Arqueología

Cuerno de cabra, herramienta para procesar el pescado

En la playa de El Burrero, donde hubo un asentamiento aborigen, una duna de arena deja al descubierto varias cabañas

LA HUELLA ABORIGEN. Tras cientos de años viviendo en cuevas en el interior de Gran Canaria, a partir de los ss. X-XI los antiguos canarios también construyen sólidas casas de piedra y se asientan de forma estable en el litoral, aprovechando con más intensidad los recursos marinos. La playa del Burrero acogió uno de esos poblados, donde ahora han aparecido cabañas para el procesado del pescado con cuerno de cabra que estaban ocultas por una gran duna de arena. [En PELLAGOFIO nº 99 (2ª época, septiembre 2021)].

Por YURI MILLARES

La aparición de unas paredes de piedra que permanecían ocultas por una gran duna en la playa del Burrero (Ingenio), al pie del cantil donde están las cuevas de un yacimiento arqueológico, llevó al Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria a encargar a la empresa Tibicena Arqueología y Patrimonio una intervención de salvamento.

“Actuamos en la misma playa, en la arena –explica la arqueóloga Verónica Alberto–. Fue una intervención de carácter urgente para valorar los restos que salieron a la luz, pues corrían peligro de desaparecer, tanto por los procesos erosivos de dinámica de ladera, como por el propio uso de los bañistas, que cogen las piedras para hacer sus parapetos donde se ponen a tomar el sol”.

El Inventario Arqueológico de Gran Canaria incluye un denominado “Poblado de la Playa del Burrero” pero nada se sabía de las estructuras de piedra que comenzaron a hacerse visibles en 2020

El Inventario Arqueológico de Gran Canaria incluye un denominado “Poblado de la Playa del Burrero” con dos áreas bien diferenciadas: casas de piedra de planta cruciforme en lo alto del pequeño acantilado y un grupo de 19 cuevas excavadas en la toba en la pared de ese cantil rocoso, todo ello identificado como un asentamiento de los antiguos canarios. Pero nada se sabía de las estructuras de piedra que comenzaron a hacerse visibles en 2020 por debajo de las cuevas, al nivel de la propia playa.

Trabajos de limpieza durante los sondeos para definir las estructuras de piedra del yacimiento. | FOTO TIBICENA ARQUEOLOGÍA Y PATRIMONIO

Las casas de piedra aborígenes en lo alto del promontorio –datadas entre los siglos XI a XIII– ya habían sido excavadas también de urgencia en 1999. Habían sido parcialmente arrasadas por la construcción de una pista asociada a un intento de urbanización de la zona (que ya había sido afectada previamente con la puesta en cultivo de tomateros en las lomadas circundantes o por el propio crecimiento urbanístico de la playa, señala la memoria redactada por Tibicena).

Por lo que se refiere a las cuevas, han sido reutilizadas desde tiempos de los indígenas canarios hasta la actualidad, sobre todo por pescadores en distintas épocas.

“La posibilidad de datarlas es difícil porque están absolutamente limpias de restos arqueológicos; ahora lo que tienen es un montón de basura de gente que las ocupa”, señala la arqueóloga, aunque afirma sin dudar “que son cuevas de los antiguos canarios”. Prueba de ello, dice, es que conservan, “en lugares muy escondidos que no se habían visto antes, restos de la argamasa hecha con ceniza y algunos otros elementos orgánicos con la que los aborígenes cubrían las paredes de sus viviendas”.

«Hay una cantidad de restos ícticos (peces) importantísima, sobre todo de sardinitas» VERÓNICA ALBERTO, arqueóloga

La novedad, que puso al descubierto el movimiento de las arenas de la duna adosada al cantil, es una serie de cabañas de construcción menos sólida que las tradicionales casas de piedra de los aborígenes. Con una función bien definida por los restos recuperados –datados igualmente en los siglos XI-XII–, las cabañas eran utilizadas para el procesado de pescado y marisco.

“Están acondicionadas, pero son más sencillas que las casas, con unos suelos apisonados de arcilla y no con arena”. Hay que entenderlo todo, las casas de la parte alta, las cuevas del cantil y las cabañas de la playa, como “un conjunto funcionando al mismo tiempo”, un poblado costero dedicado a la explotación de los recursos marinos.

“Hay una cantidad de restos ícticos (peces) importantísima, sobre todo de sardinitas (¡que nos costó mucho extraer, porque tuvimos que cernir toda la arena con agua y coger con pequeñas pinzas las minivértebras y las espinitas!) y otras especies como viejas, incluso pescados de mayor tamaño, y muchos restos de moluscos y mariscos: lapas, burgados, almejas canarias (que ya no es frecuente en nuestras aguas), erizos y cangrejos”, destaca Verónica Alberto.

