Arqueología

Viaje a 977, mujer indígena canaria, del siglo V

LA HUELLA ABORIGEN. La Fortaleza es un gran templo del que hay constancia de su uso continuado durante mil años. Allí localizó el doctor Grau Bassas uno de los enterramientos más antiguos de Gran Canaria, de los que se conservan dos cráneos en El Museo Canario. ¿Por qué fueron enterrados con los honores de ocupar un lugar preeminente? ¿Quiénes eran? La ciencia forense pone ahora rostro a uno de ellos, una indígena canaria con más de 1.500 años. [En PELLAGOFIO nº70 (2ª época, diciembre 2018)].

Por YURI MILLARES
Imágenes cedidas por TIBICENA ARQUEOLOGÍA Y PATRIMONIO

El yacimiento arqueológico de La Fortaleza forma un amplio conjunto de elementos constructivos y cuevas, en el que destaca La Fortaleza Grande, en lo alto de un solitario promontorio montañoso con los restos de un almogarén (voz aborigen para indicar templo o lugar adoratorio) de grandes dimensiones. Aquí se han localizado grabados rupestres, un perímetro amurallado que le ha conferido al lugar el nombre y estructuras habitacionales de piedra destinadas a las prácticas religiosas y culturales, vinculadas a la posición del sol en ciertos momentos del año.

Los dos cráneos aparecieron enterrados en la cima de un gran roque, fuera de las necrópolis colectivas y cuevas donde habitualmente enterraban a sus muertos los antiguos habitantes de Gran Canaria

Pese a la importancia de este lugar en la cultura de los indígenas isleños (“uno de los más antiguos y de mayor ocupación temporal de la isla”, escribe el arqueólogo Marco Moreno, al señalar que ha sido un establecimiento de uso continuado, al menos, entre los siglos V al XV), no fue hasta el XIX cuando Víctor Grau Bassas lo visitó, interpretó su uso y llevó a El Museo Canario (institución de la que fue su primer conservador) dos esqueletos que localizó en un enterramiento en la cima de ese gran roque, fuera de las necrópolis colectivas y cuevas donde habitualmente enterraban a sus muertos los antiguos habitantes que poblaban el archipiélago: ¿personas objeto de veneración, de culto, de respeto?

Sólo dos cráneos
De estos dos esqueletos sólo se conservan sus cráneos, identificados en el museo con los números 1.837 y 977, que llamaron la atención de los arqueólogos cuando, a partir de 2011, comenzaron a realizar unas excavaciones que perduran hasta la fecha y han descubierto y aportado mucha información y restos (bajo La Fortaleza Grande, por ejemplo, un abigarrado poblado de unas 40 casas).

“¿Qué hace esta gente allá arriba? La hipótesis es que son dos personas relevantes en la sociedad”MARCO MORENO, director de Tibicena

Entrevistado por PELLAGOFIO sobre esos dos cráneos, Marco Moreno (director de la empresa encargada de la excavación, Tibicena Arqueología y Patrimonio) se pregunta: “¿Qué hace esta gente allá arriba? La hipótesis es que si hay dos hombres enterrados en la parte alta de una montaña, cuando el resto se entierra abajo, es que son dos personas relevantes en la sociedad”.

Lo curioso “viene después –dice–, cuando nos damos cuenta de que uno de ellos no es un hombre, la genética nos dice que es una mujer. Entonces empiezas a tirar del hilo para generar un relato del lugar y, a partir de ahí, decidimos ponerle cara para que haya una visibilización de la mujer en el pasado, porque en nuestro machismo cultural siempre han sido los hombres los que están arriba, los importantes. Pues no, tenemos a una mujer relevante enterrada nada menos que en el siglo V”.

La Fortaleza, donde se localizó el cráneo cuyo rostro se ha reconstruido digitalmente, forma parte del territorio sagrado Humiaga de los indígenas de Gran Canaria, donde se habla de las maguadas, mujeres vinculadas a los ritos. | ILUSTRACIÓN TIBICENA ARQUEOLOGÍA Y PATRIMONIO

El relato
“Desde La Fortaleza hemos intentado crear esa narración”, dice, porque “ni La Fortaleza ni ninguno de los grandes yacimientos insulares puede entenderse desde la monofuncionalidad y la visión única”. Y ese relato une imágenes y formas (el ídolo que encontró aquí el antropólogo francés René Verneau; los grabados en el barranco de Guayadeque, en La Fortaleza y en Morros de Águila; el cráneo de esta mujer enterrada) “nosotros lo hilamos y pensamos ¿no será lo mismo, que todas estas imágenes están hablando de una mujer que se convierte en un icono, en una leyenda muy importante? Porque creemos que La Fortaleza forma parte del territorio sagrado Humiaga, donde se habla de las maguadas, mujeres vinculadas a los ritos a las que se le pide opinión”.

