Las razones del ganadero, identidad, adaptación, leche
En La Palma, cabras de raza palmera ¿y cabras de raza majorera?

La razones del ganadero expresan diferentes experiencias. Las opiniones varían cuando se trata de elegir la raza de cabra canaria que quieren en sus granjas en La Palma. La raza de la propia isla, mejor adaptada, está en peligro de extinción con menos de 9.000 animales censados. La raza majorera tiene a su favor que produce más leche. [En PELLAGOFIO nº 112 (2ª época, noviembre 2022)].
Por YURI MILLARES
La isla de La Palma cuenta con una raza propia de caprino. Heredera genéticamente de la que tenía su población aborigen, se destina a la producción de quesos con su leche. Son apenas 8.260 animales inscritos, según el último censo publicado en junio de 2022 (VIII Catálogo de Reproductores de la Raza Caprina Palmera). Esta raza, sin embargo, compite con otra que es más productiva y está más extendida en el archipiélago, la majorera (todavía con una presencia limitada aquí).
La leche de cabra palmera tiene un 5,06% de grasa y 4,23% de proteína en 1,9 litros/día, mientras la cabra majorera aporta un 4,24% de grasa y 3,81% de proteína en 2,6 litros/día
Brenda Rodríguez, ganadera, productora de queso y presidenta de la Asociación de Criadores de Cabras de la Raza Palmera, dice en el libro de las razas del campo canario El Arca de la Atlántida (Pellagofio Ediciones, 2020): «Si yo vendiera leche, a lo mejor decía “bueno, la majorera me merece más”. Pero para hacer queso me da más rendimiento la palmera. Aparte de eso, a la majorera no la puedo soltar [por el tamaño de las ubres]. Y yo para tenerlas encerradas no las quiero». Aunque, sobre todo, reía, «yo creo que bonita como la palmera no hay otra raza».
Según los datos de las respectivas asociaciones de criadores de estas dos razas caprinas: la leche de cabra palmera tiene un 5,06% de grasa y 4,23% de proteína en 1,9 litros/día; mientras que la cabra majorera aporta un 4,24% de grasa y 3,81% de proteína en 2,6 litros/día.

En la granja Las Lameras, en Montes de Luna (Villa de Mazo), preguntamos a Juan Rodríguez Zerpa por ello. Con un ganado de 200 cabras en varios lotes, cuenta con una cueva de maduración para los quesos y sus cabras palmeras salen cada tarde pastoreadas por su hijo Daniel.
«A mí me llega gente aquí y me dice “chacho, ¿a ti te merece la pena tener esas cabras con los ubres tan chicos?”. Pero, a mi entender, mientras más leche da, menos cuajada y más suero. Y yo no vendo suero, yo vendo kilos de queso —dice para argumentar que prefiere la cabra palmera—. Y la cabra de aquí tiene mucho aguante; la majorera no es animal de esta zona, si baja por ahí regresa sin ubres».
Pedro Cabrera, que tuvo y quitó las cabras majoreras, también decía «yo quiero queso, no suero»
En la granja Montellano, en el Llano de Tenagua (Puntallana), Pedro Cabrera, que tuvo y quitó las cabras majoreras, también decía «yo quiero queso, no suero». Con unas 250 cabras palmeras en dos lotes, reconoce que «son muy celosas y desinquietas», tanto como para que las de un lote no acepten con ellas a una cabra que sea del otro lote: «Se mandan a estampidos. Llevas algunas a la feria por la mañana y las traes por la tarde y ya se dan leña».
Cuando empezó con la granja sus primeras cabras eran las mestizas que tenía su madre «y compramos a una señora de Mazo unas que eran majoreras. Después me fui a Fuerteventura a comprar 30 cabras más. Y a partir de ahí empecé», explica. Eran cabras «nuevas, sanas y estaban bien de leche», dice, pero… «Lo que pasa es que te das cuenta de que, según llegaba el invierno, se te arrugaban enseguida, bajaban en leche, los ubres erizados; en cuanto al rendimiento, me parecía a mí que gastaba mucha leche para hacer queso, se iba mucho en suero».
Cuando empezó a desarrollarse en la isla el trabajo de recuperación y mejora de la raza palmera «dije: “pues fuera” y fui sacando las majoreras y comprando y criando palmeras en lotes separados» y entró en la Asociación de Criadores de la Cabra Palmera. «Nos quedamos con palmera nada más: menos litros de leche, pero más rendimiento. Es una cabra más fuerte, que admite estar aquí en el invierno, se pone peluda».
Eso sí, ya decía que eran desinquietas: hay que estar muy atentos con ellas. «La majorera es más tranquila y en eso es mejor, camina menos y está menos pendiente de escaparse. Las palmeras no. El otro día estaba todo esto de hierba buena, relinchones, tederas. Pues estas tías saltaron la cerca, cogieron por la pista para abajo y se metieron donde tengo unos árboles y me lo comieron todo».
«Ambas cubren un nicho diferenciado: la cabra majorera no sirve para pastorear en la palma por el excesivo volumen de su ubre; por otro lado, la palmera no se adapta a la explotación intensiva» JUAN CAPOTE, veterinario

Compatibles en la Isla
Preguntado, el veterinario y estudioso de las razas caprinas canarias Juan Capote cree que ambas razas son perfectamente compatibles en la isla. «Desde luego que sí. Ambas cubrirían un nicho totalmente diferenciado».
Entrando en detalles, dice: «La cabra majorera, como ya se ha demostrado, no sirve para pastorear en La Palma por el excesivo volumen de su ubre y por su aspecto más longilíneo. Frente a la morfología más compacta de la cabra palmera, que la hace más apropiada para el pastoreo “en vertical”».
Por otro lado, añade, «la palmera no se adapta a la explotación intensiva, debido a su carácter activo y a su comportamiento agonístico, fruto de la elevada jerarquización de la raza». En cualquier caso, «es recomendable que las explotaciones intensivas se suministren de forrajes de origen local, para disminuir los costes de alimentación, los cuales se han incrementado notablemente debido al aumento de los costes de transporte».