Arqueología

Sondeos en el devastado primer convento franciscano de Canarias

CONQUISTA Y EVANGELIZACIÓN. Coetáneo de la conquista, el primer cenobio, que fundó la Orden Franciscana en el archipiélago como misión evangelizadora de la población indígena, se levantó en Betancuria (Fuerteventura) a partir de 1414. Reconstruido en el siglo XVII tras el ataque pirático de Xabán Arráez, quedó en desuso y abandonado en el XIX. Sólo quedan las paredes de la iglesia conventual en cuyo entorno se ha iniciado una intervención arqueológica con visos de continuar. [En PELLAGOFIO nº 84 (2ª época, marzo 2020)].

MARCO MORENO:
«El convento de San Buenaventura es un hito histórico que ha sido abandonado»

Por YURI MILLARES

“Nos encontramos ante un complejo arquitectónico intensamente devastado, en progresivo y continuo deterioro que corre el riesgo de desaparecer por completo, a pesar de ser uno de los enclaves más antiguos y significativos de la posconquista del archipiélago”, dice la memoria Sondeos arqueológicos en la iglesia del convento franciscano de San Buenaventura y entorno inmediato, que ha llevado a cabo la empresa especializada Tibicena Arqueología y Patrimonio.

Se trata de una primera intervención que requerirá de una continuidad con otros sondeos y excavaciones, “imprescindible” dentro de un plan de actuación “que recupere los valores históricos-patrimoniales del sitio, garantizando con ello además su correcta y efectiva protección y conservación”, estiman los arqueólogos.

Trabajo arqueológico minucioso al inicio de los sondeos en las ruinas del convento de San Buenaventura. | IMAGEN CEDIDA POR TIBICENA ARQUEOLOGÍA Y PATRIMONIO
La iglesia conventual en 1895. La cubierta de teja se desplomó en 1929. | DETALLE AMPLIADO DE UNA VIEJA FOTO EN LA MEMORIA DEL SONDEO ARQUEOLÓGICO

“Es un hito histórico que ha sido abandonado”, señala Marco Moreno, director de Tibicena, observando la cronología del conjunto de edificaciones de este complejo conventual.

Betancuria (en Fuerteventura) fue el segundo asentamiento europeo en Canarias (el primero fue San Marcial del Rubicón, en Lanzarote), fundada en 1405 tras la conquista de la isla por las tropas normandas de Juan de Bethencourt, de quien toma el nombre la que sería primera capital de la isla.

Poco después, en 1414, comenzaron los franciscanos las actividades del convento, que en 1416 recibe el apoyo del Papa Benedicto XIII al emitir una bula para financiar su edificación.

“La primera construcción conventual hubo de ser muy sencilla, hecha con materiales pobres y fáciles de conseguir en la zona (…). Algunas celdas en torno a un patio central, una pequeña iglesia y la cueva donde hoy se sitúa la ermita de San Diego de Alcalá, debieron ser las primeras edificaciones de San Buenaventura”, señala la Memoria. Es en esta primera etapa cuando vivió en el convento San Diego de Alcalá durante su estancia en la isla (1441-1444).

Betancuria, rodeada de montañas y alejada de la costa por razones de defensa militar, no escapó al ataque del pirata Xabán Arráez que en 1593 expolia e incendia la villa, incluido el convento

Pero Betancuria, enclavada en un lugar fértil, con agua, rodeado de montañas y alejado de la costa por razones de defensa militar, no escapó al ataque del pirata berberisco Xabán Arráez que en 1593 expolia e incendia la villa, incluido el convento.

Reconstruido y ampliado, el cenobio de San Buenaventura se levantó de nuevo en torno a un templo en el solar dejado por la antigua iglesia, ahora con planta de cruz latina de nave central y capillas laterales pareadas. “El muro Norte de la nave central lindaba con el claustro, al cual se accedía por una portada de arco de medio punto denominada puerta de Gracia”, señala la Memoria.