Presencia de un cuerno de cabra que se emplea como materia prima para la elaboración de útiles relacionados con el procesado del pescado (flecha amarilla). | FOTO TIBICENA ARQUEOLOGÍA Y PATRIMONIO

En otros espacios de habitación de la franja litoral de Gran Canaria, donde se cocina y se come, hay mayor variabilidad en los restos y se encuentran huesos de animales (cabras, ovejas, cerdos) y restos de cereales.

Pero aquí no, “es un espacio donde se enciente el fuego de forma reiterada a lo largo del tiempo, vinculado a las actividades de procesado de la pesca y el marisqueo; está todo enfocado a los recursos marinos”, insiste, y apenas se han localizado unos pocos huesos de animales domésticos. Al contrario –y reforzando el carácter de asentamiento de pescadores–, ha sido muy llamativo el hallazgo de utensilios para el escamado del pescado.

Los cuernos tallados chabían sido modificados para obtener un utensilio: «Tras varias investigaciones y experimentaciones pudimos concluir que estaba relacionado con el escamado del pescado»

Se trata de fragmentos de cuerno de cabra que sólo se habían visto antes y por primera vez, en 2003, en el yacimiento de Lomo de los Melones (La Garita, Telde) localizados junto a un montón de restos de pescado. “Descubrimos cuernos enteros (que serían la materia prima), restos de cuernos en proceso de fabricación y otros cuernos ya tallados con un lado en bisel”, describe. Habían sido modificados “para obtener un utensilio”, opina tras observarlos. “¡Estábamos descubriendo un objeto estandarizado! y tras varias investigaciones y experimentaciones pudimos concluir que estaba relacionado con el escamado del pescado. Incluso algunos cuernos tenían restos de escamas incrustados”.

En las cabañas, no obstante, sólo se realizaron sondeos por ser una intervención de urgencia. “No se excavó de forma íntegra porque lo prioritario era conservarlo, interviniendo puntualmente para tener datos, conociendo su funcionamiento y preservarlos para el futuro, dejando para más adelante otro tipo de intervención”.

■ EL DETALLE
Pesca y casas de piedra para los nuevos pobladores

La ocupación intensiva de las desembocaduras de los barrancos y la franja litoral no se produce de forma contundente hasta el siglo XI

Cuando llegan los primeros pobladores a Gran Canaria en los primeros siglos de la Era, se trataba de pastores que ocupan el interior de la isla y viven en cuevas naturales. “No eran pescadores, si no se habrían asentado en la costa”, explica Verónica Alberto.

La ocupación intensiva de las desembocaduras de los barrancos y la franja litoral no se produce de forma contundente hasta el siglo XI, un momento bastante tardío en el devenir de estas poblaciones.

Ello no quiere decir que los antiguos canarios no hubieran tenido contacto con el mar previamente, puesto que vivían en una isla y hay testimonios de animales marinos en yacimientos más antiguos, pero era un aprovechamiento secundario. No es hasta este periodo final cuando se conforma una forma modelo especializado en torno a la explotación de los recursos marinos. Son transformaciones muy fuertes como para entenderlas en un proceso evolutivo interno.

A partir de los siglos X-XI ya no estamos ante las poblaciones pastoralistas de los primeros siglos, sin que “se consolida un modelo de sociedad agrícola

A partir de los siglos X-XI ya no estamos ante las poblaciones pastoralistas de los primeros siglos, sin que “se consolida un modelo de sociedad agrícola, donde los productos vegetales cultivados se convierten en la base del sistema productivo, lo que no quita para que la ganadería siga ocupando un lugar preminente en ese sistema –continúa–.

Además, a partir de esa época se empiezan a construir las casas de piedra, se entierra en cistas y fosas: cambia la forma de los espacios donde se vive y la arquitectura de la muerte. Y, sobre todo, algo que es realmente diferente: hasta ese momento el mar nunca había tenido un protagonismo destacado en estas comunidades. El modelo de sociedad indígena cambia a partir de ese momento porque, probablemente, llegan nuevos pobladores que quizá no pueden ocupar los espacios del interior que ya estaban habitados o bien en su bagaje cultural portaban esos modos de vida pescadores”.

En los estudios de isotopos realizados en los huesos humanos “se ve clarísimamente que es a partir de esos últimos siglos que la dieta de las personas que viven cerca del mar incorpora muchísimos más recursos marinos de los que se consumía previamente”.

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