Semillas que se extinguen, un tesoro cuya conservación no está garantizada

El autor de este reportaje es unos de los investigadores pioneros en la localización y rescate de semillas agrícolas antiguas en Canarias. Aquí explica cómo dio comienzo esta labor en las islas en 1993 y, lo que es más importante, quiénes son los que lo han hecho posible: hombres y mujeres de avanzada edad que las han cultivado y conservado como un tesoro. [En PELLAGOFIO nº 25 (1ª época, octubre 2006)].
Por JAIME GIL GONZÁLEZ
Ingeniero técnico agrícola, especialista en semillas canarias antiguas
En el año 1993, el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IPNA-CSIC) inició una línea de trabajo cuyo objetivo principal era el estudio de los conocimientos técnicos que, a lo largo de las generaciones, se habían acumulado en torno a la actividad agrícola desarrollada en el archipiélago canario. Diversos técnicos recorrimos los campos de las islas manteniendo encuentros con agricultores y agricultoras de avanzada edad, tratando de conocer las bases ecológicas y agronómicas de lo que se ha dado en llamar “agricultura tradicional canaria”.

Durante nuestro trabajo de campo advertimos la existencia, aún en cultivo, de una gran diversidad de especies y variedades de plantas presentes en los pueblos y núcleos familiares desde muy antiguo y cuya preservación a corto plazo no estaba garantizada. Aunque nuestros objetivos no contemplaban en un principio la recolección de material vegetal, se procedió a tomar de nuestros interlocutores aquellas semillas, principalmente de cereales y leguminosas, que, por encontrarse en manos de muy pocas personas y de muy avanzada edad, corrían un peligro inminente de desaparecer.
Gracias a la resistencia cultural de muchos agricultores y agricultoras, se ha podido rescatar un material cuya importancia y valor social y agronómico recién estamos advirtiendo
A estas primeras recolecciones efectuadas en las islas de Tenerife, La Gomera y Fuerteventura, entre 1993 y 1997 (momento en que cesa la iniciativa del IPNA), siguieron otras, ya fueran auspiciadas por los respectivos cabildos insulares, como las realizadas en El Hierro (1998-99), Lanzarote (2000-01) y La Palma (2001-02), o sufragadas a costa propia como las efectuadas en Tenerife (1999-2000) y Gran Canaria (2001).
A resultas de este esfuerzo recolector y, sobre todo, gracias a la resistencia cultural de muchos agricultores y agricultoras, se ha podido rescatar un material cuya importancia y valor social y agronómico recién estamos advirtiendo y que, en algunos casos, ya ha desaparecido de los campos de donde lo tomamos.
Todas las semillas que mostramos nos fueron cedidas por hombres y mujeres que, en algún momento, las recibieron de sus padres o abuelos, de ahí que las miremos casi como un verdadero tesoro

Hoy, la mayor parte de las muestras recolectadas se encuentran conservadas en Conil (Lanzarote) sin ayuda institucional alguna y bajo la tutela y dedicación de la ingeniera agrónoma Marta Peña Hernández y la asistencia de las agricultoras Josefa Rodríguez Cruz y Raquel Niz Torres, personas todas en extremo preocupadas por la desaparición de esta parte tan importante de nuestra patrimonio.
En el presente reportaje hemos tratado de reunir una pequeña representación del total de granos que, de forma tradicional, han estado vinculados a los campos y a las gentes de las diferentes islas y que hoy corren serio riesgo de desaparecer. Todas las semillas que mostramos nos fueron cedidas por hombres y mujeres que, en algún momento, las recibieron de sus padres o abuelos, de ahí que las miremos casi como un verdadero tesoro. Su conservación futura, como la de tantos elementos culturales depende, sin duda, de la manera en que sepamos despertar en los más jóvenes el interés por el conocimiento de su entorno más próximo. Esperemos que este aporte documental sirva de estímulo para que nuevas personas sensibles se interesen por estas humildes semillas.
Mantenedores de biodiversidad
Si bien es verdad que la recolección, conservación y estudio de las semillas depositadas en el Archivo de Semillas… de Lanzarote ha resultado una tarea costosa en tiempo y dinero, no hemos de olvidar valorar en su justa medida la labor realizada por aquellas personas que nos han aportado, además de sus semillas antiguas, la conciencia de que nos estaban legando algo precioso. Ellas han sido, sin duda, las verdaderas artífices de la salvaguarda de este material.
Benito eliope es de esos agricultores muy vinculados a aquellos cultivos que en un tiempo fueron pieza básica en la subsistencia de sus familias
Benito Felipe
A lo largo de nuestros desplazamientos por las diferentes islas hemos hallado siempre agricultores muy vinculados a aquellos cultivos que en un tiempo fueron pieza básica en la subsistencia de sus familias.

