Arqueología

¿Dónde están los perros de los aborígenes canarios?

Hay miles de evidencias de sus mordidas en huesos de cadáveres humanos y de ganado

LA HUELLA ABORIGEN. Que los primeros pobladores del archipiélago canario trajeron consigo perros, además de cabras, ovejas y cerdos, nadie lo pone en duda. Tampoco que algunas de las actuales razas caninas de las Islas tienen algún grado de parentesco con aquellos perros. Sin embargo, aunque hay miles de evidencias de sus mordidas en huesos de cadáveres humanos y de ganado, seguimos sin saber cómo eran porque apenas aparecen sus huesos. [En PELLAGOFIO nº 76 (2ª época, junio 2019)].

«En Gran Canaria encontramos piezas dentales de perros dentro de los fardos de momias, asociadas a mujeres y vinculadas al mundo de la fecundidad femenina»VERÓNICA ALBERTO, arqueóloga forense

Por YURI MILLARES

No sabemos exactamente cómo llegaron los primeros perros que habitaron el archipiélago. “Llegaron desde las primeras oleadas de arribada de población que llega a Canarias, aunque no tenemos datados los huesos de perro y no tenemos, por tanto, la constatación directa”, opina la arqueóloga Verónica Alberto, toda una experta en el estudio de la presencia o, mejor dicho, la huella de su presencia en los yacimientos de los antiguos canarios.

Hay evidencias indirectas que sitúan la presencia del perro muy temprano en ese primer proceso colonizador, destaca. “Por ejemplo, en Gran Canaria tenemos evidencias de restos humanos mordidos por perros de épocas bastante antiguas: el siglo IV”, dice.

No hay muchos datos, pero sí “es un tema que ha llamado bastante la atención” de los arqueólogos, reconoce. Sobre todo en los últimos años hay un interés creciente por saber. Precisamente, El Museo Canario está desarrollando un proyecto para abordar el estudio de los perros desde diferentes perspectivas con la conservadora de dicho museo, Teresa Delgado, como investigadora principal. En él participa la propia Verónica Alberto junto a otros especialistas, para revisar los registros de fauna procedentes de cuevas que fueron recogidos con anterioridad, “con métodos no tan precisos o depurados como los de ahora, para intentar localizar restos de perros que hayan podido pasar desapercibidos”.

«Estas poblaciones vienen con la intención de quedarse por eso vienen con sus animales domésticos –como cerdos o cabras– y vienen con sus semillas para cultivar»VERÓNICA ALBERTO

Damos por sentado que llegan con esos primeros pobladores (y esas huellas de mordidas así lo confirman), pero además tiene su lógica “porque estas poblaciones vienen con la intención de quedarse, de colonizar y de tener éxito en esa colonización, por eso vienen con sus animales domésticos –como cerdos o cabras– y vienen con sus semillas para cultivar”. Y el perro “es un elemento indispensable”, insiste, en la vida cotidiana de cualquier población tradicional.

Esa convivencia entre indígenas isleños y perros sí está documentada en las excavaciones arqueológicas realizadas en poblados y asentamientos tanto de casas de piedra como en casas cueva. Los alimentaban con sus detritus culinarios, con sus desperdicios de carne.

«Desde el momento que llegaron a las islas y hasta el momento de la conquista, esos perros están conviviendo en los mismos asentamientos que las personas y están siendo cuidados y alimentados»VERÓNICA ALBERTO

“Es una forma de gestionar los residuos que se generan con la alimentación. A los perros los están alimentando directamente, pero al mismo tiempo funcionan manteniendo limpios los poblados, no se me ocurre una forma mejor de decirlo –describe la arqueóloga–. Estos poblados de los que te estoy hablando tienen dataciones muy tardías (siglos XII, XIII, XIV, incluso XV)”.

Quiere decir “que desde el momento que llegaron a las islas, hasta el momento de la conquista, esos perros están conviviendo en los mismos asentamientos que las personas y están siendo cuidados, alimentados y mantenidos por las personas”.

Asilvestrados y carroñeros
En ocasiones y por diversas razones, sin embargo, los perros se asilvestran. “Se vuelven salvajes y comienzan a producir daños en los ganados, incluso en las personas cuando entran en las cuevas de enterramiento durante los primeros estadios de descomposición [del fallecido], cuando el olor es más fuerte”, ha observado.

