El lenguaje silbado en El Hierro. Descripción, documentación y recuperación

«En el silbo herreño pueden percibirse las características de la modalidad dialectal del habla herreña, con sus peculiares entonación y cadencia, su léxico y sus otras particularidades», escribe el David Díaz Reyes, investigador del lenguaje silbado en Canarias. [En PELLAGOFIO nº 113 (2ª época, diciembre 2022)].
Por DAVID DÍAZ REYES
Licenciado en Historia y Ciencias de la Música. Etnomusicólogo
El silbo de la isla de El Hierro, como otros alrededor del mundo, es un lenguaje sustitutivo del hablado. En este caso, del español hablado en esta isla, del que posee su estructura básica. No obstante, a pesar de que imita a la lengua ordinaria, tiene un sistema fonológico propio independiente del que está sustituyendo. Es así porque los sonidos no se producen en las mismas áreas del aparato fonador, destacando la inacción de las cuerdas vocales en la modalidad silbada.
Como ocurre en la lengua hablada, posee vocales modificadas por consonantes que a su vez forman palabras dotadas de significado. No es un sistema de señales indivisibles, acordadas previamente con fines comunicativos. Es decir, no presenta silbos que signifiquen por sí solos conceptos como cabra o casa, sino que se requiere la combinación de fonemas silbados para formar palabras que a su vez se combinan en oraciones, como sucede en la lengua hablada.
Esto permite a sus practicantes emitir cualquier tipo de mensaje que no haya sido convenido previamente. El silbo herreño es, al igual que el descrito para otras islas, un sistema tonal. Es decir, el significado de lo silbado varía en función de la altura o tono del sonido emitido, que sustituye a una lengua no tonal, el español. El silbo herreño es español silbado. El español hablado en la isla. Sucede lo mismo en La Gomera, Gran Canaria o Tenerife.
El silbo, hablando en términos generales, no es una lengua independiente, sino un lenguaje particular basado en silbidos articulados que sustituyen a los fonemas propios de una lengua
El silbo, hablando en términos generales, no es una lengua independiente. Es un lenguaje particular, basado en silbidos articulados que sustituyen a los fonemas propios de una lengua. Aparte de eso, puede definirse como una técnica de comunicación para grandes distancias.
Eso quiere decir que serviría para silbarse en cualquier idioma, ya que, dependiendo de la habilidad de la persona que silba, puede sustituir todos los fonemas hablados. No obstante, tengamos siempre en cuenta que cumple exclusivamente funciones prácticas, quedando excluido, por ejemplo, funciones como la literaria.
El mensaje es emitido, de media, a una intensidad sonora algo superior a los 100 decibelios. Se puede escuchar y entender con relativa facilidad a distancias de uno o dos kilómetros, siendo posible, en circunstancias muy favorables, alcanzar los tres. Al tratarse de un sistema de comunicación a distancia, las personas que tradicionalmente lo han utilizado son pastores, agricultores, cazadores…, personas que se ven frecuentemente aisladas, distanciadas entre sí, y en terrenos agrestes. Debido a eso, la utilización tradicional ha sido principalmente masculina, probablemente en torno al 79%, frente al 21% de mujeres, como han indicado las investigaciones.
El silbo imita el habla. Por esta razón, en el silbo herreño pueden percibirse las características de la modalidad dialectal del habla herreña, con sus peculiares entonación y cadencia, su léxico y sus otras particularidades
Características del silbo en El Hierro
El silbo imita el habla, como hemos comentado. Por esta razón, en el silbo herreño pueden percibirse las características de la modalidad dialectal del habla herreña, con sus peculiares entonación y cadencia, su léxico y sus otras particularidades. Es fácil, por tanto, distinguir un silbador herreño de uno de La Gomera u otra isla. Por tanto, suceden cosas como que en el silbo herreño se silben siempre las -s finales antes de pausa, o que se use la forma “ustedes”, y no «vosotros», para la segunda persona del plural, que es lo empleado en su habla popular.
Su silbo presenta el levantamiento de la consonante en posición implosiva ante pausa más retrasado, sobre todo si se está preguntando algo.
Aunque no sucede en todos los casos, es menos frecuente en el silbo herreño que en el gomero el distinguir las consonantes líquidas agrupadas en sílabas trabadas.
