‘Teneriffe wine’, el vino oficial de la farmacopea americana en 1833

«Una pincelada de nuestra historia, aquella que se escribió con mayúsculas en libros que nunca llegamos a ver aquí», describe el propio Carlos Cólogan otra de sus documentadas incursiones por la historia del vino canario en siglos pasados. Primera entrega de Virtus Probata Florescit, su columna en PELLAGOFIO. [En PELLAGOFIO nº 38 (2ª época, enero 2016)].
Por CARLOS CÓLOGAN SORIANO
Escritor e investigador especializado en el comercio atlántico del siglo XVIII, es autor de varios libros y de numerosos artículos que publica en el blog: http://cologanvalois.blogspot.com.es
Indagar en la historia de nuestros vinos es una aventura sin fin y siempre llena de agradables e inusitadas sorpresas, y ésta es casi insuperable. Este relato muestra someramente los usos medicinales que tuvo el vino de Tenerife (Teneriffe wine en inglés) en los pasados siglos, concretamente en el XIX, y en la aún muy joven nación americana. Dejando atrás el siglo XVIII, donde los vinos de Madeira, de Málaga y de Tenerife adquirieron gran fama en la costa Este de los Estados Unidos, primero de la mano de las compañías inglesas y luego directamente por los comerciantes canarios y peninsulares, se llega a las primeras décadas del siglo XIX con un vino plenamente conocido y reconocido en Norteamérica.
En aquel tiempo los vinos europeos mantenían su hegemonía en las principales ciudades, como Filadelfia, Orleans, Boston y Nueva York. De las refinadas mesas de las gentes más acaudaladas, pasaron a manos de médicos y sanadores que vieron en ellos una vía curativa o, al menos, más dulcificada para disfrazar sus novedosos medicamentos naturales, muchos de ellos desagradables de sabor. La reputación del vino era incuestionable, así que mezclar cualquier cosa con él no podía traer malas consecuencias, debió pensar más de un sanador. Evidentemente no erraron, el vino tiene propiedades intrínsecas que lo hacen muy recomendable, eso sí, si se toma con mesura.
De las refinadas mesas de las gentes más acaudaladas, los vinos pasaron a manos de médicos y sanadores que vieron en ellos una vía curativa…
De forma natural, los brebajes y las fórmulas magistrales se sucedieron, y al vino se le fueron echando especias y plantas medicinales que parecía que daban resultado. Los hechos parecían demostrarlo y fue tal la cantidad de combinaciones que se hacían, que esas fórmulas comenzaron a ser transcritas a libros y revistas y su uso se extendió por las tierras americanas, ávidas de novedades curativas. Muchas de las primeras recetas empleaban en exceso el opio, por su efecto sedante y relajante, además de falseador de mejorías.
…o, al menos, más dulcificada para disfrazar sus novedosos medicamentos naturales, muchos de ellos desagradables de sabor
El vino, sustituto del opio
Pero el peligro más significativo estaba en el tratamiento con opio para las enfermedades crónicas, creando así una administración repetitiva y anodina sin mayor propósito. Discutiendo sobre los mejores tratamientos de la neuralgia, el doctor George Bacon Wood describió los beneficios y peligros del opio: “El tratamiento más eficiente, más allá de toda comparación, es opio en cualquiera de sus formas. Pero el gran peligro del repetido uso de opio en pacientes es que éstos pueden contraer un hábito pernicioso, al que después serán incapaces de renunciar, incluso cuando sus cuerpos ya no necesitan medicamentos”.
Sus advertencias fueron idénticas en el tratamiento de enfermedades del sistema digestivo, del reumatismo y de la gota. Bacon Wood enumeró una serie de terapias basadas en opiáceos, pero finalmente se decantó por el uso de vino colchicum (azafrán de la pradera), porque era más agradable y se reducía su dependencia después de un uso repetido.
Bacon Wood enumeró una serie de terapias basadas en opiáceos, pero finalmente se decantó por el uso de vino porque era más agradable y se reducía su dependencia después de un uso repetido
Fue a este insigne doctor americano de Nueva Jersey, George Bacon Wood (1797-1879), graduado en el College of the University of Pennsylvania en 1812, junto al cirujano de Virginia Benjamin Franklin Bache (1792-1864), graduado en la Princeton University y bisnieto de Benjamin Franklin, a quienes se les reconoce como los autores de la primera gran obra de la farmacopea americana.