«En el santuario en la parte alta es donde se entierran personas importantes a las que se visita de forma recurrente año a año, y ese calendario de visitas se gestiona a través del solsticio y el equinoccio»MARCO MORENO

Es lo que este arqueólogo denomina “un sitio de ritual, con un santuario en la parte alta donde se entierran personas importantes a las que se visita de forma recurrente año a año, y ese calendario de visitas se gestiona a través del solsticio y el equinoccio”. Trasladado a la cultura y creencias actuales, “es como cuando vamos a ver a la Virgen del Pino, a pedirle salud, por ejemplo… Cuando se nos cumple, tenemos que volver en promesa a visitarla. En este caso tenemos la iglesia y, alrededor, el mercado, un lugar de encuentro. Pues seguramente La Fortaleza funcionara igual, un sitio al que la gente viene y realiza ofrendas”.

Cuando los santones se mueren (“en el norte de África tenemos el mundo de los santones y santonas morabitos”, explica) los entierran en zonas altas y se hacen celebraciones, sobre todo comen carne de animales jóvenes y machos. “Esos restos de fuego y restos óseos es lo que hemos encontrado nosotros” en La Fortaleza Grande, añade (en este caso, de caprino y porcino).

“Las poblaciones asentadas en el interior, con una menor ingesta de productos marinos que aportaban flúor a la dieta, tenían una deficiente salud oral”TERESA DELGADO, conservadora El Museo Canario

El cráneo 977 carecía del hemimaxilar derecho y parte de los alveolos izquierdos, que hubo que recomponer. | ILUSTRACIÓN TIBICENA ARQUEOLOGÍA Y PATRIMONIO

Lesiones violentas
De esos dos cráneos sabemos que 1.837 era hombre y 977 era mujer, él tenía en torno a 25 años y ella poco más de 30.

Del estudio antropométrico realizado por Teresa Delgado (conservadora de El Museo Canario) sabemos que tenían “una deficiente salud oral, en la misma línea ya documentada para la población prehispánica de Gran Canaria y, especialmente, para las poblaciones asentadas en el interior, con una menor ingesta de productos marinos que, como el pescado, aportaban flúor a la dieta”. Las patologías detectadas en el estudio de los cráneos “apuntan a una dieta rica en hidratos de carbono, especialmente cereales, y sigue el mismo perfil de salud oral ya documentado para otros muchos enclaves arqueológicos, que apuntan a que la base de la dieta viene dada por los productos cultivados, esto es, cereales y frutos como los higos, todos ellos cariogénicos. En este sentido, no hay sino que pensar en los graneros localizados en La Fortaleza Grande”, añade.

Ambos cráneos presentan heridas “que se inscriben en el modelo de lesiones violentas observadas en la población indígena de Gran Canaria”

El especialista en ciencia forense Pablo Aparicio es quien ha generado la cara digitalmente, con la información genética aportada por Rosa Fregel, del departamento de Paleogenoma de la Universidad de La Laguna. | ILUSTRACIÓN TIBICENA ARQUEOLOGÍA Y PATRIMONIO

Ambos cráneos presentan heridas “que se inscriben en el modelo de lesiones violentas observadas en la población indígena de Gran Canaria –continúa–. Todas ellas se localizan por encima de la línea del ala del sombrero, que en antropología forense se considera como un indicador de causas violentas frente a causas accidentales”.

Genética y ciencia forense
Pese a que el grado de conservación del cráneo 977 es peor, al haber perdido el hemimaxilar derecho y parte de los alveolos izquierdos, la recomposición facial por el especialista en ciencia forense Pablo Aparicio ha permitido darle una serie de rasgos para generar la cara digitalmente, algo en lo que ayuda la genética, en este caso de la mano de Rosa Fregel, del departamento de Paleogenoma de la Universidad de La Laguna.

“Con esta reconstrucción nos acercamos al aspecto más físico y emocional –dice Marco Moreno–. De hecho, al pelo se le ponen unas trenzas como las que interpretamos que aparecen en los ídolos encontrados. Lo que hizo Rosi es un modelo predictivo a partir de un número de cráneos y los genes ya te dicen cómo vas a ser. En base a cráneos similares, en contextos similares –ya que éste no pudo aportar mucha información genética–, tenemos unos datos (pelo y ojos castaños, por ejemplo) que, además, ayudan a desmitificar la idea del aborigen «nórdico», rubio y alto”, aunque sí es cierto que en aquella época tienen una estatura superior a la media de los conquistadores que llegaron en el s. XV.

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