En el silbo herreño existen ciertas convenciones. Para iniciar la conversación silbada, lo habitual es llamar a la persona por su nombre directamente o tras haber silbado primero «Oye»
En el silbo de El Hierro todas las vocales, pero sobre todo las vocales agudas (la i y la e), que quedan justo antes de una pausa suelen bajar un poco su tono gradualmente tras realizarse y alcanzar su máxima altura correspondiente. Esto, en parte, está relacionado con la particular entonación del habla herreña.
En el silbo herreño existen ciertas convenciones. Para iniciar la conversación silbada, lo habitual en El Hierro es llamar a la persona por su nombre directamente o tras haber silbado primero «Oye», y se usa «vale, vale» con mayor frecuencia que «bueno, bueno» para confirmar al otro silbador que se está de acuerdo con el mensaje que se recibe. Si no se comprende el mensaje, lo habitual es silbar “repíteme” o “repíteme otra vez”.
En El Hierro no hay diferentes tipos de silbo, se percibe una tipología única para el todo territorio insular. El silbo de los herreños suena, de media, más agudo que el de los gomeros, aunque no se trate una característica fonológica. Esto se debe a la mayor cantidad de personas que silban o bien sin dedos o bien con dos dedos de una misma mano en la boca, lo que deja un más estrecho canal de aire que si se utilizase un dedo doblado, muy frecuente en La Gomera. El silbo de El Hierro suena pausado, y no del todo generoso en su precisión y elaboración, motivado por su uso exclusivamente funcional, alejado del uso en exhibiciones.
Al igual que otros lenguajes silbados del mundo que sustituyan a una lengua no tonal, las vocales se silban modificando la altura o tono del silbo. Así, de agudo a grave, entre unas frecuencias de onda que van de los 3500 a los 1000 hercios, tenemos las vocales I, E, A, U-O. Estas dos últimas se confunden, suenan comúnmente igual de graves. Esto es debido al hecho de que la altura de la vocal es inversamente proporcional a la apertura de la mandíbula al pronunciarla; es decir, cuanto menor sea la apertura de la mandíbula, más agudo se emitirá el silbo (caso de la I), y viceversa (caso de la O), simplemente por principio acústico. La posición de la lengua también interviene, pues esta se adelanta cuanto más agudo se necesite el sonido y viceversa.
Las vocales son las siguientes:
Las consonantes se silban acercándolas lo más posible a su realización en el lenguaje hablado. Debemos tomar en cuenta que para silbar se utiliza únicamente la parte anterior de la boca. Un silbador meticuloso y experimentado sería capaz de articular con precisión gran cantidad de consonantes.
No obstante, los movimientos que se ejecutan con labios y lengua sugieren cinco realizaciones consonánticas básicas, similares a las pronunciaciones de K, CH, Y, B y G (que puede ser utilizado como un práctico sistema de aprendizaje del silbo para adultos). Los 18 fonemas consonánticos hablados en el español de Canarias se podrían localizar en alguno de estos 5 grupos de consonantes silbadas por la proximidad de su articulación, sin tener en cuenta las mentadas habilidades de algunos silbadores para emitir de manera diferenciadas ciertas consonantes, aunque estas estén incluidas en el mismo grupo de realización.
Silbo en el resto del archipiélago canario
No se puede entender el silbo herreño sin una visión general de esta manifestación en su entorno, sin una breve descripción, sin profundizar, de la distribución pasada y presente por el archipiélago canario que, a fecha de hoy, es la siguiente:
LA GOMERA: Lo conservó con cierta vitalidad hasta nuestros días, por diferentes motivos. Con fuerza, hasta los años 70 del siglo XX, siendo la única isla donde el lenguaje silbado es actualmente aprendido en la enseñanza pública de manera reglada, además de otras iniciativas particulares. Es conocido y practicado por buena parte de su población. Dentro del Archipiélago, La Gomera es la isla que más estudios y referencias ha cosechado y, por tanto, la que mayor reconocimiento ha obtenido. Esto ha motivado que el lenguaje silbado de esta isla fuese el único del archipiélago canario que haya presentado candidatura a Patrimonio Mundial Inmaterial por la UNESCO, distinción obtenida en 2009 y que comparte con el lenguaje silbado de Turquía.

