La dieta de los guanches, en isótopos de huesos y dientes

LA HUELLA ABORIGEN. El estudio de las diferentes masas de átomos que hay en los restos humanos permiten al arqueólogo Elías Sánchez (ULL) plantear a qué edad se destetaban los niños guanches, que la dieta de los guanches se basaba en carne y leche de cabra o que los antiguos herreños se alimentaban de elementos marinos. [En PELLAGOFIO nº 91 (2ª época, diciembre 2020)].
Por YURI MILLARES
Qué comían los aborígenes de las islas occidentales del archipiélago canario y su relación con el medio insular, es el objeto de estudio que plantea Elías Sánchez Cañadillas, arqueólogo especialista en bioquímica, en la tesis doctoral que está finalizando en la Universidad de La Laguna. “En la sociedad prehispánica de Canarias el aborigen tiene un rango de recursos muy limitado –explica–. Llegan con lo que denominamos el paquete colonizador, que son, mayormente, cinco especies: dos de vegetales (cebada y trigo) y tres de animales que conviven con ellos (cabra, oveja y cerdo)”.
Son elementos que traen con ellos cuando pueblan las diferentes islas del archipiélago y sabemos que los van a consumir. Pero, además, cuando llegan aquí “se encuentran con un territorio en el que hay una serie de recursos de los que pueden disponer: recursos marinos (recolección de la pesca de poca profundidad y de malacofauna como lapas) y plantas silvestres con potencial para ser edibles (consumibles)”, añade.
¿En qué medida pudieron mantener su cabaña ganadera y realizar prácticas agrícolas suficientes para alimentarse? ¿Qué nuevos recursos pudieron añadir a su dieta?
En Tenerife tuvo que distinguir entre medianías y alta montaña, por la diferencia en el análisis de los huesos en las cuevas funerarias del barranco del Agua de Dios y de Las Cañadas del Teide
Para averiguarlo Elías Sánchez desarrolló su investigación a partir del estudio de huesos humanos, huesos de ovicápridos y otros restos de diferentes yacimientos arqueológicos en Tenerife, La Gomera, La Palma y El Hierro. “Esto no se puede hacer con dos o tres muestras, tiene que ser con grandes corpus de muestras”, detalla, para señalar que ha trabajado con unas 60 piezas de cada una de estas islas. En Tenerife, por cierto, tuvo que distinguir entre medianías y alta montaña, por la diferencia de resultados en el análisis de los huesos en las cuevas funerarias del barranco del Agua de Dios –medianías– y en las cuevas funerarias de Las Cañadas del Teide –alta montaña–.
Una de las conclusiones es que los perfiles son bastante semejantes en La Palma, La Gomera y medianías de Tenerife: “el principal elemento consumido por todos los aborígenes es el elemento proteico que proviene de la cabra, por consumo de carne o de elementos secundarios como la leche. Están consumiendo proteínas terrestres que provienen de este animal”. Aun así, el consumo de plantas (sobre todo cebada y vegetales silvestres) y de elementos marinos también está presente en todos los perfiles.
El nitrógeno más alto en los individuos enterrados en Las Cañadas del Teide es un indicador de mayor consumo de proteína animal por el predominio de la actividad pastoril en esta altitud
En Las Cañadas del Teide, sin embargo, el perfil varía. “A medida que avanza el tiempo la población aumenta y llega un momento que necesita más recursos”, argumenta Sánchez Cañadillas. La datación de los huesos así parece indicarlo y el entorno de Las Cañadas del Teide “se empieza a utilizar más habitualmente desde el s. XII, aunque hay restos anteriores”. El aumento de la población hace que se vaya más a Las Cañadas en busca de pasto para los ganados con vegetación de alta montaña, sobre todo retama, además de buscar piedra volcánica para sus molinos.
Los huesos de los individuos enterrados aquí tienen siempre el nitrógeno más alto que los que están en las medianías, observó, un indicador de mayor consumo de proteína animal y menos consumo de elementos vegetales como consecuencia del predominio de la actividad pastoril en esta altitud.
Caso aparte es El Hierro. En la población indígena de esta isla hay un predominio del consumo de elementos marinos. La población que se asienta aquí encuentra un territorio “más difícil para practicar una agricultura constante, o quizás hay menos reproducibilidad del ganado”. Eso hace que recurra más a la obtención de recursos alimenticios de origen marino. Los análisis de los huesos coinciden con la información arqueológica: “Tenemos grandes ejemplos de concheros como los del Julan”.
La isla que más ha estudiado, sin embargo, es La Gomera. Ello es debido a que, datados con el carbono 14, disponía de muestras de un período cronológico mucho mayor que en otras islas. Nada menos que desde el s. III hasta el s. XV. “En las muestras del s. III hay más consumo de elementos marinos y, a medida que va avanzando la escala cronológica, vemos que cambia a una dieta de elementos terrestres hasta que, al final, coincidiendo con el momento de la conquista y las primeras exploraciones europeas, hay una dieta bastante más variada”.
El análisis de huesos largos como fémur, tibia o húmero representa la dieta de los últimos años de vida de esa persona

