor, dispersándolas sobre los surcos según iban sacando el puño del saco.

LA PAUSA DE MEDIA MAÑANA
Los ganaderos conversan y reponen fuerzas con sardinas asadas, carne fiesta, vino de La Esperanza y pan de Ravelo. | FOTO YURI MILLARES

“Cada uno va en un surco, para ir tapando la semilla. Y después se pasa una yunta con un palo para emparejar toda la tierra”, me explica uno de los ganaderos que estaba surcando. “Domingo es el dueño de esta tierra y venimos todos a ayudarle. Y para sacar las vacas también, porque si no, no salen”, añade. Todos ellos disfrutan participando en aradas. “Es lo nuestro”, dice el aludido.

VACA NEGRA, VACA COLORADA
Antonio Rivero hace girar a la llamativa yunta que componen sus vacas ‘Romera’ (la de capa negra) y ‘Centella’ para iniciar un nuevo surco. | FOTO YURI MILLARES

Estamos a finales de diciembre y para junio espera tener la cosecha. Entonces hará la trilla para sacarle la semilla y tendrá la paja para la comida del año de los animales.

“Estas son de tu pueblo”, señala a una de las yuntas, indicando que procedían de la vecina isla de Gran Canaria. Es habitual el intercambio de toros y la compra-venta de reses entre los ganaderos de ambas islas, para renovar la sangre o, simplemente, por tener un animal que a un criador de gusta. El propio Domingo lo hace. “¿Conoces a Juan, el de San Mateo, que tiene un toro bonito grande? Lo tuve aquí tres meses para torear a las vacas. ¡Era fuerte animal! Yo me llevo bien con Juan y por eso lo hacemos”.

Acabada la arada y antes de reunirse a comer, todavía les quedaron ganas de llevar sus yuntas hasta un llano cercano, más pequeño y junto al campo de fútbol del pueblo, para arar la tierra de un vecino que también lo necesitaba.

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