Carlos CóloganVirtus Probata Florescit

400 pipas de vidueño de Tenerife, en el botín del almirante Rodney

La Royal Navy atacó y ocupó en Las Antillas la isla holandesa de San Eustaquio, capturando un enorme botín de armas y vino destinado a las tropas de George Washington. Un artículo de Carlos Cólogan para la serie Virtus Probata Florescit, su columna en PELLAGOFIO. [En PELLAGOFIO nº 67 (2ª época, septiembre 2018)].

columnista-carlos-cologan-3bPor CARLOS CÓLOGAN SORIANO
Escritor e investigador especializado en el comercio atlántico del siglo XVIII.

Según avanzaba la Guerra de la Independencia americana, ésta iba incorporando nuevos contendientes. El último de ellos fue Holanda, hasta entonces una nación neutral sin una marina capaz de enfrentarse a Gran Bretaña, pero con algunas cualidades que la hacían comercialmente fuerte y muy dañina para los británicos.

La guerra entre ambas naciones se desató por desacuerdos sobre la legalidad y conducción del comercio o, dicho de otra manera, el abastecimiento neerlandés a los enemigos de Gran Bretaña. Aunque la república holandesa no entró al principio en una alianza formal con los Estados Unidos y sus aliados, el embajador estadounidense y futuro presidente John Adams logró establecer, en abril de 1782, relaciones diplomáticas con Holanda, segundo país europeo en reconocer a los americanos. Los frentes en los que Gran Bretaña pugnaba comercialmente con Holanda eran el mar Báltico y el mar del Norte en Europa, además del Caribe. Así pues, Gran Bretaña inició un bloqueo en dichas zonas para proteger sus mercantes y asfixiar el tráfico marítimo de Holanda que tanto ayudaba a sus enemigos.

Lo normal en la vida de un marino es que navegue y combata para ascender en el escalafón, con Rodney no sucedió así. En 1778 estaba en París, encarcelado y huyendo de sus acreedores

Un oficial huido y con deudas
El elegido por la Royal Navy para ejecutar las órdenes en el Caribe fue George Brydges Rodney, un oficial verdaderamente singular. Lo normal en la vida de un marino es que navegue durante años y combata para ascender en el escalafón, pero en el caso de Rodney no sucedió así. A principios de 1778 se encontraba en París, encarcelado y huyendo de sus acreedores británicos que lo acosaban por las muchas deudas que había dejado. Gracias a un benefactor consiguió escapar de Francia y volver a Gran Bretaña, donde recibió nuevas órdenes. En su primera misión consiguió alcanzar el puerto de Gibraltar con víveres y provisiones durante el Gran Asedio, derrotando a una flota española en la batalla del Cabo de San Vicente de 1780.

Retrato del almirante Lord George B. Rodney, primer barón de Rodney, pintado al óleo en 1791 por Jean Mosnier. | FOTO WIKIMEDIA COMMONS

Rehabilitado en el puesto de almirante de la Royal Navy como Commander-in-Chief of the Leeward Islands o islas de Sotavento, se le encomendó tomar el control de la isla holandesa de San Eustaquio, en las Antillas. El encargo era, desde luego, una verdadera golosina para alguien que tenía los bolsillos vacíos y que anhelaba restablecer su dignidad y su solvencia. En aquellos años y en caso de triunfar en batallas y conquistas, los mandos militares británicos se llevaban un porcentaje del premio, motivo más que suficiente para que Rodney se reenganchara.

Base de las Trece Colonias
Para la Royal Navy el motivo de la toma de San Eustaquio en el Caribe Oriental estaba bien justificado, ya que la isla holandesa estaba sirviendo como base de suministro de las Trece Colonias y era un centro logístico donde los navíos de esta y otras naciones enemigas de Gran Bretaña se surtían de todo tipo de víveres y también de armamento.

La isla holandesa estaba sirviendo como base de suministro de las Trece Colonias y era un centro logístico donde los navíos de esta y otras naciones enemigas de Gran Bretaña se surtían

La pequeña isla de veinte millas de circunferencia (32 km) debía ser tomada, pero no sólo por eso. A su riqueza agrícola, principalmente azucarera y de producción de ron, se unía la existencia de una colonia de judíos que hacía de puente entre Ámsterdam y Filadelfia, responsable de armar a los colonos americanos. En el corazón de este flujo estaban los créditos financieros canalizados a través de Roderigue Hortalez and Comp. con los comerciantes judíos de San Eustaquio, lo que provocó el enojo de los líderes británicos: “este nido de víboras ha hecho más daño a Gran Bretaña que sus enemigos más poderosos”, escribió el almirante Rodney en una carta al general Vaughn. En respuesta, una flotilla bajo el mando del almirante se preparó para su captura.

Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con los vinos de nuestras islas? Pues ciertamente mucho. La implicación viene por las muchas exportaciones que canalizaba Tenerife a las Trece Colonias vía San Eustaquio.

El navío cargó en Tenerife cerca de 200.000 litros de vinos, una cantidad muy significativa y valorada en torno a cinco mil libras

El ‘Vigilantia’
El caso que traigo a colación en estas líneas, y no fue el único, fue el de un barco fletado por el comerciante Frederick Ludwick Brunsberg, de Ámsterdam, que contrató un mercante de gran porte llamado Vigilantia, al mando del capitán Christian, para cargar 300 pipas de vinos en la isla por un importe de 3.913,9 libras. A las primeras 300 pipas se añadieron más tarde 100 pipas adicionales de vinos de dos años, que se trasladaron desde el Puerto de La Orotava (en Tenerife) a la capital de la isla, Santa Cruz. Las pipas las debía recibir en San Eustaquio Mr. William Galland & Comp. El navío cargó en Tenerife cerca de 200.000 litros de vinos, una cantidad muy significativa y valorada en torno a cinco mil libras, sumando un peso a bordo de más de 600 toneladas, pues venía con más géneros cargados en Ámsterdam.