«Tenían que dormir en los árboles para que los perros no se los comieran, ya que esas poblaciones habían dejado de cuidarlos al no poder seguir manteniéndolos»VERÓNICA ALBERTO

“Hay múltiples evidencias de este tipo de actividad de los perros en Tenerife y en Gran Canaria, sobre todo, en otras islas también. Si los perros están carroñeando quiere decir que no están siendo alimentados. Yo diría que hay miles de evidencias en los restos humanos que demuestran esa actividad”.

Excavación arqueológica en una tumba indígena en Montaña Mina datada entre el s. XIV y principios del XV. El cadáver fue devorado por perros en los primeros estadios de su descomposición. | FOTO CEDIDA POR TIBICENA ARQUEOLOGÍA Y PATRIMONIO

El carroñeo de los perros es un hecho conocido y recogido en las crónicas de la conquista. Ocurrió en Tenerife, “cuando las poblaciones están tan debilitadas que tenían que dormir en los árboles para que los perros no se los comieran, ya que esas poblaciones habían dejado de cuidarlos al no podían seguir manteniéndolos. Es un fenómeno que se produce en un momento de debilitamiento y desestructuración de la sociedad aborigen, pero relacionado con el proceso de conquista”, cita como ejemplo.

El fenómeno de los perros asilvestrados también tuvo lugar con anterioridad a la conquista, pues hay innumerables huellas de sus mordidas en las tumbas de los siglos anteriores

Algunos de los huesos de Montaña Mina en donde observan el acromion y el coracoides destruidos en el extremo por mordeduras de perros. | FOTO CEDIDA POR TIBICENA ARQUEOLOGÍA Y PATRIMONIO

Pero el fenómeno de los perros asilvestrados también tuvo lugar con anterioridad a la conquista, pues hay innumerables huellas de sus mordidas en las tumbas de los siglos anteriores.

“Es un fenómeno que está generalizado con anterioridad a ese periodo de conflicto armado. ¿Por qué se asilvestran los perros? No te sabría decir, pero está sucediendo y no sólo en el periodo final de debilitamiento por la conquista”.

El carroñeo de los perros siempre se realiza sobre cuerpos frescos y en descomposición, no van a escarbar para hacerse con algún hueso en tumbas que llevan tiempo. Y además se sabe que se trata de perros. “Hay multitud de registros funerarios con restos humanos de distintos lugares que tienen la huella clara del consumo por parte de perros. Y sabemos que son perros porque son unas marcas muy características y porque son los únicos carnívoros capaces de hacer eso en época aborigen. Hemos estudiado el tipo de marcas y corresponde a carnívoros que sólo pueden ser perros asilvestrados”.

«Los perros se lo comieron entero, pero los indígenas volvieron al sitio, recolectaron los huesos y los enterraron en un agujero un poco más hondo»VERÓNICA ALBERTO

El caso más espectacular con el que se ha encontrado es el de la tumba solitaria de Montaña Mina, en Lanzarote. Se trata de una excavación realizada por la empresa Tibicena Arqueología y Patrimonio, después de que las obras para instalar una tubería de conducciones de agua se encontraran con un enterramiento.

“La tristeza el día que llegamos es que la pala del tractor arrasó prácticamente con la tumba, pero la alegría es que descubrimos que había pasado algo extraño: el cadáver lo habían enterrado en una fosa que se cubrió con poca tierra, así que llegaron los perros y se lo comieron entero. Pero los majos [indígenas de las islas de Lanzarote y Fuerteventura] volvieron al sitio, recolectaron todos los huesos y los enterraron acumulados en un agujero un poco más hondo y teníamos casi todos los restos para poderlos estudiar”, resume.

Se trataba de un varón de entre 35 y 45 años, enterrado en solitario en una fosa al aire libre y la datación, esto es muy importante, era del siglo XIV o principios del XV. “Una tumba de carácter individual, aislada, no era muy frecuente en las prácticas funerarias de los majos ni de ninguna isla de Canarias. Pero en un momento de estrés, las prácticas funerarias, igual que cualquier tradición o costumbre en la sociedad, se alteran”.

