Patrimonio rural

Presas y estanques subterráneos, sudor isleño en pos del agua

La exposición ‘Aguas de la calle’ reúne una veintena de fotografías de Tato Gonçalves

El agua es vida y, en Gran Canaria, toda una cultura del esfuerzo de siglos que ha horadado montañas, canalizado riscos y valles y aplicado tecnología e imaginación para dotar a la isla de presas y estanques subterráneos. La exposición ‘Aguas de la calle’ reúne una veintena de fotografías de Tato Gonçalves después de recorrerla durante un año en busca de obras hidráulicas singulares. [En PELLAGOFIO nº 103 (2ª época, septiembre 2022)].

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Alma de agua para cuerpos fértiles

Por JULIETA MARTÍN FUENTES
Escritora
Retratista de almas y de eso que está entre el cielo y el suelo que solo unos pocos ven y sienten, Tato Gonçalves consigue trasladarnos a un mundo quizás más bello de lo que es, o quizás es como él lo fotografía y nos regala con las imágenes de su mirada

Por YURI MILLARES

El patrimonio hidráulico de Gran Canaria es el de una obra de ingeniería inmensa. En sus 1.558 km² cuenta con 74 grandes presas (son las que tienen una altura superior a 15 metros, incluidos sus cimientos, pero hay un número todavía superior de las consideradas “pequeñas presas). Sin embargo, es sólo la parte más visible y llamativa de un “patrimonio cultural de carácter hidráulico único, grandioso, gigantesco” –en palabras del investigador Jaime González Gonzálvez– de más de 7.000 obras que incluyen estanques, pozos, galerías, cantoneras o acequias.

Paredes escalonadas en un lateral del conjunto de las presas de Casablanca, en Firgas. | FOTO TATO GONÇALVES

“Tras la Conquista, buena parte de los colonos que se establecieron en Canarias eran portugueses y andaluces, conocedores de la ingeniería hidráulica musulmana desarrollada a lo largo de siglos en al-Ándalus, y que debieron transferir de forma anónima a estas islas”, indica Francisco Suárez Moreno. Investigador del patrimonio hidráulico de Canarias, señala a la Mina de Tejeda (construida nada menos que entre 1514 y 1526) como la primera gran obra hidráulica de Canarias. Gracias a ella “los conquistadores pudieron convertir el Real de Las Palmas en capital de la isla, abasteciéndola de agua y regando sus huertas”, añade (ver artículo “Gran Canaria, toda una isla como un queso gruyere”).

Pero la gran expansión de obra hidráulica en una isla que había tejido durante siglos una (todavía) modesta red de minas de agua y acequias llegó a partir de finales del siglo XIX con las plataneras y los tomateros. “Se empezó a hacer pozos por todos sitios –dice Suárez Moreno–. En La Aldea cada cual se hizo pozo en su finca y, por eso, tan sólo en su valle hay unos 400. En el norte eran los aguatenientes, gente con dinero que invertía en el agua porque era negocio y potenciaron todas esas obras hidráulicas de pozos y galerías”.

Tanque cueva (estanque subterráneo excavado en la toba) abandonado y con muestras de derrumbes en la finca San Rafael, de Telde. | FOTO TATO GONÇALVES
Escalones en la pared para acceder a un estanque subterráneo en Anzo (Guía). | FOTO TATO GONÇALVES

Y sentencia: “Yo creo que el norte de Gran Canaria es el paradigma a nivel mundial con tanto pozo, tanto estanque y tanta presa junta, además de tanta infraestructura añadida como cantoneras y acequias. ¿Te das cuenta del trabajo extraordinario de la gente en Canarias en la búsqueda del agua?”.

La isla se convirtió en una especie de queso gruyere que acabó afectando a unos recursos acuíferos que no se iban recargando al mismo ritmo que se extraían.

Ese paisaje hidráulico y la fascinación que siente el isleño por el agua la convierte el fotógrafo Tato Gonçalves en imágenes dentro de otra fascinación. “Me apasiona esa arquitectura de paredes, escalones, acequias, esa cultura del esfuerzo”, explica. Desde la Casa Museo León y Castillo le habían propuesto más de una vez llevar una exposición fotográfica a sus salas y se decidió por este tema.