EL HIERRO: Lo conservó con vigor hasta principios de los años 70 del siglo XX, siendo decreciente su uso posteriormente (Díaz Reyes 2008, 2017)). Aún quedan numerosos silbadores vivos, la mayoría son de avanzada edad, excepto aquellos de un aprendizaje reciente.
Existe buena documentación gráfica (Lajard 1891, Torres 1901, Ricard 1930, Trapero 1991, Jiménez 1993, Lorenzo Perera 2002, Lüdtke 2014) y etnográfica de su utilización, y su revalorización está empezando a ser efectiva por parte de las instituciones locales (Cabildo Insular de El Hierro) e iniciativas particulares.
TENERIFE: Lo conservó en algunos lugares al menos hasta los años 50 del siglo XX. Está ampliamente documentado (Espinosa 1594, Abreu Galindo 1632, Glas 1764, Bethencourt Alfonso 1912, López Soler 1922), y aún hoy viven algunos silbadores de tradición que, aunque no lo usan, son capaces de emitir y comprender mensajes silbados (Díaz Reyes, 2011). Además, en la actualidad cientos de personas lo usan gracias a un aprendizaje reciente.
GRAN CANARIA: Lo conservó con cierto vigor en zonas determinadas al menos hasta los años 50 del siglo XX. Su uso ha sido documentado (Agrupación Etnográfica La Aldea 1992, Perera Mendoza 2009, Jiménez Medina y otros 2012, Quesada 2017) y en un estudio etnográfico reciente se han encontrado algunos buenos silbadores, lo que ha motivado la presentación del documental El lenguaje silbado en la Isla de Gran Canaria, realizado por Macaronesia y basado en los estudios de Díaz Reyes (2022). Actualmente, cientos de personas lo usan tras un aprendizaje reciente.
LANZAROTE: Hay claros indicios de su uso. Existe una leyenda relacionada con el lenguaje silbado que gira en torno a la Peña del Silbo, zona montañosa entre Teguise y Haría, grabaciones a un silbador de Nazaret (Teguise) con otros testimonios que lo confirman y pistas sobre su uso pasado en los Ajaches y otras zonas de la isla (Díaz Reyes, 2011).
FUERTEVENTURA: Su uso no ha sido confirmado. Marín de Cubas (1687) habla de silbos entre los primitivos habitantes, sin precisar si se trata o no de silbidos articulados. También existe un topónimo, la Montaña del Silbo, en La Oliva, y el testimonio de personas que comentan sobre la presencia de pastores silbadores llegados a la isla desde desde El Hierro.
LA PALMA: Su uso no ha sido confirmado. No obstante, existe una publicación francesa de 1934 que asegura su uso en la isla: «Dans certaines îles comme a la Palma les communications sont, si difficiles que les habitants d’une montagne a l’autre correspondent entre eux a l’aide d’un langage sifflé» (1). En entrevistas de trabajo de campo que aún continúan, se ha informado de un uso pretérito entre pastores de La Caldera de Taburiente, El Paso y el noroeste de la isla, así como referencias de uso de lenguaje silbado en dos revistas francesas de inicios del siglo XX.
LA GRACIOSA E ISLOTES: Existen dos referencias, una de ellas con descripción del fenómeno, publicadas sendas revistas francesas, sobre el uso de lenguaje silbado en La Graciosa, Alegranza y Lobos, de los años 1900 y 1902. Probablemente la segunda solo sea una copia de la anterior, aunque es la que se detiene en la descripción:
Les habitants des îles Grazioca, Allegranza, Lobos et Gomera, dans l’archipel des Canaries, se servent entre eux de sifflements qui remplacent les paroles. Lorsque deux indigènes sont séparés seulement d’un ou deux kilomètres, ils peuvent facilement tenir conversation. Ils portent leurs mains à leur bouche, et, les doigts arrangés de certaines façons, ils modulent des sons. Chaque son représente une syllabe, et le vocabulaire est assez varié pour qu’on puisse soutenir une conversation sur n’importe quel sujet courant (2).
De ser correctas, solo vienen a confirmar el uso del silbo en Lanzarote y Fuerteventura, de donde con toda probabilidad procederían los silbadores de esas pequeñas islas.