La información que aporta el estudio y análisis de los huesos (normalmente huesos largos como fémur, tibia o húmero, de los que extrae una muestra menor de un gramo de hueso) representa la dieta de los últimos años de vida de esa persona.

Con la intención de averiguar la dieta que conformó el crecimiento de los aborígenes de estas islas antes de convertirse en adultos, Elías Sánchez viajó hasta la Universidad de Bradford, en Inglaterra, para conocer una nueva técnica sobre la que lleva trabajando hace unos años la odontóloga y antropóloga Julia Beaumont. “Le planteé una colaboración y me fui para allá a su laboratorio [en el Instituto de Ciencias Arqueológicas y Forenses] con muestras de aborígenes de Las Cañadas”, dice.
La idea era estudiar los dientes de los adultos para conocer su alimentación de niños. Beaumont, que conocía el crecimiento dental, “veía que en la mandíbula de los niños y mientras tienen el diente de leche, se está empezando a crear dentro el diente permanente. Comprobó que éste crece a un ritmo de un milímetro cada 9-10 meses, casi al año. «Si miro los isótopos de cada milímetro voy a tener la dieta de cada año de los primeros años de vida del niño», se dijo. Si el diente tiene 15 milímetros, son sus primeros 15 años aproximadamente”.
«En los dientes de los aborígeneses encontramos unos datos de nitrógeno altísimos hasta los 3-4 años porque lo que consume el bebé es leche materna, después cae en picado: eso es el destete»ELÍAS SÁNCHEZ, arqueólogo
El estudio de los isótopos de los dientes de los aborígenes le dio esa información. “Lo primero que encontramos es unos datos de nitrógeno altísimos, porque lo que consume el bebé es leche materna: está consumiendo proteína terrestre. Luego, entre los 3-4 años, los datos de nitrógeno caen en picado: eso es el destete, hay un momento en el que no le hace falta la leche materna y vemos una curva que desciende, hasta el período entre los 10-12 años en los que vuelve a subir la proteína terrestre: estamos viendo la incorporación del infante a la actividad productiva, empieza a comer como los adultos”.
De este modo, dice Elías Sánchez, “en un mismo individuo podemos ver la dieta de su infancia en los dientes y la dieta de adulto en los huesos”. Un estudio que detalla en su tesis doctoral, que está finalizando, La dieta de los aborígenes canarios en las islas occidentales a través de los isótopos estables en restos óseos.
■ EL DETALLE Carbono y nitrógeno en la cadena trófica“En la naturaleza abundan diferentes proporciones de cada elemento”, detalla Elías Sánchez. Así, un átomo de carbono normal, por ejemplo, tiene 12 neutrones en su núcleo; si se le añade un neutrón por diferentes propiedades químicas, se convierte en carbono 13 y es un poco más pesado. El hueso es un 80% carbonato cálcico y un 20% de colágeno. Analizado el colágeno con un espectrómetro de masas de ratios isotópicos se puede averiguar la presencia de carbono 12 y carbono 13, también de nitrógeno 15 y nitrógeno 13, para saber qué cantidad hay del isótopo ligero y pesado. Las plantas tienen su propia ratio de elementos de carbono pesado y carbono ligero y se va a ver reflejado según el tipo de fotosíntesis que hagan: tendrán una cantidad de carbono u otra. Los aborígenes comían plantas con fotosíntesis en compuestos de tres carbonos o C3 (la cebada, el trigo o, silvestre, el mocán), pero no comían plantas con fotosíntesis C4 (el maíz y la caña de azúcar lo son). La presencia de nitrógeno nos indica, por otra parte, nuestro lugar en la cadena trófica. Las plantas tienen una cantidad de nitrógeno determinada, los herbívoros que se comen estas plantas tienen su nitrógeno más el de la planta, y quienes comen a los herbívoros que se comen esas plantas tienen todavía un poco más. “Así podemos establecer relaciones tróficas consumidor-consumido entre los aborígenes y los ovicápridos que consumían; también con los elementos marinos, según lo alto que estén en la cadena del nitrógeno”, precisa ● |