Las desamortizaciones que llegaron en la primera mitad del siglo XIX suponen el cese de la actividad monacal y comienza “el inexorable proceso de ruina del cenobio”. En el XX la situación empeora. El claustro desaparece por la reutilización de la piedra de cantería para otras construcciones, incluso la madera fue vendida. Hasta 1965 no se produce intervención alguna, cuando Roberto Roldán Verdejo, además de juez, un apasionado y estudioso del patrimonio, realiza labores de conservación de la iglesia de San Buenaventura, aunque dejó una “idea desdibujada del complejo conventual”, según pudieron comprobar los arqueólogos durante el sondeo realizado a finales de 2018.

“Desde un punto de vista estratigráfico, observamos que las construcciones realizadas por R. Verdejo en 1965 no se corresponden de forma general con el trazo original de muros del convento”, señalan.

MARCO MORENO:
«No veo a unos monjes de la meseta castellana comiendo lapas y burgados. Alguien les tuvo que decir “se comen”»

Material encontrado en el primer sondeo: teja «muslera», imagen figurativa, cerámica y cuchillo. | IMÁGENES CEDIDAS POR TIBICENA ARQUEOLOGÍA Y PATRIMONIO

Un sondeo que en 2020 tendrá continuidad con otro, aunque “necesita un proyecto [de excavación] mucho más grande”, explica Marco Moreno a PELLAGOFIO al hacer balance del sondeo de 2018.

“Está todo por hacer, lo que hemos hecho en nuestra primera intervención es demostrar que el convento merece la pena ser trabajado, porque se pensaba que quizás no” por el grado de deterioro y modificación del entorno. Entre otras cosas, identificada el área funeraria en el interior de la iglesia, habría que realizar la datación y valoración bioantropológica de los restos óseos encontrados, así como estudiar las evidencias encontradas en lo que se ha identificado como un posible basurero de los monjes, en el exterior de los muros del convento, que también podrían aportar datos sobre el modus vivendi de los frailes de San Buenaventura.

Analizar el contenido de ese vertedero llevará hasta la dieta de los monjes. “Tenemos una cosa curiosa: había muchas lapas y burgados. La pregunta es ¿quién les enseña a ellos que se pueden comer? Al ser un momento muy incipiente de la colonización de la isla no sería otra cosa que un testimonio del trasvase de información entre la sociedad indígena y los nuevos colonos. No veo a un tipo de la meseta castellana comiendo lapas y burgados, la verdad. Alguien les tuvo que decir «se comen»”.

En el segundo piso donde estaba el coro hay una serie de huecos en las paredes donde había cerámicas para modular la acústica durante el canto

“Y hay una cosa muy interesante en la iglesia –añade–: en el segundo piso donde estaba el coro [tal vez por influencia francesa, pues los conquistadores eran normandos], hay una serie de huecos en las paredes donde había cerámicas para modular la acústica durante el canto. Queda una in situ”, destaca Moreno.

Es algo que se ha documentado recientemente en Francia, pues no se sabía bien la función de esas piezas de cerámica incrustadas en las paredes de los coros de iglesias y conventos. Fue al estudiar “una colección excepcional de ollas acústicas” entre el espesor de las paredes de la abadía de los Ángeles, construida en el siglo XVI frente al mar en la Bretaña francesa, cuando se preguntaron para qué se utilizaban.

“Un equipo de arqueólogos, acústicos, historiadores y musicólogos buscaron comprender las funciones técnicas y simbólicas de este ingenioso dispositivo, que hasta ahora ha sido poco documentado”, señala el Centre national de la recherche scientifique (Centro Nacional para la Investigación Científica) en “L’énigme des poteries acoustiques” (CNRS Le Journal) detectando después, en más de treinta iglesias de Francia, este ingenioso sistema de amplificación acústica con ollas de terracota.

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