Patrimonio rural

Conservar, recordar, aprender (la arquitectura tradicional canaria)

Estas tres palabras son la premisa para poder mirar al futuro, escribe el arquitecto Faustino García Márquez, sin dejar atrás el patrimonio arquitectónico rural que Canarias lleva atesorando durante siglos y ahora peligra. Las administraciones públicas tienen el deber de velar por él. Pero todos debemos conocerlo. [En PELLAGOFIO nº 39 (2ª época, febrero 2016)].

Por FAUSTINO GARCÍA MÁRQUEZ, arquitecto urbanista
Ilustraciones de SANTIAGO ALEMÁN, autor del libro La arquitectura tradicional de Canarias

La arquitectura tradicional canaria es una arquitectura modular, pero no basada en un sistema antropomórfico de medidas, sino en una unidad de habitación: una vivienda elemental, un rectángulo edificado con techo a dos o cuatro aguas. Este módulo generaba, por adosamiento, agregación y hasta superposición, conjuntos habitacionales complejos, con planta en L, U y O, de uno o dos pisos.

La vivienda no se reducía al espacio cerrado de los módulos: fuera estaba el patio, asocado y defendido de las inclemencias del tiempo por la propia edificación, lugar de paso entre las distintas dependencias de la casa y escenario de la actividad diaria de la familia, con su poyo adosado a la pared, su pila o destiladera, sus flores, árboles y matos. Fuera estaba el horno, adosado o exento, la cocina mínima precariamente construida y, quizá, el alpende, el chiquero o el gallinero. Fuera estaban los senderos y caminos y, más lejos, la era, el lagar, la acequia con sus cantoneras y lavaderos y el molino.

Taro de Arafo,_Tenerife, construcción destinada a guardar y curar quesos. | DIBUJO DE SANTIAGO ALEMÁN (LA ARQUITECTURA TRADICIONAL DE CANARIAS)
Taro de Arafo,_Tenerife, construcción destinada a guardar y curar quesos. | DIBUJO DE SANTIAGO ALEMÁN (LA ARQUITECTURA TRADICIONAL DE CANARIAS)

Quien comenzaba la construcción no tenía en la cabeza un proyecto de su estado final. Sabía de sobra que él no vería la casa crecida, el piso de arriba levantado, el patio ancho, encallado y florido

Quien comenzaba la construcción del módulo inicial no tenía en la cabeza un proyecto de su estado final. Sabía de sobra que él no vería la casa crecida, el piso de arriba levantado, el balcón terminado, el patio ancho, encallado y florido. La vida era dura, las cosas y las casas crecían muy lentamente, pero sus nietos y los hijos de sus nietos vivirían mejores tiempos y lo irían haciendo. La casa crecería según ellos lo necesitasen, conforme ellos fueran pudiendo, como a ellos les gustara, partiendo de lo que estuviese construido en cada momento.

Un cambio brutal
Este enorme mundo pequeño siguió girando lento sobre su eje durante siglos, con pocos cambios, encerrado en el interior de un barranco o una hoya, en lo alto de un lomo, casi sin conciencia de isla; pero entre finales del siglo XIX y, sobre todo, mediados del XX, el mundo se transformó. Cambió brutalmente la economía, la agricultura dejó de mover la isla y las recientes carreteras drenaron masivamente la población del interior hacia la ciudad y la costa, los cultivos de exportación y el turismo.

Desde mediados del XX la agricultura dejó de mover la isla y las recientes carreteras drenaron masivamente la población del interior hacia la ciudad

Cambiaron también los materiales, la tecnología y los modelos constructivos. El cambio económico, tecnológico, social y cultural transformó la sociedad agraria insular. A la arquitectura tradicional, profundamente enraizada en esa sociedad, se le secaron las raíces y, sencillamente, dejó de ser útil y posible. Murió, como murieron, en su día, el gótico o el barroco, y se ha demostrado que tan imposible es un neocanario como un neobarroco. De nada sirve la magua; hay que superar el duelo y mirar al futuro.

