El comercio triangular de los mercaderes británicos con la esclavitud

«El 27 de mayo de 1788 partió desde el puerto de Liverpool el navío esclavista ‘Elisabeth’, con el capitán John Marshall, rumbo al puerto de la Orotava en Tenerife», escribe Carlos Cólogan en esta entrega de Virtus Probata Florescit, su columna en PELLAGOFIO. [En PELLAGOFIO nº 63 (2ª época, abril 2018)].
Por CARLOS CÓLOGAN SORIANO
Escritor e investigador especializado en el comercio atlántico del siglo XVIII a partir de la amplia documentación legada por su familia.
Reconozco que cuando uno entra en el archivo histórico con la mirada limpia se presta, mucho más, a descubrir nuevos puntos de vista, o si se quiere, a ver nuevas dimensiones de la realidad histórica de nuestras islas. Las conexiones comerciales y personales que se esconden tras esta carta son algo lúgubres, pero es que así fue la realidad. Este relato surge de una carta remitida desde Londres a Tenerife el 12 de febrero de 1788, donde un comerciante tinerfeño escribe a sus hermanos para advertirles de una nueva posibilidad de negocio:
Queridos hermanos:
El último correo lo escribí a Vuestras Mercedes mui deprisa por esta vía. Después he visto al amigo Dn. Fermín de Tastet que tiene una buena comisión de parte de la Compañía de Filipinas, el despacho de navíos a la Costa de África para Negros seis de ellos van ahora y uno de los cuales tocará en esa Ysla.
Sin duda proveerán ustedes el Vino y quanto necesiten. Es negocio que ha de continuar y estoy seguro de la preferencia. Me ha consultado sobre este negocio, en consecuencia ha determinado despachar dicho primer navío a principios de abril y siendo en tan buena razón le he animado a que vaya al puerto de La Orotava con todo no sería malo que Vuestras Mercedes están prevenidos en Santa Cruz…
Negociador de muy alto nivel
Antes de comenzar a escribir estas líneas no sabía nada del bilbaíno Fermín de Tastet pero, indagando un poco, descubro que operaba en Londres con su propia empresa comercial y como banquero, bajo la denominación Fermín de Tastet & Company. Así mismo, fue hombre de confianza de las mayores compañías españolas de su tiempo, ya que representó a la Real Compañía de Caracas y luego a la Real Compañía de Filipinas desde 1783, una vez finalizó la Guerra de la Independencia americana. Es decir, era un negociador de la Corona a muy alto nivel.
En esos primeros meses de 1788, Tastet también fue designado por la Corona española como embajador plenipotenciario para negociar un tratado comercial con la East India Company, concretamente con su director, Nathaniel Smith, y su secretario, Thomas Morton. Vistas sus magníficas credenciales, sus cartas comienzan a despertarme mucho más interés.
Una advertencia: cuando tuviera el puerto de la Orotava a la vista, el navío debía colgar una lona en lo alto del mástil para ser reconocido
Y el navío parte a Tenerife
Tal como pronosticó el comerciante, el 27 de mayo de 1788 partió desde el puerto de Liverpool el navío esclavista Elisabeth, con el capitán John Marshall, rumbo al puerto de la Orotava en Tenerife, pero con una advertencia: cuando tuviera el puerto a la vista, el navío debía colgar una lona en lo alto del mástil para ser reconocido y, una vez anclado, su capitán mandaría bajar a un piloto experto que solo debía hablar con el comerciante y con nadie más.

Este tipo de advertencia denota que ese tipo de navíos esclavistas, o bien no estaban bien vistos, o simplemente se trataban con otro tipo de cautelas. En cualquier caso, no se hacía mucha distinción, o al menos no creo que se preguntara mucho por el destino de aquellos barcos.
En el Elisabeth se cargaron decenas de pipas de vino y prosiguió su travesía hacia el puerto de Bonny, en la actual Nigeria. En el puerto africano subieron a bordo 546 esclavos con un destino sorprendente: Montevideo. Para la compra, lejos de emplear dinero, se hacía un intercambio de manufacturas inglesas. Dichos bienes, ya sea por novedosos como por su intrínseco valor, eran muy apreciados por los dirigentes tribales.
En el Elisabeth se cargaron decenas de pipas de vino y prosiguió su travesía hacia el puerto de Bonny, en la actual Nigeria
El vino, por el contrario, lo consumían los oficiales y marinos y posiblemente se usara, en menor medida, como moneda de intercambio. Por supuesto, el restante se vendía en el puerto de Montevideo donde el Elisabeth desembarcaría su mercancía para luego cargar cacao, madera o lo que se terciara, para ser nuevamente vendido en Inglaterra. Es lo que se conocía como el comercio triangular de los mercaderes británicos con la esclavitud.
Un infierno de travesía
No es difícil imaginar las terribles e inhumanas condiciones en las que se encontraban los esclavos en aquellos navíos. Según los grabados de la época, bajo la cubierta iban, si no enjaulados, sí con grilletes, y se hacinaban hombres, mujeres y niños arrancados de su aldea para vivir un infierno de travesía. Los vinos iban bajo las bodegas, cerca de la quilla, haciendo de plomada para estabilizar el barco.
Hombres, mujeres y niños se hacinaban en las bodegas; los vinos iban debajo, cerca de la quilla, haciendo de plomada para estabilizar el barco
La historia cuenta que Fermín Tastet, y en mayor medida su hermano mayor Antonio, eran conocidos esclavistas que traficaban con esclavos procedentes de Guinea, Senegal o Angola, para enviar a las colonias francesas del Caribe, a través de Nantes, Burdeos, Lisboa o Brasil. Para ello contaban con un barco propio de 280 toneladas, con capacidad para transportar hasta 400 esclavos.
Estos hermanos tenían una íntima relación con Tenerife y en la isla eran conocedores de estas actividades. Por tanto, cada vez tiene menos peso aquello que siempre se decía de que los españoles no traficábamos con esclavos. Una cosa era la vida pública o lo que predicaba nuestro gobierno, y otra muy distinta era la vida real.