«Desgraciadamente tenemos pocos restos para conocer cómo eran los perros. Es raro que donde hay tantas evidencias de perros haya tan poco material óseo, que nos permitirían conocer cómo eran estos perros»VERÓNICA ALBERTO

Ese momento de estrés lo vivía Lanzarote en aquel momento, con una población diezmada. Era “un momento de debilitamiento y desestructuración de la sociedad indígena lanzaroteña, sobrevenido por el ataque de piratas y esclavistas que frecuentan la costa para llevárselos o, directamente por los normandos, que llegaron para someterlos. Como refleja la crónica de Le Canarien, es una isla, además es muy dura para vivir, con muy pocas almas viviendo en ella”.

En tales circunstancias “nos podemos encontrar en un momento en el que la población no puede alimentar a sus animales, a sus perros en este caso, que se asilvestran y son capaces de excavar en tumbas poco profundas para acceder a la carne de los cadáveres en descomposición. Para mí Montaña Mina es un ejemplo perfecto para su estudio”.

“Desgraciadamente tenemos pocos restos para conocer cómo eran los perros. Le Canarien habla para Gran Canaria de unos perros pequeños tipo lobo. Pero restos óseos hay muy pocos. Es raro que donde hay tantas evidencias de perros haya tan poco material óseo, que nos permitirían conocer cómo eran estos perros”.

Poco conocidas prácticas rituales
La simbiosis entre persona y animal “es una relación colaborativa universal desde que los perros se domestican, los perros encuentran sustento y los humanos ayuda en su vida cotidiana”, destaca. En el caso de las sociedades indígenas canarias, fundamentalmente pastoriles, “son una ayuda inestimable para el pastoreo, igual que lo son en época de la conquista y en la época histórica de la sociedad tradicional canaria”.

En los poblados también son guardianes, no sólo de los ganados, sino también de los poblados y los asentamientos, independientemente de los lazos afectivos que siempre se pueden generar hacia ellos. Pero un aspecto poco conocido del rol que tienen estos animales es que, a veces, juegan “un papel muy importante en el mundo simbólico y este es el caso del perro también entre las poblaciones aborígenes canarias”, afirma Verónica Alberto.

«Tanto en Tenerife como en Gran Canaria, en las cuevas de enterramiento se han encontrado huesos de perros que forman parte de la liturgia y el simbolismo que conlleva la muerte y el más allá»VERÓNICA ALBERTO

Las prácticas rituales con perros están asociadas, en Canarias, a los lugares de enterramiento como parte de esos depósitos funerarios. “Tanto en Tenerife como en Gran Canaria, en las cuevas de enterramiento se han encontrado huesos de perros que están intencionalmente depositados y que forman parte de la liturgia y el simbolismo que conlleva la muerte y el más allá”. No son perros enteros, sino la cabeza o, más frecuentemente, sus dientes.

“Ese tipo de representación en los depósitos funerarios se ha interpretado en un sentido muy clásico como animales guía: son animales que acompañan al difunto en su viaje del más allá, un fenómeno generalizado en muchos lugares del planeta. Son acompañantes espirituales por su importancia en el mundo pastoril”, detalla.

Así se entendió y se ha planteado durante mucho tiempo. “Yo misma, en algunos trabajos que escribí hace tiempo, daba esa explicación”, dice, pero ahora reconoce que “estamos pensando en otras claves, nos estamos dando cuenta de que no siempre esos restos de perro están asociados al mundo del pastoreo”.

Ojo, también hay representaciones de perros en la cosmogonía de las poblaciones indígenas que representan el mal

En el caso de Gran Canaria “encontramos piezas dentales de perros metidas dentro de los fardos de momias de forma intencional, asociado en dos casos que conocemos, pero muy significativos, a mujeres (una muy joven y la otra con restos de un recién nacido)”.

Se trata de un fenómeno generalizado desde antiguo en todo el arco mediterráneo, también entre los bereberes, “vinculado al mundo de la fertilidad, de la natalidad, a todo lo que tiene que ver con la gestación, el parto y la fecundidad femenina. Los perros son muy frecuentes en rituales de paso de la niñez a la edad adulta en las sociedades tradicionales, por eso también aparecen relacionados con el mundo de la muerte. Igualmente, esas piezas dentales pueden representar talismanes de buenaventura, de protección, y específicamente hablarnos de las identidades de estas dos mujeres”.

Pero, ojo, nos advierte la arqueóloga: no siempre son animales beneficiosos, por eso hay también representaciones de perros en la cosmogonía de estas poblaciones que representan el mal, espíritus malignos como las tibicenas. “En varias islas el mal se representa con una figura de perro”, recuerda.

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