El enfado de don Thomas y el caminito al Nublo

David Bramwell y su mujer Zoë desembarcaron a principios de los años 70 en Las Palmas con su pequeño Fiat 850 dispuestos a conocer y explorar Gran Canaria: realizar la primera visita al Jardín Canario, conocer la cumbre de la isla y ¡no llegar tarde al hotel o se quedaban en la calle!. Un artículo de la serie “Cuaderno de campo”. [En PELLAGOFIO nº 38 (1ª época, febrero 2008)[En PELLAGOFIO nº 38 (1ª época, febrero 2008)].
Por DAVID BRAMWELL
Director del Jardín Botánico Canario «Viera y Clavijo»
Hace ya casi 40 años que hicimos aquella excursión por la isla de Gran Canaria. Llegamos a primera hora al muelle de Las Palmas, desembarcamos nuestro pequeño Fiat 850 y salimos en dirección a Tafira, donde don Enrique Sventenius nos había recomendado, como base ideal para explorar la isla, el hotel Los Frailes, regentado por su dueño el inglés don Thomas. Fue la primera vez que visitamos el Jardín Canario y su magnífica colección de flora canaria. Por la noche, después de cenar, pasamos por la casa de don Günther Kunkel y su esposa Mary Anne. Fue una noche muy agradable, hablando de flora canaria y escuchando maravillados las anécdotas y relatos de Günther sobre sus aventuras en Sudamérica y, también y de modo especial, en Liberia. Salimos muy tarde de allí y nos encontramos en Los Frailes con un don Thomas algo enfadado, ¡esperando por nosotros para poder cerrar la puerta del hotel con llave!
Para nosotros todo era nuevo: las vistas de los grandes riscos y profundos barrancos, y una flora bastante distinta a la de los altos de Tenerife
Al día siguiente, no tan temprano como me habría gustado, salimos hacia San Mateo y la cumbre, con la advertencia de Tom de que iba cerrar el hotel a las doce de la noche, con o sin nuestra presencia. Durante la subida a la cumbre hicimos varias paradas que nos recomendó Kunkel y, después de almorzar un bocadillo en la Cruz de Tejeda, salimos hacia el pueblo de Tejeda pasando por unos paisajes magníficos, de riscos con retama amarilla y escobón, hasta que encontramos el caminito hacia la base del roque Nublo. Para nosotros todo era nuevo: las vistas de los grandes riscos y profundos barrancos, y una flora bastante distinta a la de los altos de Tenerife. Nos sorprendió la abundancia del rosalito (Pterocephalus dumetorum), especie bastante rara y de un ecología muy diferente en el sur de Tenerife; encontramos la mostaza (Descurainia preauxiana) y disfrutamos de los matorrales de salvia blanca (Sideritis dasygnaphala), magarza (Argyranthemum adauctum) y alhelí (Erysimum albescens); y, en las grietas de las rocas, el pequeño verol (Aeonium simsii).
Respondió de inmediato que no, que en su casa tenía una habitación de invitados. Fue nuestro primer encuentro con un gran personaje canario y, desde aquel momento, gran amigo, don Vicente Sánchez Araña
Regresamos tarde al coche y bajamos por la carretera hacia San Bartolomé de Tirajana. Eran casi las once de la noche cuando llegamos a Santa Lucía y paramos en un bar, para tomar un café y preguntar cuánto tiempo íbamos a tardar en llegar a Tafira. Nos contestó un señor, muy amablemente, que “unas dos horas y media”, pero en nuestro caso, “sin conocer la carretera, mas todavía”. Le dije a Zoë que, seguramente, esa noche tendríamos que dormir en el coche y el señor, entendiendo algo de nuestro inglés, preguntó: “¿Por qué?”. Le contamos lo de don Thomas y el hotel, respondiendo de inmediato que no, que en su casa tenía una habitación de invitados. Fue nuestro primer encuentro con un gran personaje canario y, desde aquel momento, gran amigo, don Vicente Sánchez Araña.