Ambos residían en Filadelfia y pertenecían a la American Philosophical Society, fundada por Benjamin Franklin. En 1833 publicaron la primera edición de su trabajo The dispensatory of the United States of America, un voluminoso compendio de más de 1.300 páginas repleto de recetas y supuestos buenos hábitos medicinales. En el volumen 2 se puede leer lo siguiente: “…los vinos se producen en varios países, y en el comercio son conocidos bajo varios nombres de acuerdo a su origen. Por ejemplo, Portugal produce port y lisbon; España, sherry, saint lucar, malaga y tent; Francia, champagne, burgundy, hermitage, vin de Grave, sauterne y claret; Alemania, white rhenish hock y moselle; Hungría, tokay; Sicilia, marsala o el Sicily madeira y lissa; el Cabo de Buena Esperanza, constantia; Madeira y las Islas Canarias, madeira y teneriffe” [según sus denominaciones en el original, en inglés]. En los Estados Unidos se hace muy poco vino, y esa pequeña cantidad es siempre de baja calidad. El que mejor se hace es el producido cerca de Vevay, un asentamiento suizo en los bancos de Ohio. El consumo del país es suministrado prácticamente desde el exterior; y los vinos que más se importan son los madeira y los teneriffe, sherry, port, y el claret de Francia. El valor agregado de los vinos importados en 1832 excede los dos millones y un tercio de dólares”.
A continuación los autores describen tres vinos, dos españoles y uno portugués: el teneriffe, el sherry y el madeira, destacando sus virtudes. El “teneriffe, vino oficial de la farmacopea de los EE.UU., es un vino blanco, ligeramente de sabor ácido, y de buena calidad, delicadamente aromático. Se le cataloga entre los vinos blancos más fuertes y contiene entre un 9 y un 20 por ciento de alcohol. Está hecho de la misma uva que el madeira, lo que le da una calidad muy parecida”.
La base era el vino, que al ser rico en antioxidantes mejora la salud cardíaca, disminuye el colesterol, mejora la circulación sanguínea, limpia el organismo, mejora la función cognitiva y evita el envejecimiento prematuro
El vino de Tenerife se empleaba como base para la preparación de fórmulas magistrales. Las formulaciones eran variopintas, las había con opio, con tabaco, con verdegambre e incluso con aloe. En todas ellas la base era el vino, que al ser rico en antioxidantes mejora la salud cardíaca, disminuye el colesterol, mejora la circulación sanguínea, promueve la regeneración celular, contribuye a reducir la obesidad, limpia el organismo, mejora la función cognitiva y evita el envejecimiento prematuro, entre otros.
Vino canario para George Washington
Las recetas eran ya conocidas casi un siglo atrás, militares como George Washington se trataban sus dolencias estomacales con recetas basadas en vinos. En carta del 15 de noviembre de 1757 le pedía a su amiga Sarah Fairfax unas botellas de vino mountain (vino de Málaga) o Canary wine para mezclarlas con agua de goma arábica. Esta sustancia se conoce actualmente en la industria alimentaria como E-414, producida por acacias subsaharianas para cerrar heridas y evitar, de esta manera, la entrada de gérmenes, etc. El texto decía literalmente: “…I must also beg the favour of you to lend me a Pound, or a smaller quantity if you can’t spare that, of Hyson Tea. I am quite out and cannot get a supply anywhere in these parts. Please also to lend me a bottle or two of Mountain, or Canary Wine, Mr. Green directs me to drink a Glass or two of this every day mixed with water of Gum Arabic”.
George Washington se trataba sus dolencias estomacales con recetas basadas en vinos Mountain [de Málaga] y Canary
Pero sigamos con los restantes vinos mencionados por el libro. “El sherry es de un color ámbar oscuro y posee una aromática y seca fragancia, pero sin acidez. Tiene una acidez media similar al teneriffe. Es el vino oficial del Edinburgh College y es probablemente el vino blanco español mencionado en el College of Dublin. Se prepara cerca de Xeres en España, y por lo tanto se le conoce por su nombre inglés, Sherry. Este vino debió haber sido el que Shakespeare denominaba Sack, derivado de la palabra seco [dry en inglés], en alusión a ser un vino seco. Su sequedad y su ausencia de acidez se deben al uso de cal en su fabricación”.
“El madeira es, en general, el más fuerte de los vinos blancos. Como el teneriffe, es un vino ligeramente ácido y con la edad adecuada y en buenas condiciones tiene un sabor a nuez rico y aromático. Como se aprecia muchas veces en el mercado, es de calidad variable y hay que verificar que se ha producido correctamente, por las adulteraciones que se hacen mezclándolo con otros. A pesar de eso, el madeira que se consume en nuestro país es mejor que el consumido en Inglaterra, y su adulteración se viene practicando menos extensivamente y además nuestro clima es más favorable para la mejora del vino”.