Retos y paradojas en Zonzamas, singular poblado de los majos

LA HUELLA ABORIGEN. “Zonzamas es mucho más de lo que hay a la vista”, insisten los arqueólogos, de nuevo trabajando en uno de los asentamientos indígenas más llamativos de las islas Canarias después de 20 años en los que este poblado, habitado y reutilizado desde el siglo V al XX y de dimensiones aún por descubrir, ha estado “dormido”, sepultado por la ceniza de erupciones volcánicas y de excavaciones anteriores que lo taparon para protegerlo. [En PELLAGOFIO nº 73 (2ª época, marzo 2019)].
Por YURI MILLARES
Entre 2018 y 2019 se desarrolla una amplia y ambiciosa intervención arqueológica impulsada por el Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de Lanzarote en el yacimiento más emblemático de la isla e, incluso, de los más llamativos del archipiélago canario. El objetivo es doble, por una parte, investigar todo lo que permitan las huellas dejadas por los majos –como se conoce a los indígenas de Lanzarote y Fuerteventura– en el poblado de Zonzamas, para conocer e interpretar este asentamiento; por otra, la puesta en uso social del mismo para las futuras generaciones, facilitando su recorrido y dotándolo de un centro de interpretación.
La parte más conocida de este yacimiento, por haber permanecido a la vista desde que sus primeros habitantes lo ocuparon, es un complejo estructural formado alrededor de un cerro rocoso circundado por una impresionante pared ciclópea que se denomina la Peña de Zonzamas. Conocido también como el Palacio (o el Castillo) de Zonzamas, esa “gran muralla es, posiblemente, la más grande que hay en Canarias en un yacimiento, pues está hecha con piedras que tienen un par de toneladas cada una”, dice Marco Moreno, uno de los directores de la excavación. “Esa peña es lo único que se veía hasta los años 70 del siglo XX”, añade.
Es un lugar arqueológico que estuvo habitado por los majos y es un espacio que se sigue habitando después de la conquista normanda
“El topónimo aparece ya en Le Canarien –crónica elaborada entre 1404 y 1420, la primera documentación escrita sobre la conquista de Canarias– y también lo cita Torriani a mediados de 1592. Es un lugar arqueológico que estuvo habitado por los majos y es un espacio que se sigue habitando después de la conquista normanda”, detalla la arqueóloga Verónica Alberto.

Dataciones
“Por su emplazamiento –explica en uno de sus informes Tibicena Arqueología y Patrimonio, la empresa encargada de los trabajos– se inserta en una de las zonas más fértiles y ricas desde el punto de vista económico de la isla; lo que, unido a la concurrencia del poder político a partir de la presencia de personajes relevantes de la sociedad indígena, como la figura de «Guadarfía último rey de los majos», da cuenta de la trascendencia de Zonzamas como centro de referencia en época preeuropea”.
Zonzamas se construye en el siglo V, se abandona en el VIII, en el X está tapado y ya no se ve y en el XII hay una reocupación
Las diversas dataciones realizadas en Zonzamas permiten configurar una cronología de su poblamiento y uso que se dilata durante un gran período de tiempo: se construye en el siglo V, se abandona en el VIII, en el X ya no se ve –como consecuencia de que el espacio se colmata de sedimentos y tapan sus estructuras– y en el XII hay una reocupación –que construye sobre lo que ha quedado tapado–, estima Marco Moreno, aunque las dataciones más antiguas, obtenidas en anteriores excavaciones realizadas a finales del siglo XX, habría que actualizarlas en base a los nuevos protocolos de trabajo establecidos más recientemente. “Datar madera, por ejemplo, te da un espacio de tiempo menos preciso que si datas huesos o semillas, que tienen un ciclo de vida más corto y el margen de error es mínimo”, explica.

Lo curioso del yacimiento donde estaba el «palacio del rey Zonzamas» es que, según dicha cronología, “Zonzamas nunca lo vio”, apunta como posibilidad este arqueólogo. “Es lo que llamo la Paradoja de Zonzamas, porque en su época (mediados del siglo XIV) el yacimiento no se ve por estar sepultado. Sólo se veía la peña y no sabemos si más estructuras”.
En el siglo XVIII había construcciones no sepultadas que estaban en uso, como se ha podido comprobar tras la campaña de 2015 (cuando se inició la realización de una veintena de sondeos arqueológicos “en puntos dispares e inéditos del yacimiento”) y se localizó una que había quedado sepultada en 1731 tras la gran erupción que sufrió la isla de 1730 a 1736. Sus ocupantes la abandonaron precipitadamente y allí pudo desenterrar el propio Marco Moreno una botella de cerámica intacta, apoyada sobre un plato originario del alfar de Candelaria (Tenerife). “En 1850, cuando se elabora el diccionario estadístico de Madoz (1), nombra a Zonzamas y dice que hay nueve familias viviendo. Y hay un señor muy mayor todavía vivo que recuerda haber visto gente viviendo allí. Así que es muy probable que hasta principios del XX todavía hubiera gente. De hecho, están las casas”.