By Order and for account & risk of Mr. Brunsberg of Amsterdam we consign you per the Dutch ship Vigilantia bearer here of 400 Pipes of our Vidonia Wine in large and small Cask

Mess. William Galland & Comp.
Tenerife, the 20 Nov 1780
Gentlemen
By Order and for account & risk of Mr. Frederick Ludwick Brunsberg of Amsterdam we consign you per the Dutch ship Vigilantia, Captain Fieder Christian, bearer here of 400 Pipes of our Vidonia Wine in large and small Cask as per annexed bill of loading and Invoice, which on arrival you’ll be pleased to retire, following for their sale the directions your said friend may have given you same for your neat proceeds as being his property. We have procured your wines of your best growths and qualities which makes us believe you’ll find them to entire satisfaction and we have repeatedly warned our Cooper his staves attendance to every Cask being will coopered and the leakage should be as little as possible herewith you have the Charterparty and it may serve for your government in the dispatch of this vessel. We profit of this opportunity to make you atender of our best services in these Islands where we’ll receive with pleasure your agreeable commands, Interim and ever we remain very sincerely. Gentleman a friend has beg’d of us we should request your favour of your forwarding the inclosed for Nueva Guatemala when any opportunity should offer.

El pago del suministro se hacía, como era habitual, con vencimientos a seis, nueve y doce meses de la fecha de expedición pero, como era de prever, vía Londres. En esta ocasión a través de la empresa Mess. Alexander Graham & Comp., que era el broker de Frederick Ludwick Brunsberg en la ciudad. Por tanto, las facturas fueron remitidas a Londres a esta compañía que se las abonaría a Cologan, Pollard & Comp. En este caso se emitieron tres facturas de 666,13 libras cada una, hasta completar la cifra de 2.000 libras que era la parte a abonar en Londres porque posiblemente el resto se intercambiaría por duelas de roble americano que retornarían desde San Eustaquio.

El tinerfeño Longa era el responsable de remitir hacia Europa las remesas de plata y oro que salían de contrabando desde las Indias Españolas

Destaca en la gestación de este envío el papel del tinerfeño Francisco Xavier de Longa, apoderado de Tomás Cólogan en Caracas. Longa era la persona que mediaba con las empresas tanto de San Eustaquio [William Galland & Comp.] como de Curazao [Mons. Isaac Guverneux, Jan Ringleling y Jan Hendrick & Genill]. El rol de Longa era fundamental, pues era el responsable de remitir hacia Europa las remesas de plata y oro que salían de contrabando desde las Indias Españolas. Esos metales preciosos, tan codiciados en Londres, venían normalmente en los navíos del cacao desde la Guaira y Caracas y, tras pasar por Tenerife, se remitía hacia Londres en los navíos Scipio, con el capitán Samuel Kirkman, el Emerald del capitán George Addis, el Earl of Sandwich del capitán John Cochran que operó hasta 1765 cuando naufragó en la costa de Waterford y, más tarde con el Royal Princess.

El iracundo Rodney
En resumen, la vida económica de la isla de Tenerife estaba perfectamente imbricada con la economía inglesa y el uso de las empresas de la City es una constante en el archivo. Y no solo era la compañía de Juan Cólogan e Hijos la que operaba bajo ese esquema, sino prácticamente todas las casas comerciales irlandesas que, desde la isla, se dedicaban a la exportación de vinos.

El 30 de enero de 1781, Rodney partió con una la flota para tomar San Eustaquio: mucho no le costó, pues el 3 de febrero ya lo había hecho

Pero volviendo al ambicioso e iracundo almirante Rodney, resultó que el 30 de enero de 1781 partió desde la isla de Santa Lucía con una la flota para tomar San Eustaquio. Lo cierto es que mucho no le costó, pues el 3 de febrero ya lo había hecho y hay que decir que sin excesivo derramamiento de sangre.

La sorpresa de los ingleses fue mayúscula cuando encontraron fondeados en el puerto nada menos que 130 cargueros, un navío de guerra holandés y otros cinco americanos que fueron inmediatamente confiscados. Era de tal magnitud la riqueza que almacenaban los barcos en sus bodegas, que el propio Rodney ordenó que se mantuvieran ondeando las banderas holandesas para que sirvieran de cebo a los nuevos barcos que seguían llegando. Uno de esos barcos fue el Vigilantia, que en diciembre de 1780 había cargado en Tenerife las citadas 400 pipas de vino.

La ocupación provocó la expulsión de los judíos que sostenían la economía de la isla y eran responsables, en gran medida, de financiar al ejército de George Washington

La captura de San Eustaquio generó una gran controversia por la apropiación de bienes y riquezas por parte de Rodney. La ocupación provocó, además, la expulsión de los judíos que sostenían la economía de la isla y eran responsables, en gran medida, de financiar y proporcionar armas y municiones al ejército de George Washington. El papel de casas de comercio como Samuel Myers y Moses Myers, luego establecidas en Filadelfia, es cada vez más reconocido. Pero lo más interesante es su vinculación con las casas de comercio de Tenerife, que vieron pasar por las islas barcos para cargar vinos y que, con toda probabilidad, venían ya con armas y municiones.

Afortunadamente la ocupación no duró mucho pues en noviembre de 1781, sólo 10 años después, fue recuperada por los franceses y devuelta a los holandeses en 1784. Eso sí, las 400 pipas de vino de Tenerife acabaron en los almacenes de la Royal Navy y en la mesa del propio Rodney, como él mismo aseveró un año más tarde.

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