Purpurarias eran las Canarias orientales, y Afortunadas, las Madeira
Textos antiguos / Revisando a Juba y a Plinio y sus descripciones

El paleontólogo y explorador Francisco García-Talavera, prolífico investigador y autor, sostiene a partir del estudio de textos antiguos que las seis islas Purpurarias eran las Canarias Orientales (así, Ninguaria no era Tenerife) y las míticas Afortunadas eran en realidad Invalle (Madeira) y Planasia (Porto Santo). [En PELLAGOFIO nº 114 (2ª época, enero 2023)].
Por YURI MILLARES
«Estamos hablando de unos hechos que ocurrieron hace más de 2.000 años, cuando la realidad geográfica, climática, política, económica y tecnológica era muy diferente a la actual», precisa. Desde que las Canarias «fueron consideradas el extremo occidental de la antigua Ecumene —o sea, el límite hacia el Oeste de la Tierra conocida y poblada— se han visto envueltas en un halo mítico y misterioso que motivó a autores clásicos como Homero, Hesíodo o Platón a localizar en ellas sus mitos fantásticos —que siempre escondían algo de realidad— como El Jardín de las Hespérides, Los Campos Elíseos, Las Islas de los Bienaventurados (Makaron nesoi) o La Atlántida».
Es con autores romanos como Estrabón, Plutarco y, sobre todo, Plinio el Viejo (Historia Nat. VI, 32), en la primera centuria de nuestra Era, «cuando las islas pasan a ser reales y localizables en los confines del proceloso océano Atlántico, frente a la antigua Mauretania».
La descripción detallada de las distancias y localizaciones en el viaje de juba hace que Plinio distinga claramente las Purpurarias de las Afortunadas y señala, además, la existencia de «otras islas» que podrían ser las Salvajes
De una detallada lectura de los textos de Plinio, revisando las traducciones que se conocen y sus errores, García-Talavera concluye que las Purpurarias, descubiertas por Juba, eran las Canarias orientales, distribuidas y alineadas casi paralelamente a esa costa, y a unos 100 km de distancia de ella, por lo que tenían que ser Lanzarote y Fuerteventura, pero también el archipiélago Chinijo y Lobos.
La descripción detallada de las distancias y localizaciones en el viaje de Juba hace que Plinio distinga claramente las Purpurarias de las Afortunadas y señala, además, la existencia de «otras islas» que podrían ser las Salvajes. «Estamos convencidos de que, para Plinio, al igual que otros, las Afortunadas eran Madeira y Porto Santo, pues en su descripción dice que son dos: “Invalle [Madeira] por su concavidad y Planasia [Porto Santo] por su aspecto plano”», dice García-Talavera, que las conoce muy bien.
Ninguaria y sus «nieves perpetuas» era Fuerteventura, Tenerife no se veía desde Alegranza o Montaña Clara y sí, en días claros, las arenas blancas de Jandía>

«Todo esto nos lleva a replantear muchas cosas». ¿Cuáles son las seis islas canarias que Plinio describe partiendo de otra conclusión: que Juba no conoció las Canarias occidentales? Ombrion sería Alegranza, la primera isla a la que avistaría saliendo desde Madeira y pasando por las Salvajes (la charca en sus montes sería la laguna que se formaba en el interior de uno de sus cráteres).
Junonia, la siguiente en la ruta, sería La Graciosa según las descripciones (concuerda con la costumbre fenicia y púnica de establecer sus factorías de púrpura y puertos principales en lugares estratégicos, con bahías resguardadas y con islotes y promontorios que las protegieran); la otra isla más pequeña y cercana a Junonia, Junonia Minor, «no puede ser otra que Montaña Clara».
Después pasaron por Capraria, es decir, Lanzarote (donde encontraron «lacertis grandibus refertam», cuya correcta traducción sería «con grandes concentraciones de lagartos»); Ninguaria y sus «nieves perpetuas» era Fuerteventura («aunque parezca descabellado», dice, Tenerife no se veía desde Alegranza o Montaña Clara y sí, en días claros, las arenas blancas de Jandía).
¿Y Canaria, «la más cercana» a Ninguaria/Fuerteventura y plagada de «canes de gran tamaño»? Pues no sería Gran Canaria, sino Lobos: es la que está más cerca y los canes hacían referencia a los lobos marinos que la poblaban [Jiménez González (2005)], un recurso —pieles, sebo, huesos— del que disponían los mahos, según el inventario arqueológico de la Cueva de Villaverde; por el contrario, no se han encontrado vestigios arqueológicos que sustenten esa presencia de grandes canes en Gran Canaria.
La hipótesis de Francisco García-Talavera se basa en una amplia documentación y argumentos sólidos que no caben en el espacio de esta página, apenas una reseña. Su artículo con toda esta información más detallada se puede descargar en pdf desde aquí.
El atrevimiento de un científico de trayectoria intachable
Más de una veintena de campañas oceanográficas y expediciones científicas, para conocer «a fondo» los archipiélagos macaronésicos y la cercana costa africana, están detrás de la hipótesis que escribió en su día el paleontólogo y explorador Francisco García-Talavera siendo director del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife. «Los conocimientos acumulados a lo largo de tantos años de investigación sobre el pasado de nuestras islas y de la fachada atlántica del vecino continente, han contribuido, en buena parte, a mi atrevimiento al abordar un tema que no ha hecho más que generar controversia y confusión a lo largo de siglos», comienza su documentado artículo «Purpurarias y Afortunadas, la Macaronesia Central en la Antigüedad». Y lo hace «sugiriendo nuevos caminos, con una hipótesis factible y razonable», pero igualmente controvertida.