Sociedad rural

El lobito herreño, ¿perro prehispánico canario?

Para los arqueólogos es sólo cuestión de tiempo que aparezcan restos de perros como el lobito; hasta ahora se han encontrado algunos cráneos alargados, tipo lupoide

Todavía es una teoría, pero con bastantes argumentos como para que pueda llegar a confirmarse cuando avance la investigación a nivel arqueológico. Las demás piezas del puzzle empiezan a encajar: su ADN que lo confirma como raza, su morfología similar al lobo árabe y diversas referencias históricas y testimonios orales. [En PELLAGOFIO nº 41 (2ª época, abril 2016)].

Por YURI MILLARES

Recorrer la isla de El Hierro y no encontrarse con un perro lobo herreño, o “lobito herreño” (como es llamado más frecuentemente), es casi imposible. Y no por su gran número. Pero el ir y venir de camionetas de ganaderos por las carreteras, o el verlas aparcadas en alguna calle, facilitan ese encuentro. En la parte de atrás del vehículo suele haber amarrados un asta o palo de pastor y un lobito.

Uno los perros lobo de El Hierro en la camioneta de un ganadero a su paso por Jinama. | FOTO ISIDORO JIMÉNEZ
Uno los perros lobo de El Hierro en la camioneta de un ganadero a su paso por Jinama. | FOTO ISIDORO JIMÉNEZ
Pareja de lobitos con un cachorro en una camioneta aparcada delante del restaurante Casa Goyo, en San Andrés. | FOTO TATO GONÇALVES
Pareja de lobitos con un cachorro en una camioneta aparcada delante del restaurante Casa Goyo, en San Andrés. | FOTO TATO GONÇALVES

El lobito herreño tiene un nombre que realmente le hace justicia, pues a su pequeño tamaño añade su aspecto lupoide

El lobito herreño tiene un nombre que realmente le hace justicia, pues a su pequeño tamaño (su altura media a la cruz es de 52-54 cm) añade su aspecto lupoide. “Que es lobo se le nota en los ojos, las orejas, el ladrido. Que camine con ambladura, porque es un perro de trote; sólo con verlo caminar ya sabes que es lobo…”, explica Manolo Pérez Ramírez, presidente de Amilobo (Asociación para la Recuperación del Perro Lobo Herreño), que empezó en 1989 la recuperación de esta raza cuando apenas quedaban en la isla media docena de ejemplares.

A este experto criador y entrenador de perros de raza, natural de Arucas (Gran Canaria), le llamaron la atención aquellos primeros ejemplares que vio cuando fue a vivir a El Hierro. Preocupado por la próxima desaparición a la que se enfrentaban estos animales, decidió implicarse en su recuperación y lo primero que hizo fue multiplicarlos para tener suficiente descendencia, antes de dar los siguientes y fundamentales pasos, como son el estudio de su ADN y la definición de sus aspectos morfológicos más destacados.

José Juan Pestano, genetista de la Facultad de Veterinaria, lo confirmó: «Es una auténtica raza»

Así fue como logró obtener 52 de estos perros, momento en el que envió las correspondientes muestras para su análisis a uno de los mayores especialistas en Canarias, José Juan Pestano Brito, genetista de la Facultad de Veterinaria de la ULPGC (Universidad de Las Palmas de Gran Canaria). “Hizo el estudio del ADN mitocondrial y nos dijo: ‘No es una mezcla de perros, aquí tienes una auténtica raza”. Con este respaldo científico, lo siguiente que se planteó fue: “Si es una raza, tiene que venir de atrás”. Tocaba ahora investigar el origen de la raza, hasta ese momento no reconocida como tal, y lo hizo buscando en documentación escrita como en testimonios orales.

Después de ello consultó la información publicada por el historiador y antropólogo Manuel Lorenzo Perera. “Él estuvo en El Hierro en los años 70 hablando con abuelos que tenían 80 años, que a su vez hablaban de sus abuelos y de unos perros pastores que decían que eran pequeñitos, pero no lo llamaban lobo, sino perritos criollos”. Eso significaba que, al menos desde el siglo XIX, había una raza de perros pastores. ¿Cuándo pasó a denominarse lobo?