Orígenes
El archipiélago canario es uno de los lugares del mundo donde las poblaciones humanas han sabido convertir las modulaciones del silbo en palabras inteligibles, con el fin de emitir y recibir mensajes a larga distancia. El silbo es el sonido más intenso que una persona puede producir sin utilizar elementos ajenos a su propio cuerpo. Esto es especialmente útil en sociedades rurales de Canarias que habitan espacios montañosos, a veces con vegetación densa, por la dificultad que supone cubrir, en estos casos, las distancias de comunicación para la realización efectiva de actividades de supervivencia como el pastoreo o los cultivos en montañas.
Los primeros pobladores de este archipiélago fueron grupos bereberes llamados comúnmente guanches, llegados desde el noroeste de África, donde existe constancia histórica (Plinio El Viejo 77) y actual de uso de idiomas bereberes silbados en diversas zonas montañosas de Marruecos (Pucheu 2015, Meyer 2015, Meyer, Gautheron et Ridouane 2015, Díaz Reyes 2019).
Además, está perfectamente documentado que al menos algunas poblaciones indígenas de las islas, hablantes de lenguas de origen bereber, practicaban el lenguaje silbado al momento de la conquista europea (Espinosa 1594, Abreu Galindo 1632, Marín de Cubas 1694, Glas 1764). Otros testimonios antiguos como los de Fray Alonso de Espinosa (1594) o textos de análisis histórico o antropológico (Chil y Naranjo 1880, Quedenfeldt 1887, Verneau 1891) explicaran que las formas silbadas de esta(s) lengua(s) bereber(es) se utilizaban al momento de la conquista y del inicio de la colonización para comunicación a larga distancia en las islas de La Gomera, El Hierro, Tenerife y Gran Canaria por los habitantes autóctonos, llamados generalmente guanches.
Por falta de datos lingüísticos asociados a los guanches, no se sabe si ellos hablaban diferentes dialectos de un mismo idioma o si hablaban diferentes idiomas, pero se conoce que estos fueron hablados hasta el siglo XVI o XVII
Por falta de datos lingüísticos asociados a los guanches, no se sabe si ellos hablaban diferentes dialectos de un mismo idioma o si hablaban diferentes idiomas, pero se conoce que estos fueron hablados hasta el siglo XVI o XVII. Durante el siglo XV y XVI estas islas fueron colonizadas principalmente por andaluces, castellanos y portugueses, que dominaron y, en algunos casos, eliminaron las poblaciones nativas guanches. Estas fueran gradualmente asimiladas y sus idiomas o dialectos se extinguieron.
No es de extrañar, por tanto, que la población canaria resultante tras el mestizaje que provocó la conquista y colonización por parte de la Corona de Castilla (oficialmente, de 1402 a 1496 dC.) siguiera haciendo uso del lenguaje silbado, simplemente porque le seguía siendo útil en sus actividades cotidianas. La lengua que se sustituyó al silbar ya no fue jamás un idioma de origen bereber, sino una de origen románico: el español o castellano.
Esta traslación habría sucedido, con toda probabilidad, entre los siglos XV y XVI, puede que incluso hasta el XVII, dependiendo de las zonas. Según sus testimonios, cuando Quedenfeldt, Lajard o Verneau visitaran las islas Canarias a finales del siglo XIX, la forma silbada de la lengua local ya era en español. Como las lenguas bereberes y español, tienen en común que son no tonales, este hecho habría simplificado el traslado de esta técnica de una para la otra.
En 1891 el francés Joseph Lajard habla de un lenguaje silbado usado en La Gomera y El Hierro en un artículo llamado “Le langage sifflé des Canaries”
Sobre el uso de lenguaje silbado en El Hierro
En sus Cinco años de estancia en las Islas Canarias en la década de 1880, René Verneau menciona un tipo de comunicación con el silbo en El Hierro, concretamente en El Pinar. Sin embargo, la primera ocasión en la que se escribe algo explícito sobre este fenómeno en la Isla del Meridiano sucede en 1891, cuando el francés Joseph Lajard habla de un lenguaje silbado usado en La Gomera y El Hierro en un artículo llamado “Le langage sifflé des Canaries”, el lenguaje silbado de Canarias, en el Bulletin de la Société d`Anthropologie de Paris, II.
