Arqueología

Cereal guanche con sorpresa en su historia molecular

La cebada aborigen de Tenerife y Gran Canaria comparte ADN el año 1000… ¿sin contacto?

LA HUELLA ABORIGEN. Tras documentarse que las variedades de semillas aborígenes se cultivan aún en Canarias, a seis cebadas actuales (una de cada isla mayor, menos El Hierro) se les ha hecho un análisis estadístico de su ADN para saber cuándo se separaron molecularmente del cereal guanche (de origen africano) y cuándo su evolución genética las separó entre sí en las propias islas. “Es otra forma de estudiar el pasado”, señala el arqueobotánico Jacob Morales. [En PELLAGOFIO nº 93 (2ª época, febrero 2020)].

Por YURI MILLARES

El estudio genético de 21 granos de cebada, procedentes de yacimientos arqueológicos aborígenes de Gran Canaria, y su comparación con otras 101 muestras de variedades actuales de Canarias y el Mediterráneo, demostró que la misma semilla todavía se cultiva, 1.000 años después, en el archipiélago y procedía del norte de África en lo que hoy es Marruecos.

Lo contaba en 2017 en una entrevista con PELLAGOFIO el arqueobotánico Jacob Morales, tras haberlo publicado en Journal of Archaeological Science junto con el resto de investigadores que lo firmaban (Jenny Hagenblad, Matti W. Lein y Amelia Rodríguez).

«Semillas arqueológicas que se hayan preservado en el mundo hay muy pocas. Normalmente aparecen carbonizadas»JACOB MORALES

Semillas de cebada (‘Hordeum vulgare’) halladas en el silo 4 del granero El Álamo (Gran Canaria). | FOTO JACOB MORALES

En aquella ocasión estudiaron las semillas arqueológicas de graneros de Acusa, Temisas y Guayadeque con ADN arqueológico. “Lo comparamos con la cebada actual de toda Canarias que recogimos de campesinos, en los bancos de semillas, incluso de bancos de semillas en Madrid (que se hicieron en los años 40) y en Alemania o Italia; también con semillas actuales del norte de África (Marruecos, Argelia, Libia)”, detalla Morales.

“Semillas arqueológicas que se hayan preservado en el mundo hay muy pocas. Normalmente aparecen carbonizadas, como en la Cueva Pintada o en el resto de islas, pero para que se conserven con ADN tiene que ser en un medio con muy poca humedad y temperatura constante, como en los graneros aborígenes”, continúa.

Aquel estudio confirmó que las semillas arqueológicas y las que cultivan hoy campesinos canarios “eran las mismas: es decir, había una continuidad directa de la cebada hasta hoy en día”. Sabido eso, ahora una nueva colaboración entre la genetista sueca Hagenblad (Universidad de Linköping) y el arqueobotánico de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ha profundizado en el estudio del ADN de estas semillas, con unos resultados sorprendentes que publican en el número 37(2020) de African Archaeological Review.

Método estadístico bayesiano
Lo que se ha hecho es aplicar un método estadístico computacional basado en estadísticas bayesianas que se denomina ABC (siglas en inglés de Approximate Bayesian Computation). Con ello se obtiene una historia molecular, “datando, en los genes, distintos acontecimientos para saber cuándo se separa genéticamente la cebada de Canarias de la del norte de África”.

Y eso ocurrió “hace 2.300 años con la cebada de las islas orientales, que es la más antigua –explica Morales–, mientras que las de las islas centrales (Gran Canaria y Tenerife) y occidentales (La Gomera y La Palma) se separaron hace 1.700 años, es decir 600 años después”.

Hay que precisar que se trata de años moleculares, que no es lo mismo que años de calendario. “Es una estimación que correspondería aproximadamente al año 200 d. de C. y es entre los siglos V y VI cuando se separan genéticamente las islas occidentales; eso significa que hasta el siglo X se supone que hay contacto entre Gran Canaria y Tenerife”.

«Eso cambia, de alguna forma, la visión que teníamos de que, tras su llegada a cada isla, los aborígenes se mantuvieron aislados»JACOB MORALES

Estos resultados indican que hace 2.300 años moleculares la cebada de Lanzarote no tuvo más contacto con África y tiene una historia evolutiva diferente. Esta cebada empieza a ser diferente hace 1.700 años, pero “hasta el año 1000 la cebada de Gran Canaria y Tenerife es igual, todavía no se ha diferenciado la de una isla respecto a la otra”. Para Jacob Morales “eso quiere decir que seguía habiendo algún tipo de contacto, al menos hasta 500 años antes de la conquista”.

“Eso cambia, de alguna forma, la visión que teníamos de que, tras su llegada a cada isla, los aborígenes se mantuvieron aislados. Lo que dicen los resultados del estudio del ADN es que quizás la colonización fue diferente y que al principio quizás hubo más intercambio entre islas y, a partir de un determinado momento, puede que dejara de haber contacto. Además, en el año 1000 se observan una serie de cambios también en otras islas”.

Una cuestión pendiente de resolver en la Arqueología
Insiste Jacob Morales que se trata de “un método estadístico aplicado a información genética, pero cuadra” con la antigüedad de las semillas de las distintas islas. “Es después del año 1000 cuando ya no hay contacto entre esa cebada. Sin contacto, evoluciona diferente en cada isla, porque la cebada se autopoliniza (no como otras plantas que hay que polinizarlas y se pasan información genética de otra planta que puede estar en otra isla)”.

Así pues, cada isla tiene su sello genético. “Según los genetistas, el sello genético de la cebada de Lanzarote y Fuerteventura es el mismo, no se puede diferenciar. Jenny [Hagenblad] me dice que si pudiésemos estudiar más muestras sacaría el sello genético a cada isla”.

Para Jacob Morales todo esto “es una prueba con la que ahora hay que contrastar los datos arqueológicos. Tenemos que afrontar que la Arqueología debe resolver la cuestión: ¿había contacto entre islas?”.

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