Transporte de ilustres científicos que visitaron Canarias

El director del popularmente conocido como ‘Jardín Canario’ llegó al archipiélago, por primera vez, en 1964 y navegó en los mismos vapores interinsulares que su tocayo, compatriota y científico David Bannerman casi medio siglo atrás. Entrega nº 2 de la serie “Yo fui en el correíllo”. [En PELLAGOFIO nº 26 (1ª época, noviembre 2006)].
Por DAVID BRAMWELL
Director del Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo
Para la preparación de mi primera visita a las islas Canarias, en 1964, me dediqué a leer el libro escrito en 1922 por el ilustre ornitólogo David Bannerman (The Canary Islands, their history, natural history and scenery) sobre sus primeras excursiones por el archipiélago entre 1908 y 1913 y en 1920. En su libro, Bannerman recuerda sus viajes entre Gran Canaria y Fuerteventura así: “Por fin completamos nuestros preparativos y embarcamos en un pequeño vapor insular, el Viera y Clavijo, a los ocho de la mañana del cuatro de mayo de 1913. Cuatro horas más tarde, el correo levó el ancla y salimos echando vapor del puerto de [La Luz y] Las Palmas alrededor de la medianoche, para empezar nuestra travesía de 60 millas hasta Fuerteventura. Una vez fuera del abrigo de La Isleta, el pequeño barco comenzó a cabecear y dar bandazos, aunque, por fortuna, el viaje no resultó tan malo como para impedirnos lograr un bien merecido descanso nocturno”.
«Partimos rumbo a La Gomera la noche del 14 de marzo de 1920 a bordo del navío ‘León y Castillo’, uno de los barcos más grandes y cómodos que enlaza los principales puertos del archipiélago canario»DAVID BANNERMAN, ornitólogo
En 1920, otra vez de excursión ornitológica en el archipiélago, Bannerman hace el recorrido entre la capital tinerfeña y La Gomera: “Partimos de Santa Cruz de Tenerife rumbo a La Gomera la noche del 14 de marzo de 1920. Navegábamos a bordo del navío León y Castillo, uno de los barcos más grandes y cómodos que realizan la travesía y enlaza los principales puertos del archipiélago canario”.
Universidad de Liverpool
En 1964, mi objetivo, en compañía de un pequeño grupo de geógrafos y biólogos de la Universidad de Liverpool, era visitar y explorar la isla de La Gomera. Cuando llegamos a Santa Cruz de Tenerife contactamos con el cónsul británico, Mr. Eric Fox, quien nos facilitó una gran ayuda para rescatar nuestro equipaje de la aduana con tiempo suficiente para poder coger el barco para La Gomera. Pero cuando pasamos por las oficinas de Aucona en Santa Cruz para conseguir los billetes del barco, cuál sería mi sorpresa al descubrir que nuestro viaje iba a transcurrir en el mismo barco que trasladó a David Bannerman al mismo destino más de 40 años atrás.
Cada vez que iba en ellos pensaba en los ilustres científicos Hausen, Burchard, Praeger, Sventenius y muchos más que, con anterioridad, habían hecho los mismos recorridos, estudiando las islas Canarias

Salimos a las 12 de la noche y algunos decidimos pasar el trayecto en cubierta, para ver las luces de Santa Cruz y la llegada por la mañana a la isla colombina. Recuerdo que, una vez en alta mar, el barco se agitaba un poco y había cierto olor a gasoil. Los compañeros que habían elegido pasar la noche dentro, en el salón, salieron a cubierta varias veces, más de uno preguntando si alguien “tenía una biodramina”. Pero pasamos la noche sin ninguna tragedia y, por la mañana, entramos en el puertito de San Sebastián, admirando el mismo paisaje que describió Bannerman en 1922: pintoresco y con abundantes palmeras canarias.
Un buen café con leche y pan con mantequilla en el bar de la plaza, hizo olvidar a algunos de los compañeros sus pequeños mareos de la noche anterior
Al desembarcar en el muelle aquella mañana, un buen café con leche y pan con mantequilla que tomamos en el bar de la plaza de los laureles de Indias hizo olvidar a algunos de los compañeros sus pequeños mareos de la noche anterior.
Algo especial
Esta fue mi primera experiencia de los correíllos canarios, pero posteriormente hice varios viajes más en ellos, en el Viera y Clavijo a Fuerteventura y en el La Palma a la isla del mismo nombre. Cada vez que iba en ellos sentía algo especial, pensando en los ilustres científicos Hausen, Burchard, Praeger, Sventenius y muchos más que, con anterioridad, habían hecho los mismos recorridos, estudiando estos magníficos laboratorios de las Ciencias Naturales que son las islas Canarias.