Patrimonio identitario
Y para mirar al futuro, hay que conservar, recordar y aprender de esta parte esencial de nuestro patrimonio cultural e identitario, una de sus manifestaciones más auténticas y diferenciales, a lo largo de un período excepcionalmente largo de nuestra historia. Aunque sus componentes eran todos de origen europeo, traídos por conquistadores y colonizadores, esa arquitectura tuvo que adaptarse a nuevos materiales, necesidades y climas, y evolucionó, durante cuatro o cinco siglos, absolutamente a-islada, separada de los modelos originales, hasta configurar una manifestación cultural diferente, criolla, absolutamente nuestra.

Molina de viento de Casleta del Sebo, en la isla de La Graciosa. | DIBUJO DE SANTIAGO ALEMÁN (LA ARQUITECTURA TRADICIONAL DE CANARIAS)
Molina de viento de Casleta del Sebo, en la isla de La Graciosa. | DIBUJO DE SANTIAGO ALEMÁN (LA ARQUITECTURA TRADICIONAL DE CANARIAS)

La conservación de este patrimonio tiene que ser impulsada por las administraciones públicas mediante instrumentos legales, fiscales y económicos

Por eso, la conservación de este patrimonio tiene que ser impulsada por las administraciones públicas mediante instrumentos legales, fiscales y económicos. No se podrá conservar sino una mínima parte de lo derruido, arruinado o alterado, pero aún se pueden y deben rescatar ejemplos, no los más grandes sino los más relevantes de cada comarca, para destinarlos a uso público o privado, cultural o turístico, e integrarlos en una red insular de bienes patrimoniales efectivamente preservados y puestos en uso.

Conocer para valorar
Pero más importante aún que la conservación es el recuerdo, que puede difundirse más ampliamente y con menor coste, y que perdurará mucho más allá que el propio patrimonio material y ayudará a conservarlo, porque no se valora lo que se desconoce, ni se arrasa lo que se estima; el conocimiento ayuda a apreciar e impide destruir. Para ello, es preciso un decidido apoyo público y privado a las investigaciones, estudios y publicaciones que tienen por objeto recopilar, analizar y difundir nuestro patrimonio, una especial atención al patrimonio edificado en los programas docentes, reglados y no reglados, y una programación cultural adecuada en los medios audiovisuales públicos. Parafraseando al cantante Braulio, que se refería hace poco a la labor cultural de los sucesivos gobiernos autonómicos pretendidamente nacionalistas, cabría decir que se ha repartido mucho folclorismo, pero no se ha repartido cultura identitaria.

Es preciso un decidido apoyo público y privado a las investigaciones, estudios y publicaciones que tienen por objeto recopilar, analizar y difundir nuestro patrimonio

Y aún más importante que conservar y recordar nuestro patrimonio edificado es, precisamente, proyectar sus enseñanzas sobre nuestra realidad actual, aprender de una arquitectura que con el transcurso del tiempo fue depurando su belleza y sencillez pero, sobre todo, su utilidad y adecuación, la forma en que satisfacía con una máxima eficacia y un mínimo coste las necesidades materiales y emotivas de sus habitantes. Sus constructores demostraron repetidamente un profundo conocimiento del lugar en la manera de adecuarse al paisaje y a la topografía, de responder a los condicionantes de todo tipo con mecanismos cada vez más sabios y simples.

Y de ese conocimiento profundo han aprendido profesionales canarios que llevan años proyectando pegados a esta tierra, para cubrir eficiente y eficazmente nuestras necesidades, para diseñar viviendas eficientes, bioclimáticas y cómodas, con formas contemporáneas adaptadas a un lugar y un paisaje concretos, a esta tierra en concreto. Es la nueva arquitectura canaria, la que ha aprendido de nuestra arquitectura tradicional, pero también de otras arquitecturas y disciplinas, porque estamos en la era de la comunicación y la difusión, y tenemos la posibilidad y la necesidad de conocer y aprender de una multitud de experiencias, para que esa arquitectura que se hace aquí, para nosotros, sea la más adecuada, la más bella, la mejor. Este es el futuro.

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