Yo fui en el correíllo

Pasajeros con orinal, legionarios en bronca

José Luis Camacho relata su experiencia como alumno de Máquinas en prácticas en el vapor ‘Viera y Clavijo’, gemelo del ‘La Palma’, a mediados de los años 60 del siglo XX. Se publicó en la edición impresa como entrega las nº 12 de la serie “Yo fui en el correíllo”. [En PELLAGOFIO nº 36 (1ª época, diciembre 2007).]

Por JOSÉ LUIS SERRANO CAMACHO
Director técnico para la rehabilitación del correíllo ‘La Palma’

Entre los años 1965 y 1966 estuve enrolado efectuando mis prácticas como alumno de Máquinas en el Viera y Clavijo. Para quien no lo sepa, en un barco un alumno es un oficial en prácticas. Han pasado de esto la friolera de 42 años y los recuerdos se van borrando, sólo quedan pinceladas muy difuminadas de lo que fue todo aquello, pero aún así, una serie de episodios del día a día de la vida en un barco sí que sigo teniendo presentes y me gustaría escribirlos, para que el lector de hoy pueda comparar lo que fue la comunicación interinsular en aquella época y como se realiza en la actualidad.

Nosotros hacíamos dos líneas diferentes según las necesidades de la compañía armadora. Una eran viajes entre islas y la otra la comunicación de las islas con la entonces África Occidental Española. Para mí las rutas interinsulares eran mucho más agradables, ya que el pasaje era gente de las islas y la carga era también, en su mayoría, productos de las islas. Además, nos gustaba mucho más pisar puertos isleños que desembarcar en el desierto. Cuando navegábamos a África, la línea era Las Palmas, El Aaiún, Villa Cisneros, Las Palmas. A veces tocábamos La Güera y Port Etienne, pero era poco frecuente.

En El Aaiún no había puerto y había que fondear a media milla de la playa; la descarga del pasaje y de la carga se efectuaba con vehículos anfibios

Fondeo en El Aaiún
En El Aaiún no había puerto y había que fondear a media milla de la playa; la descarga del pasaje y de la carga se efectuaba con vehículos anfibios. Esto era bastante peligroso debido a las fuertes corrientes en la zona y a que, en ocasiones, el tiempo no era bueno. Yo vi naufragar más de uno de estos anfibios. En estos viajes el pasaje era casi en su totalidad tropas del Ejército español y la carga eran suministros para dicho ejército. Me causaban mucha impresión los legionarios que viajaban, ya que en aquella época eran gente muy brava y no faltaban nunca las broncas a bordo entre ellos, a pesar de la férrea disciplina a que estaban sometidos.

Navegué con el capitán más popular de todos los correíllos, se llamaba Eliseo Izquierdo, hombre muy querido en todos los puertos de nuestra ruta. En el barco éramos 48 tripulantes, distribuidos entre oficiales, maestranza, subalternos y fonda. Hoy en día un barco que navega entre islas no lleva ni la tercera parte de tripulación que llevábamos nosotros. Las navegaciones se efectuaban normalmente de noche, las salidas eran a las doce y se amanecía en el destino, después estábamos todo el día en ese puerto efectuando operaciones de carga y descarga.

En el barco éramos 48 tripulantes, distribuidos entre oficiales, maestranza, subalternos y fonda. Hoy en día un barco que navega entre islas no lleva ni la tercera parte de tripulación que llevábamos nosotros

Orinal en mano
Teniendo en cuenta que en aquella época el pasaje interinsular era casi todo marítimo, viajaba mucha gente en estos barcos. De todas las condiciones: los potentados en primera, otros en segunda, los menos pudientes en tercera y los había que viajaban en cubierta que aún era más barato. En cubierta es donde iba más gente, sobre todo en los alrededores de la bodega tres, porque allí estaban más asocados; en las cubiertas de proa no había quién parara. Era digno de ver todo lo que llevaban estos pasajeros de cubierta: mantas, comida, a veces animales y, lo que llamaba mucho la atención, hasta un orinal (lo consideraban importante, por si se mareaban).

En la bandera de popa había dos letras en azul: C M. Quería decir Correo Marítimo

Una función muy importante de estos buques era el transporte del correo, de ahí el nombre de “correíllo”. En la bandera de popa había dos letras en azul: C M. Quería decir Correo Marítimo y por eso estos barcos tienen ciertos privilegios respecto de otros. Mucha gente iba a la salida del barco a echar una carta en el buzón que había al pie de la escala. Naturalmente, esta carta era la más rápida que llegaba. Le oí contar una anécdota a un señor de La Palma, contaba que un conocido suyo iba a la salida del barco a echar una carta para Tenerife. Llevaba la carta en un bolsillo de la chaqueta y el sello en el otro. Si veía algún conocido a quien darle la carta para que la entregara, bien; si no, le pegaba el sello y la echaba en el buzón.

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