TACs a momias guanches: yerbas, estatus social y salud
En el proyecto participan Museos de Tenerife, el Grupo Hospiten y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

LA HUELLA ABORIGEN. La realización de tomografías axiales computerizadas para obtener imágenes del interior del cuerpo también se aplica en momias guanches. Es lo que ha hecho ya el Museo Arqueológico de Tenerife permitiéndole la reconstrucción 3D de hasta 25 momias para conocer el proceso de momificación de los guanches y, en un nuevo y apasionante proyecto, conocer su esperanza de vida por menceyatos según el estado de nutrición, adaptación al medio, patologías… [En PELLAGOFIO nº 97 (2ª época, junio 2021)].
Por YURI MILLARES
El avance en los TACs que se realizan a pacientes para detectar, entre otras enfermedades, tumores o patologías óseas, ha permitido al Instituto Canario de Bioantropología y al Museo Arqueológico de Tenerife (dependientes del Organismo Autónomo de Museos y Centros del Cabildo de Tenerife) aplicar esta tecnología a las momias guanches de su colección. La mayor parte de ellas están datadas entre los siglos VIII al XIII.
“Hay algunas anteriores, pero en ningún caso previas al s. III de la Era Cristiana”, precisa su director, Conrado Rodríguez-Maffiotte. “En 1990 tardábamos en hacer el TAC de un cuerpo completo más de una hora a cortes de dos centímetros. Pero entre el año pasado y éste lo hemos hecho a 25 individuos (yo creo que somos la institución del mundo que más TACs de momias ha hecho hasta ahora). A cortes de un milímetro apenas tardamos 30 segundos, tienen una gran resolución y, además, permiten hacer la reconstrucción 3D”, explica.

Entre las yerbas utilizadas durante el proceso de momificación se ha descubierto un musgo con propiedades antisépticas contra la putrefacción: la ‘Neckera intermedia’
Estos TACs, que se realizan en el Hospital Universitario Hospiten Rambla gracias a la colaboración del grupo Hospiten, señala, “no sólo sirven para realizar el diagnóstico de las patologías de estos individuos y dónde están ubicados los órganos tras su deshidratación y desconexión entre sí: pueden estar a nivel pélvico si la momia estaba en posición vertical, o pueden estar en la zona dorsal si estaba en posición de decúbito”.
En el proyecto participan Museos de Tenerife, el Grupo Hospiten y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que colaboran en un programa sobre paleoimagen de las momias guanches en el que se usa la última tecnología en imagen médica como parte del plan de trabajo del proyecto Interreg MACbioIDi. Además del propio Conrado Rodríguez-Maffiotte, dirigen el mismo los profesores de la ULPGC Manuel Maynar Moliner y Juan Ruiz Alzola.

“Todo esto es muy interesante desde el punto de vista antropológico y anatómico”, destaca, pero además aporta información “para comprobar el estado de conservación y si ha habido un proceso de manipulación de la momia. Hay que tener en cuenta que la mayoría de ellas vienen de lo que era el Gabinete Científico de Santa Cruz de Tenerife de finales del siglo XIX, que luego pasaron al Museo Municipal”.
Momias reconstruidas y yerbas momificadoras
En aquel tiempo, señala, “lo que prevalecía era que se viera la integridad del espécimen y lo que se hacía era reconstruir las momias: les ponían huesos de otros cuerpos o pieles que no le pertenecían. Los TACs nos ayudan a detectar todo esto y si se le han puesto artilugios, desde tornillos hasta estacas y alambres, para mantener la integridad y que no se desmoronara la momia”.
Otra cosa interesante es que permite ver si hay sustancias como piedra pómez, acículas de pino o yerbas utilizadas durante el proceso de momificación, de las que Rodríguez-Maffiotte señala una descubierta recientemente, “un musgo con propiedades antisépticas para que matara los microbios que producen la putrefacción: la Neckera intermedia”.
En general, las momias pueden ser naturales (“cuando sabes que en determinada cueva hay unas condiciones que conservan el cadáver”), naturales intencionadas (para la momificación se aprovechan las condiciones ambientales de los lugares de enterramiento) y antropogénicas (existe una manipulación intencional del cadáver).
En el caso de las momias guanches “no hay extracción de órganos como puede haber en Egipto y otros lugares, pero sí que se ha visto en algunas momias (por ejemplo, en la momia guanche que está en el Museo de Etnología y Arqueología de la Universidad de Cambridge) que se han realizado unos cortes en la piel para introducir arena a nivel de las nalgas y del abdomen (donde hay más posibilidades de que la putrefacción tenga lugar porque hay más acúmulo de grasa), incisiones sin extracción de vísceras (una ventaja porque podemos analizarlas)”.