En el siglo XIX había unos perros pastores que decían que eran pequeñitos y los llamaban ‘perritos criollos’

Lo cierto es que junto a aquella media docena de lobitos que identificó en la isla, se encontró con que había mucha mezcolanza con el pastor alemán, que “llegó en los años 60 y 70 y ocurrió, como en todos lados, que arrasó. El garafiano se mezcló con el pastor alemán, el majorero se mezcló con el pastor alemán, el presa canario se mezcló con el pastor alemán… Y a El Hierro llegó más tarde pero también se mezcló, y veías muchos de ellos con capa de pastor alemán. Y al pastor alemán se le llamaba perro lobo, por lo que creemos que a partir de ahí empezó a cambiar y en vez de criollo lo empezaron a llamar lobo. Esa es nuestra teoría”, explica.

Pedro Cabrera, miembro de la Asociación Amilobo, con su pareja de lobitos herreños ‘Tosca’ y ‘Silver’. | FOTO TATO GONÇALVES
Pedro Cabrera, miembro de la Asociación Amilobo, con su pareja de lobitos herreños ‘Tosca’ y ‘Silver’. | FOTO TATO GONÇALVES

“Seguimos investigando y los cronistas de la conquista de Canarias decían que las islas estaban pobladas por perros, que eran como lobos pero más pequeños. Nuestra teoría es que el perro llegó con los primeros pobladores y quedó en El Hierro porque es la isla más aislada, pero llegó a las demás islas también. Todavía en los años 70 sólo venía un barco a la semana. Y el herreño tenía un burro, un perro de caza, un perro lobo y su ganado”.

Para los arqueólogos es sólo cuestión de tiempo que aparezcan restos de perros como el lobito. Hasta ahora se han encontrado algunos cráneos alargados, tipo lupoide

Y añade: “En el siglo XV ya existían en Canarias unos perros parecidos a lobos, denominados cancha por los aborígenes. Para los arqueólogos –dice– es sólo cuestión de tiempo que aparezcan restos de perros como el lobito. Hasta ahora se han encontrado algunos cráneos alargados, tipo lupoide”.

Por último, la morfología del lobito herreño, así como su carácter, inteligencia y comportamiento, apuntan a una clara y cercana descendencia del lobo, en este caso del lobo árabe. “Una investigadora egipcia que tiene estudiado el lobo árabe y su descendencia, con la que me pude poner en contacto, me apuntaba que el lobito procede de ahí, que está emparentado con el lobo árabe”.

La morfología del lobito herreño, así como su carácter, inteligencia y comportamiento, apuntan a una clara y cercana descendencia del lobo, en este caso del lobo árabe

El lobito herreño, describe, “es parecido al lobo en cuanto a constitución, movimiento, manto, colores y máscara. La cabeza tiene forma de cuña y las orejas van proporcionadas con su cabeza, triangulares y erguidas. La cola está implantada alta, en reposo es recta y colgante y en alerta la lleva en forma de hoz. Tiene el pelo recto y bien aplastado con un subpelo muy denso. La capa puede ir de gris amarillento (o crema) a gris plateado”. Además, se trata de “un perro con gran temperamento y posee una gran resistencia”.

Aún no está reconocido como raza, aunque la Real Sociedad Canina de España lo considera grupo étnico canino. Para ello se le hizo en 2009 un estudio del estándar que lo describe como “canino lupoide, de tipo medio, perfil recto y apariencia primitiva y lobuna”.

■ SOBRE EL TERRENO
Un pastor de cualidades excepcionales

En el patrón racial del lobito herreño de la Real Sociedad Canina de España, podemos leer que es un “animal utilizado sobre todo por su excelente aptitud como perro pastor de ganado menor, fiel a su amo y receloso a los extraños”. Y, en efecto, todos los pastores de esta isla con los que hemos hablado coindicen en elogiar las excepcionales cualidades de este perro cuando trabaja con ovejas y cabras.José Gutiérrez, librero jubilado de 91 años, fue pastor de ovejas en su infancia y juventud en Sabinosa. El primer lobito que conoció se lo envió su pariente Francisco Quintero desde Las Palmas de Gran Canaria, ciudad a la que había emigrado. Era una hembra a la que puso de nombre Loba. Él tenía entonces 15 años y subía hasta La Dehesa con un rebaño de ovejas que, en aquella época, dice, se contaba por docenas. “Yo tenía ocho docenas –ríe–, aunque una vez llegué a tener doce docenas, contando las crías”.