Este investigador hizo una simple descripción del fenómeno, sin establecer las diferencias entre ambas islas y sin profundizar en sus características. No obstante, sus conclusiones no van nada desencaminadas, ya que establece su origen en los primeros pobladores del Archipiélago, comenta que se trata de un lenguaje construido sobre la base de una lengua natural, y que en definitiva consiste en lengua española silbada con una técnica con posibilidades comunicativas limitadas. Para estas conclusiones se basó en su trabajo con ocho herreños, que eran panaderos y pastores, y en su propio aprendizaje del fenómeno.
En el año 1901, el geógrafo almeriense Rafael Torres Campos hace mención del uso de lenguaje silbado en La Gomera y El Hierro, considerando que también debió existir en Tenerife y que, “probablemente se hallaría extendido por el Archipiélago entero, como natural resultado de la influencia del medio “ (Torres, pp. 18, 19). Le otorga un origen indígena y, como Lajard (al que cita), encuentra la relación directa entre el lenguaje hablado y su variante silbada.
En 1991 el profesor Maximiano Trapero comentó (en un artículo en el diario ‘La Provincia’) que al menos hasta ese entonces la costumbre de hablar con el silbo pervivía de manera residual entre algunos viejos pastores de La Dehesa
Ya en época reciente, en 1991, el profesor Maximiano Trapero comentó (en un artículo en el diario La Provincia) que al menos hasta ese entonces la costumbre de hablar con el silbo pervivía de manera residual entre algunos viejos pastores de La Dehesa, zona pastoril comunal en El Hierro. Igual que ya había hecho el citado Joseph Lajard un siglo antes, Trapero observó similitudes entre el silbo en La Gomera y en El Hierro.
Además de este artículo, el profesor Trapero realizó valiosas grabaciones entre 1989 y 1993 que pueden ser consultadas en el Archivo Sonoro Maximiano Trapero de Literatura Oral de Canarias de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. En el año 2000, Rosa Delia Santiago Hernández realiza su proyecto de fin de carrera de Ingeniería Técnica de Telecomunicaciones de la misma universidad titulado Estudio sonométrico del silbo gomero y herreño, utilizando para ello, entre otras, las grabaciones de silbo herreño del profesor Trapero.
La existencia de este fenómeno también en la Isla del Meridiano había sido registrada igualmente por Robert Ricard en 1932 (“A propos du langage sifflé des Canaries”), por Buenaventura Bonnet y Luis Álvarez Cruz en 1953 (El lenguaje silbado en La Gomera, pp. 19-24 y 35-40), por la profesora María de la Cruz Jiménez en 1993 (El Hierro y los Bimbaches, pág. 109) y por Jens Lüdtke en 2014 (Los orígenes de la lengua española en América, págs. 179-183). Mención especial merece el trabajo El pastoreo en El Hierro. La manada de ovejas (2002. págs. 106, 107), del Dr. Manuel J. Lorenzo Perera, donde habla del lenguaje silbado usado con frecuencia antaño en El Hierro como instrumento de utilidad de los pastores de la Isla, tanto para comunicarse entre ellos como con los animales.
Este reconocido etnógrafo había incluido con anterioridad, en un disco sobre música tradicional que él mismo coordinó, Folklore musical de El Hierro. Volumen II, (1987) una frase silbada por el conocido folklorista Eloy Quintero Morales. En 2008 se publica el trabajo de investigación etnográfica El lenguaje silbado en la Isla de El Hierro, primer estudio monográfico extenso sobre este fenómeno cultural en la isla, en formato de libro y CD, por parte del etnomusicólogo David Díaz Reyes. En 2017 se publica la segunda edición de este trabajo, revisada y ampliada. A partir de esta última fecha, es la Asociación por la Conservación del Silbo Herreño la encargada de seguir documentando esta manifestación cultural en la Isla del Meridiano e impulsando su reconocimiento y revalorización.
Estado de conservación:
El hablar con silbos empezó a caer en desuso en El Hierro hace unos 50 años, hacia finales de la década de 1960 y principios de los 70. Desde entonces siguió perviviendo algo más de tiempo de manera cada vez más residual. No obstante, todavía son muchos los que lo recuerdan y, a pesar de su avanzada edad y en muchos casos, problemas de dentición, algunos aún son capaces de silbar y entenderse con claridad.