Retos de un misterio
Entre el siglo V de la primera datación conocida y los primeros años del XX van, nada menos, cerca de quince siglos en los que este lugar ha sido habitado y abandonado sucesivamente. “Zonzamas es un misterio”, afirma Moreno. Sobre uno de los poblados indígenas más grandes de Canarias, reutilizado tras la conquista, “hay muchos retos de cara al futuro”, añade Verónica Alberto, pensando en todo el trabajo que hay por delante para definir su emplazamiento completo, desentrañar el uso que tuvieron sus espacios, cómo se explotan y se consumen los recursos marinos y animales, cómo son las producciones alfareras…
En una isla donde casi no se han encontrado enterramientos de la población indígena (“¿Dónde están sus muertos”, se suelen preguntar los arqueólogos), aquí ya se han hallado dos recién nacidos
La excavación arqueológica de la campaña 2018/19 pretende dar las primeras respuestas a esos interrogantes. En una isla donde casi no se han encontrado enterramientos de la población indígena (“¿Dónde están sus muertos”, se suelen preguntar los arqueólogos), aquí ya se han hallado dos recién nacidos. “Cuando el mundo de la muerte en Lanzarote es tan poco conocido, que, de repente, aparezcan dos individuos perinatales en un contexto doméstico, que están absolutamente subrepresentados en cualquier isla, es un hallazgo”, destaca Verónica Alberto. La datación de estos restos humanos los sitúa entre finales del siglo VII y principios del VIII.
Se han encontrado restos rituales, algo habitual en diversas culturas mediterráneas: poner huesos de cabezas de cabras en los corrales para espantar el mal de ojo
La mayoría de las construcciones se corresponden con el tipo de casa de los majos, las llamadas casas hondas por ser semisubterráneas, de las que se ha ido hallando varias en las sucesivas excavaciones que se ha llevado a cabo desde 1973, cuando Inés Dug desenterró las primeras edificaciones, entre las que destaca una de forma rectangular, subdividida en varias estancias a ambos lados de un pasillo central. “Dentro de ese almacén se han encontrado unos restos rituales. Debajo de unos poyetes aparece una cazoleta en el suelo llena de lapas, las paredes son costillas, y dentro de las lapas hay dos cabezas de machorra [cabras pequeñas] con los cuernos mirando para la puerta. Algo habitual en diversas culturas mediterráneas, poner huesos de cabezas de cabras en los corrales para espantar el mal de ojo”, describe Moreno.
Cubetas con evidencias de fuego
Uno de los elementos inéditos documentados en las nuevas excavaciones que se están haciendo ahora es el hallazgo de dos grandes agujeros en cuyo interior se realizaron actividades de combustión, informa la empresa Tibicena. “Por lo que respecta a los materiales arqueológicos que contenían, en ambas se extrajo una muestra variada constituida por fragmentos cerámicos, industria lítica, así como fauna terrestre y marina”, detalla.
“La cerámica a mano es con diferencia la más abundante en el yacimiento, siendo la cerámica aborigen la mejor representada –continúa el informe de los arqueólogos–. Los motivos decorativos incisos son de carácter geométrico y se ubican generalmente de forma paralela al borde de los recipientes cerámicos, exhibiendo una gran variedad de motivos”.
Hay «una gran cantidad de restos óseos animales con una composición taxonómica poco variada, básicamente compuesta por la cabaña caprina, fundamento esencial de la ganadería insular desde época de los primeros majos»
También aparece la cerámica popular a mano, entre las que destaca la conocida como “cerámica de El Mojón, cuyas paredes exteriores aparecen pintadas con arcilla amarilla y roja”. Durante los sondeos “se recuperaron un total de 68 fragmentos” de esta cerámica, que procede del pueblo con ese nombre, en el término municipal de Teguise. “Constituye un caso excepcional dentro de las producciones alfareras canarias porque emplea un engobe claro (tegue) y una decoración pintada con motivos y técnicas que no se repiten en ningún otro lugar de Canarias. De hecho, se ha relacionado esta cerámica con poblaciones norteafricanas asentadas en Lanzarote después de la conquista de la isla” citan.
También se ha hallado “una gran cantidad de restos óseos animales con una composición taxonómica poco variada, básicamente compuesta por la cabaña caprina, fundamento esencial de la ganadería insular desde época de los primeros majos”, señala el informe, aunque la arqueóloga Verónica Alberto ha detallado a PELLAGOFIO, como curiosidad, “que hay una cantidad de machos altísima, lo que es un patrón de explotación de la cabaña ganadera diferente con el resto de las islas, donde lo que se sacrifica son los machos jóvenes y lo que se mantienen son las hembras. Este sería un modelo un poco diferente, cuyo estudio todavía no se ha abordado, pero será interesante”.
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(1) Pascual Madoz, Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, publicado entre 1845 y 1850.