JOSÉ GUTIÉRREZ:
«En el camino no había paredes y el perro iba delante con el ganado atajando para que no fueran a las tederas de un vecino»

Era una “perra lobo muy buena”, insiste, y recuerda que la mandaba lejos para que le reuniera el ganado, “subía y empezaba a asocar de arriba para abajo, se metía en una caldereta de pinos que hay en la montaña de Tambárgena, reunía el ganado y lo traía a los corrales”.

La describe “pequeña, de color gris. Parió dos perros negros, que aquí no había perros de ese color, y uno se lo regalé a mi tío Ovidio y el otro se lo di a Valentín, que tenían unas cabras. Y yo me quedé con un hijo gris al que le puse Juguete, con el que subía todos los días desde Sabinosa a La Dehesa, a cuidar el ganado. La perra se la di a un pariente de El Pinar y me vino sola caminando a casa. La mató porque decía que le había matado una cabra, pero yo no me lo creo, porque era una perra de confianza. Yo llevaba el ganado por las noches al Cres, que en verano allí había pasto. En el camino no había paredes y el perro iba delante con el ganado atajando para que no fueran a las tederas de un vecino, y yo detrás. Y otras veces iba yo delante, apartando las zarzas del camino, y el perro venía detrás y no dejaba que se apartara ninguna del camino”.

Pedrín y 'Dike' vigilan al ganado que pasta en Jinama. | FOTO YURI MILLARES
Pedrín y ‘Dike’ vigilan al ganado que pasta en Jinama. | FOTO YURI MILLARES

Pedrín Quintero es pastor de El Pinar y posee unas 200 ovejas que pastorea a diario, moviéndolas por distintos lugares de los llanos de Nisdafe o las muda hacia donde llama el Monte Dentro, por Mencáfete.

No se separa de su lobito herreño, al que llama Dike. “Tiene 6 años. Es el mejor perro que hay. Nunca se cansa”, dice. En cuanto le da la orden, Dike corre rodeando al ganado y reuniéndolo donde le indica el pastor, esperando por una oveja rezagada que acaba de parir y va con el cordero a su lado. “Lo he visto con otro pastor –nos explica Manolo Pérez–. El problema con la oveja parida es que vienen los cuervos. Por eso, cuando el pastor lo envía a buscarla, el perro llega hasta donde está y se pone a cuidar a la oveja y a su cría hasta que ya están en condiciones para caminar, y aunque pasen uno o dos días, la oveja llega con su corderito al corral y el perro detrás. Es una herramienta de trabajo impresionante”.

JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ:
«Le iba a poner ‘Bobo’ porque ni ladraba ni nada, y al final me dio pena y lo dejé en ‘Bob'»

Juan José Hernández es un ganadero de Valverde. Tiene una manada de cabras que viven sueltas todo el día cerca de los aerogeneradores de la Gorona del Viento, alimentándose del pasto que crece en la zona, con cuya leche hace queso ecológico. Cada tarde las reúne para el ordeño con ayuda de su perro lobito. “Es un perro que me regalaron y luego descubrí que no ladra. Es buenísimo, tiene un gran olfato y me busca al ganado. Aplica la nariz y agarra rumbo enseguida. Es que aquello es muy grande, hay un montón de pasto y el ganado que te pare se extravía. Le iba a poner Bobo porque parecía bobo que ni ladraba ni nada, y al final me dio pena y lo dejé en Bob”.

PEDRO CABRERA:
«También son buenos cazadores, incluso mejores que los podencos»

Pedro Cabrera, de Frontera, es miembro de la asociación Amilobo y criador de lobitos. “Mi abuelo fue pastor, mi padre también tiene ganado, y mi tío, y me han hablado del lobito. Es un perro con bastante sangre. La habilidad de él es estar siempre rodeando. Si voy con el ganado, los animales me van siguiendo y él está pendiente siempre si alguna se queda atrás. También son buenos cazadores, incluso mejores que los podencos” ●

El perro lobo herreño en su color de capa (izq.), otro hijo de padres lobitos pero con capa blanca (centro) y un podenco canario (dcha.). | FOTO TATO GONÇALVES
El perro lobo herreño en su color de capa (izq, con Pedro Cabrera), al lado otro perro lobo hijo de padre y madre lobitos grises que nació con capa blanca y un podenco canario (dcha). | FOTO TATO GONÇALVES

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