El silbo en la isla de El Hierro no puede ni debe desvincularse nunca de su contexto cultural, puesto que es ahí donde adquiere su verdadero sentido. Existe toda una “cultura del silbo” que da sentido a su práctica. Como muestra, citamos lo comentado por algunos entrevistados en El Hierro, sobre el uso del silbo también para comunicarse con los animales. Según ellos, estos reconocen el silbo del dueño e incluso llegan a hacer lo que se les pide, principalmente en el caso de los perros pastores. Algunos informantes no hicieron diferencia entre el silbido como señal convencional para llamar la atención, que no se trata de un lenguaje articulado y el silbo como lenguaje, que expresa un mensaje no previamente pactado. Para ellos, todo es comunicación por medio del silbo.
En 2015 la Asociación Cultural y de Investigación de Lenguajes Silbados Yo Silbo organizó un encuentro en la isla de El Hierro, donde el silbo de El Hierro fue el gran protagonista. Allí se fijó con el Cabildo Insular la necesidad de realizar cursos de promoción del silbo en la isla. En el pueblo de El Mocanal se encontraba la sede de ese primer curso de silbo herreño, que fue realizado entre 2016 y 2017, cofinanciado por El Cabildo Insular de El Hierro e impartido por miembros de la citada Asociación Yo Silbo.
Coordinados por David Díaz Reyes, aquellos monitores conocían, respetaban y tenían presentes las características del silbo en El Hierro, además de ser apoyados en diversas ocasiones por silbadores mayores de la propia isla. Fueron varias las situaciones en las que las emisiones de los alumnos eran respondidas por los vecinos de la zona, y recibiendo el apoyo de los mismos. Surge, de esta manera, una nueva promoción de silbadores en la Isla. De entre aquellos primeros alumnos surgió pronto un grupo de investigadores que plasmó en el documental El Hierro.
El silbo que no murió, dirigido por Rubén Armiche Benítez Padrón y Óliver Quintín Álvarez, los testimonios de decenas de silbadores, con ejemplos silbados de algunos de ellos. A lo largo de 2017 se había estado realizando un exigente trabajo de investigación en la isla de El Hierro, donde, a través de entrevistas orales, se localizó a unas 100 personas aproximadamente que habían hecho uso del silbo en sus vidas cotidianas, principalmente en el pastoreo.
Esta pesquisa, iniciativa de aquellos investigadores particulares locales, se realizó en diversas zonas de la isla con actividad pastoril, agrícola y ganadera, destacando el número de silbadores en El Pinar y El Mocanal. Asimismo, en 2017 se publica una segunda edición revisada y ampliada del estudio etnográfico de David Díaz Reyes El lenguaje silbado en la isla de El Hierro. Todo esto conduce a la incoación del expediente del silbo herreño como Bien de Interés Cultural por parte del Cabildo Insular de El Hierro, en la categoría de conocimiento y manifestación de la cultura popular de ámbito insular en peligro de extinción (artículo 18.3.b Ley 4/1999, de 15 de marzo, de Patrimonio Histórico de Canarias).
En el año 2018 la Consejería de Cultura del Cabildo Insular de El Hierro organiza las I Jornadas de Silbo Herreño, con ponencias de especialistas en la materia como David Díaz Reyes, Manuel J. Lorenzo Perera y José Gavilán López. Al año siguiente, 2019, se organizan las II Jornadas de Silbo Herreño, haciéndose coincidir con la celebración del VII Encuentro cultural con el lenguaje silbado de la Asociación Yo Silbo. A partir de entonces, y a pesar de la pandemia de Covid-19, el interés y la promoción del silbo en la isla de El Hierro no ha parado de crecer de la mano de la Asociación para la Investigación y Conservación del Silbo Herreño.
Creemos que el silbo en El Hierro y en Canarias en general, es un legado que vale la pena utilizar, conservar y revalorizar. Existen numerosos motivos para su protección, no solamente por su valor histórico y etnográfico, sino por sus posibilidades y utilidades, tanto presentes como futuras.
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(1) APPERT, M. (1934). Información proporcionada por Jonay Acosta Armas.
(2) VV. AA. (1902), p. 544. Información proporcionada por Jonay Acosta Armas.
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