La Fortaleza de Amurga, el último bastión indígena en Gran Canaria

LA HUELLA ABORIGEN. Al menos tres fueron los riscos sagrados de los indígenas de Gran Canaria: Tirma, Amagro y Umiaya. El primero siempre ha estado claro, mientras que el tercero incluso ha sido negado. Recientes investigaciones y excavaciones no sólo documentan su existencia, sino que la sitúan en los riscos de Amurga, en cuya fortaleza, además, los canarios encontraron su último refugio hasta que, al final, se rindieron al conquistador. [En PELLAGOFIO nº 81 (2ª época, diciembre 2019)].
Por YURI MILLARES
“Lo que me fascina de la Caldera de Tirajana es que aquí tenemos todas las épocas arqueológicas de la población aborigen: desde los primeros momentos a los últimos”, explica Marco Moreno. Es el arqueólogo al frente de los trabajos de estudio, excavación e identificación de los yacimientos indígenas en este territorio del interior de Gran Canaria. Recién llegado a las oficinas de Tibicena Arqueología y Patrimonio tras un nuevo pateo por los riscos de Amurga, explica: “Tirajana es un poco el espejo de la historia arqueológica de Gran Canaria, porque va de los siglos V al XV. Tenemos lo primero y tenemos lo último. Y por medio está Umiaya, que sabemos que es del siglo VIII-IX”.
Las dataciones realizadas en Umiaya establecen su uso entre los siglos VIII-IX, convirtiéndolo en el núcleo religioso más antiguo estudiado de Gran Canaria
Umiaya es una de las “elevaciones consagradas” junto con Tirma y Amagro, los espacios donde los primeros pobladores de la isla se reunían para celebrar los ritos a sus deidades.
“Estos lugares aparecen descritos como espacios sagrados, destacando la realización de procesiones en los mismos, sobre todo en épocas de sequía, realizando rogativas para que lloviera” describe en el libro de próxima aparición El Tiempo Perdido. Un relato arqueológico de la Tirajana indígena. Acompaña a la exposición del mismo título, financiada por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias y el Cabildo de Gran Canaria. Pretende dar a conocer los diferentes hitos que jalonan la historia de la Caldera de Tirajana y el papel transformador de las dinámicas sociales e históricas del propio entorno.

“En dichas romerías –continúa– las maguadas tuvieron un papel importante, ya que en cierta medida eran protagonistas del rito. Ellas portaban los vasos de leche y manteca, ascendiendo a la montaña con ramas de palma, donde levantaban sus manos hacía el cielo realizando allí libaciones. Tras esto se realizaban danzas, bailes y cantos, finalizando luego en el mar, golpeando la superficie con las ramas portadas”.
El sitio de Ansite
Las dataciones realizadas en lo que identifica como Umiaya “nos permiten establecer su uso ya entre los siglos VIII-IX, lo que hacen de este lugar, junto a la cercana Fortaleza, el núcleo religioso más antiguo estudiado de Gran Canaria”, destaca. En ese Umiaya de difícil acceso que sitúa Moreno en lo alto del risco Amurga, “tenemos un lugar bastante amplio con el mayor almogarén de Gran Canaria y la Fortaleza de Amurga, donde pensamos que pudo estar Ansite”. Sería donde el 29 de abril de 1483 se produjo la rendición formal de los canarios ante los conquistadores castellanos.
«Es una pena que de un hecho tan significativo como la rendición de los aborígenes no tengamos memoria de dónde ocurrió»MARCO MORENO, arqueólogo

“Aquí hicimos sondeos y nos apareció un fuego del siglo XV, en el último suelo aborigen que después se abandonó. Fue el último uso que tuvo y nos da precisamente este momento. Es una pena que de un hecho tan significativo como la rendición de los aborígenes (o de parte de ellos, porque hasta dos años después hay aborígenes alzados) no tengamos memoria de dónde ocurrió”, explica a PELLAGOFIO.
El almogarén de Amurga, describe en el libro que citamos, “es una gran plataforma pétrea que fue trabajada para rebajar la misma. En su superficie tiene una gran cantidad de cazoletas de diferentes tamaños, comunicadas, en algunos casos, por pequeños canales”.
“Estamos –continúa– ante una clara estructura de uso ritual que utiliza la cima de este peñón, posiblemente vinculado a la referencia dada por las fuentes etnohistóricas donde acudían en procesiones con el fin de la realización de libaciones”.
Contiguo al almogarén y en un peñón está la Fortaleza de Amurga. “Este lugar –añade– tiene una gran pared de piedra que cierra el lugar con un acceso habilitado para tal fin. Está organizado a través de una serie de construcciones circulares, con varias plataformas artificiales que amplían la zona transitable, totalmente mimetizadas con su entorno. De igual forma, se encuentran gran número de pequeños paneles de grabados rupestres. Su configuración, así como la morfología de estas estructuras, se asemejan bastante a la cima de La Fortaleza”, al otro lado del barranco.
La Umiaya que se negó
Aquí está Umiaya, que tanto se negó, insiste. “Uno de los primeros lugares donde se buscó Ansite fue en Los Sitios (San Bartolomé de Tirajana). Sin embargo, D. Vicente Sánchez Araña, a mitad del siglo XX, defiende la vinculación de La Fortaleza con Ansite, aún con la resistencia pública del historiador Santiago Cazorla. Sin embargo, dicha relación se consolidó de tal forma que cada 29 de abril, a los pies de La Fortaleza, se realizaba una fiesta donde se celebraba la incorporación armada de Gran Canaria a la Corona de Castilla”, escribe.
Los indígenas se refugiaron en la Fortaleza de Amurga en busca de defensa física y amparo espiritual
Pero no hay en la documentación histórica ni arqueológica datos que hagan pensar que La Fortaleza pudo ser el último bastión de defensa aborigen previo a su rendición.
“La documentación de archivo recuperada cita al actual barrio de Los Sitios, como Insitio o Ansitio. Se hace difícil no reconocer en tal denominación la Ansite indígena. No obstante, pensamos que este último lugar no se corresponde topográficamente con un posible lugar de defensa. Más factible sería que dicho lugar no fuera otro que la «Fortaleza de Amurga», que se encuentra justo encima del actual de Los Sitios. Esto podría justificarse por la necesidad, no solo de la búsqueda de una defensa física, sino de un amparo espiritual, acogiéndose de alguna forma a un territorio consagrado, es decir, a Umiaya”