Carlos CóloganVirtus Probata Florescit

Un pedido de malvasía ‘Ojo de Gallo’ para Londres

«Las relaciones entre los irlandeses y escoceses en las islas de Gran Canaria y de Tenerife eran especialmente cercanas y, a poco que se indague en ellas, se aprecian incontables e inagotables historias», escribe Carlos Cólogan en su séptima entrega de Virtus Probata Florescit, su columna en PELLAGOFIO. [En PELLAGOFIO nº 61 (2ª época, febrero 2018)].

columnista-carlos-cologan-3bPor CARLOS CÓLOGAN SORIANO
Escritor e investigador especializado en el comercio atlántico del siglo XVIII a partir de la amplia documentación legada por su familia.

He de reconocer que el legado de los irlandeses y escoceses que se establecieron en las islas Canarias durante el siglo XVIII es una verdadera mina si uno se detiene a analizar la correspondencia que mantuvieron y que, afortunadamente, aún se conserva en los archivos tinerfeños. Destaco en estas líneas las relaciones entre los irlandeses y escoceses en las islas de Gran Canaria y de Tenerife, que eran especialmente cercanas y que, a poco que se indague en ellas, se aprecian incontables e inagotables historias.

En estas vinculaciones aparecen interesantes personajes del Reino Unido que explican, con el devenir de los años, muchas cosas: como es el aprecio del británico por los vinos canarios, o las frecuentes visitas de éstos en el siglo XIX que, finalmente, redundaron en que el archipiélago se convirtiera en el destino turístico preferido de los británicos en los tiempos actuales. Lo cierto es que todo está conectado y este botón de muestra es una pequeña aportación.

En los archivos de Tenerife, particularmente en el archivo irlandés de los Walsh y los Cólogan (AHPTF), han quedado sepultadas miles de cartas de las siete islas. En cinco minutos localicé varias que sacan a relucir conexiones interesantes y abren nuevos caminos de investigación. De todos es sabido que las islas Canarias fueron muy relevantes en el negocio de exportación de vinos en el siglo XVIII, lo que muchas veces sirvió de moneda de cambio (y de obsequio) como en esta ocasión que describo aquí.

Unos encarguitos
Tal fue el caso del escocés asentado en Gran Canaria Pedro Dionisio Makintosh, quien, en una carta del 5 de noviembre de 1784 dirigida a Bernardo Cólogan Valois en el Puerto de la Cruz (Tenerife), le hace un pedido algo especial.

Makintosh había nacido en Invernes (Escocia) y era hijo de Juan y Juana MacKintosh. Fue doctor en Medicina, teniente coronel de los Reales Ejércitos Españoles, sargento mayor de Gran Canaria, diputado del común, síndico personero general y regidor perpetuo de dicha isla de la casa de los condes de Seaforth, en Escocia, ingresando en la Orden de Santiago en 1775. Se casó el 9 de octubre del año 1759 en la iglesia del Sagrario de la Catedral de Santa Ana de Canarias con Ana O’Shanahan, nacida en Waterford (Irlanda) pero establecida junto a sus hermanos y tíos en la ciudad de Las Palmas.

PEDRO DIONISIO MAKINTOSH:
«…El caballero don Alejandro Munro Cónsul General de Su Majestad Británica en la Corte de Madrid me ha hecho unos encarguitos, esperando el favor de Vuestra Merced…»

En la carta enviada a Tenerife solicita lo siguiente:

Amigo y mui señor mío; el caballero don Alejandro Munro Cónsul General de Su Majestad Británica en la Corte de Madrid me ha hecho unos encarguitos que manifiesta la Copia del párrafo de su carta que acompaño, esperando el favor de Vuestra Merced lo execute por mi perdiendo la primera oportunidad para Londres, y que en lugar de un Barril del Vino Malvasía Ojo de Gallo (que la hacienda de Don Segundo de Franchi me parece que es la que lo da) sean dos barrilitos de a 36 quartillos cada uno, con sus fundas, que deberán ir en la primera embarcación para Cádiz consignados a Diego Duff para encaminarlos al Sr. Munro.

Espero del favor de Vuestra Merced y de esa casa me desempeñe con puntualidad del expresado encomienda de cuyo importe quedaré responsable y satisfaré con su aviso. Quedo a las órdenes con verdadero afecto con que ruego a Nuestro Señor Guíe su vida muchos años.

Alejandro Munro, escocés nacido en Ross, era por entonces el cónsul británico en Madrid, una figura de gran peso y con una tremenda influencia en la Corte. Su hermano Hector Munro era más relevante si cabe, pues fue un gran militar en las campañas de la India y ascendió al rango de teniente general.

La segunda persona mencionada en la carta es el cónsul británico de Su Majestad en el puerto de Cádiz, Diego Duff, y también muy vinculado con el comercio de las islas.

Lo cierto es que, en las cartas a las que me refiero, el cónsul británico solicitaba insistentemente a Makintosh disponer de ese vino de malvasía “Ojo de Gallo”, del cual desconozco qué singularidad tenía y, en su defecto y si no se podía obtener, qué malvasía alternativo de tercera suerte también le podría valer.

Conocimiento inglés de vinos
Estas cartas demuestran por parte británica un gran conocimiento de los vinos que salían de las Islas y sus diferentes opciones, siendo el malvasía, pese a su escasa producción, un producto aún muy apetecible en Inglaterra pese a lo caro que era en aquellos años frente a los vidueños.

Lo cierto es que a MacKintosh le iba mucho en el asunto y no paró hasta que, en marzo de 1784, partió desde el Puerto de la Cruz el bergantín Scipio del capitán Samuel Kirkman rumbo a Cádiz, donde se bajaron los barriles. Luego siguió su habitual viaje hacia Londres, entrando en el río Támesis para echar amarras en la ribera, en el punto conocido como Allhallows, junto al actual London Bridge.

La conclusión relevante de estas breves líneas es que, desde las islas, los emigrantes británicos (ya fueran escoceses o irlandeses) tejieron una red de interesantes relaciones con el Reino Unido que aportó al archipiélago un vínculo que ahora mismo seguimos apreciando. Igual que esta carta de Pedro Dionisio Makintosh, del que hay innumerables, se pueden encontrar otras muchas de comerciantes grancanarios como los Russell (más de 3.000 en el archivo), los O’Shanahan, etc., que mostrarían el magnífico abanico de conexiones que no sólo Gran Canaria, sino todas las islas en conjunto, tenían con el mundo exterior.

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