«Durante un año trabajé la arquitectura de presas y acequias. Empecé por la finca de San Rafael, una finca abandonada en Telde que me impactó»TATO GONÇALVES

“Durante un año trabajé la arquitectura de presas y acequias. Visité muchas presas y estanques buscando ese punto. Iba los días que me cuadraba, en coche o en moto. Empecé por la finca de San Rafael, una finca abandonada en Telde que me impactó. Hay un estanque junto a una pared que se empieza a picar y profundizar en cueva. Es un poco peligrosa y se ha caído incluso una parte del techo”.

“Después seguí con un estanque que hay en Gáldar, muy bonito, Cuevas de la Virgen. Es muy curioso. En Guía fui a la presa de las Garzas. También recorrí Firgas y su entorno, que tiene un entramado de presas muy curioso. Visité en el sur las presas de La Sorrueda, Chira, Soria, Las Niñas…”, resume su periplo en pocas palabras.

La exposición, que ha titulado “Aguas de la calle”, se compone de una selección de esas fotos, “todas viradas en blanco y negro y en un formato grande (1,50 m de ancho, montadas en aluminio por detrás y metacrilato por delante y tiene un efecto impactante). Tiene una banda sonora con sonidos del agua que grabé durante los recorridos”.

En su ubicación de la Casa Museo León y Castillo la exposición cierra sus puertas este 9 de enero, pero ahora comienza una itinerancia que la traslada, en primer lugar, a La Fortaleza, al Centro de Interpretación de La Sorrueda, para estar del 20 de enero al 20 de marzo de 2022.

Alma de agua para cuerpos fértiles

Por JULIETA MARTÍN FUENTES
Escritora

Retratista de almas y de eso que está entre el cielo y el suelo que solo unos pocos ven y sienten, Tato Gonçalves consigue trasladarnos a un mundo quizás más bello de lo que es, o quizás es como él lo fotografía y nos regala con las imágenes de su mirada.

Cartel de la exposición «Aguas de la calle» en la Casa Museo León y Castillo. A partir del 20 de enero de 2022 se traslada a La Fortaleza,

La primera vez que me mostró sus instantáneas de esta exposición “Aguas de la calle”, en las Jornadas sobre El Agua de la Casa Museo León y Castillo, creí escuchar murmullo de cañerías desbordadas, a su madre avisándolo de que había agua de la calle, a él llegando de la Playa de Las Canteras disfrutando de una ducha larga, descalzo, sin restricciones de tiempo o de jabón. Y estaba sonriendo.

Todo eso vi en sus estanques con restos de agua fresca aferrada a las paredes, libre para ir donde quiera, viva para que nuestra tierra y nuestras gentes sonrían también como él, como ríe mi padre cuando llueve, como tarareaba su madre quizás, cuando estaba contenta porque había entrado agua de la calle. La sonrisa de una madre no se olvida. Son nuestras diosas, y así habla Tato Gonçalves de la suya, con la alegría de quien conoce el valor del amor con el que nos protegen para toda la vida.

La historia de los canarios, de los grancanarios, es la historia de la lucha por vencer la falta de agua

Qué expresión, ¿verdad? “Ha entrado agua de la calle” a través de sus estanques, de las cañerías, de los aljibes y en la tierra fecunda que son también nuestros cuerpos.

Tato Gonçalves es un artista que logra conmovernos y llevarnos en un viaje en el tiempo a través de sus doce fotografías de gran tamaño en blanco y negro a las que ha añadido una instalación y un guiño a los sentidos.

La historia de los canarios, de los grancanarios, es la historia de la lucha por vencer la falta de agua. Y como toda historia del hombre o la mujer es la lucha por vencer todo aquello que tenemos en contra. Tal vez, por eso, él retrata tan bien la huella, el brillo, la estela y el camino del agua. Dan ganas de beberla, porque inmediatamente sientes sed de vida al observar cómo la mira él. Poesía en imágenes para honrar nuestra memoria. Él es especialista también en eso, porque no solo es ver, es sentir y respirar mientras miras. Es conmoverte.

Las fotografías de Tato Gonçalves se te quedan en la memoria y en el corazón como ese jardín seco en el que se planta un recuerdo. Se riega, se le habla, se arrancan las malas hiervas que crecen a su alrededor y se riega de nuevo, porque hemos sido testigos de su belleza. Y la belleza nos cambia la vida.

Yo casi había olvidado cómo era vivir sin agua suficiente y él me ha regalado la sonrisa de recordar cómo era lavarme el pelo sin prisa, porque había entrado agua de la calle. Con esta exposición nos regala felicidad. Estoy deseando admirarlas y que él hable a nuestra memoria.

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