Élites sociales y salud
Estos TACs, al permitir una mejor definición de cómo se realizó cada momificación, indican hasta el estatus social del individuo. “Te permite ver el número de capas de piel que envuelve el fardo: a más capas de piel, mayor era el rango del individuo en la sociedad”, dice.
Las momias antropogénicas, “salvo en la cultura chinchorro de Chile en que se momificaba toda la población –detalla el director del Museo Arqueológico de Tenerife–, siempre han pertenecido a las élites. Están reflejando a una parte muy beneficiada de la sociedad desde el punto de vista económico, que se traduce en un estado nutricional determinado y una buena salud en general. Pero sólo representa a menos del 5% de la población aborigen”.
De ahí que ahora, dice, “estamos en un proyecto que se llama Guanches, una visión integradora, para el estudio tanto de población momificada como de población esquelética”, porque “ver al guanche como un único individuo no es muy útil”. Y los datos que está aportando este estudio son muy llamativos.

En este caso se analizan y comparan los datos de las nueve comarcas aborígenes en que se distribuía Tenerife (los menceyatos) y a distintas altitudes (costa, medianías hasta los 700-800 metros y montaña). “Hay un menceyato que es espectacular, Anaga. Tiene costa en Añaza, medianías desde el actual barrio de la Salud a La Laguna y montaña en los montes del Parque Natural de Anaga) y una diferencia muy importante del estado de nutrición, que repercute en los perfiles demográficos. En la costa tenían una esperanza de vida muy alta para esa época, 32-33 años; en medianías bajaba hasta los 25-27 años y en montaña no llegaban a los 20 años”.
El desarrollo general (la corpulencia) de los guanches es distinto en los tres niveles en función de las distintas actividades económicas que pueden desarrollar. “A nivel de costa hay posibilidad de pastoreo en amplias extensiones, el consumo de alimentos de origen vegetal era pequeño en comparación con el consumo de manteca, carne y leche; mientras que a nivel de montaña el consumo proteico calórico es prácticamente inexistente, ahí no puedes pastorear y la base de la alimentación es vegetal. Tu inmunidad disminuye y tu esperanza de vida también”.
En otros menceyatos la situación era diferente. El de Tegueste “es muy homogéneo y tienen un estatus que es el mejor que existía en Tenerife antes de la conquista, mientras que el de Tacoronte, al lado, donde el bosque llegaba hasta el mar y la franja para pastorear era muy pequeña, tenían una esperanza de vida diez años menor que en Tegueste, que era de 36 años (altísima comparado con Europa, que antes de la primera guerra mundial era inferior a los 50 años)”.
Había menceyatos que eran algo más agrícolas, como Icod; otros que eran mucho más ganaderos, como los del sur desde Güímar hasta Abona; otros que mezclaban más ambas actividades; y alguno con unas características muy específicas, como Anaga. “A diferencia de Gran Canaria, donde sí había un consumo mayor de pescado y marisco, en Tenerife se consumía muy ocasionalmente, en épocas de carestía o de modo ceremonial”, algo que, dice, “no es extraño en poblaciones insulares, porque no lo consumían en origen antes de llegar por las razones que fueran. Cuando se asientan en la isla imitan lo que hacían antes, es lo que se llama efecto fundador cultural conductual”.