Sus huertos, en muchos casos, parecían pequeños jardines botánicos donde se acumulaban multitud de especies y variedades, aparentemente sin concierto, aunque a poco que indagáramos encontrábamos un orden dictado por el arraigo a la tierra y a su entorno más cercano. Agricultores como Celso Díaz (Las Manchas, La Palma), Alberto Hernández (Las Caletas, La Palma) y Benito Felipe (Azur, Tenerife) acumulaban en conjunto casi medio centenar variedades de boniatos o batatas, en un momento en que ninguna institución del archipiélago se había planteado siquiera la posibilidad de que este material pudiese existir y menos aún la conveniencia de su conservación.
La colaboración de estos agricultores y de otros igualmente curiosos ha resultado siempre básica a la hora de afrontar el estudio de la diversidad que en Canarias albergan cultivos de tanta importancia social y estratégica como la batata, las papas, los ñames, las higueras ●
La colaboración de Benito Zamora ha sido imprescindible a la hora de identificar y georreferenciar la gran variación existente en la isla de frutales
Benito Zamora
Una de las causas que en las últimas décadas ha motivado la desaparición de variedades de gran antigüedad ha sido la ruptura de las vías tradicionales de transmisión cultural entre generaciones.

Atenuar no sólo esta pérdida material, sino también la de los conocimientos técnicos acumulados durante siglos, constituye aún una tarea pendiente para todas aquellas personas que muestran sensibilidad hacia el patrimonio de los que durante siglos dieron sentido a sus vidas desde abajo.
Ausentes de los campos o de la actividad agraria aquellas personas que por vínculos familiares o comunitarios habrían de ser los legítimos depositarios de la rica cultura agrícola de las islas, se hace preciso articular líneas de trabajo encaminadas a que dicha transmisión de saberes tenga lugar. Y aunque es evidente que para muchas comarcas ya es tarde y que nuestra ignorancia es grande, no podemos permitir dejar perder para siempre unos conocimientos acumulados azada en mano y a la intemperie. Benito Zamora (Tajase) y Herminio Sánchez (Sabinosa) son grandes conocedores de los frutales tradicionales de El Hierro. Su colaboración ha sido imprescindible a la hora de identificar y georreferenciar la gran variación existente en la isla de frutales tales como higueras, perales y durazneros ●
Con su labor de artesana sombrerera, Hortensia Pérez ha preservado el trigo de la tierra de Lanzarote cuya paja emplea trenzada en una empleita

Hortensia Pérez
El papel desempeñado por las mujeres agricultoras en la conservación de los cultivos tradicionales canarios ha sido vital. De hecho, hemos constatado en muchos casos cómo el apego y la sensibilidad mostrados hacia ciertas especies y variedades han evitado sin duda su desaparición.
Benita Casaprima (Tajase, El Hierro) mantuvo en su huerto, casi a modo de planta medicinal y una vez que desaparecieron de los campos, las antiguas papas negritas de El Hierro. Hortensia Pérez (Los Valles, Lanzarote), con su labor de artesana sombrerera, ha preservado el trigo de la tierra de Lanzarote cuya paja emplea trenzada en una empleita. Clotilde y Dorina Torres, ambas de Máguez (Lanzarote), constituyen ellas mismas un banco de semillas y saberes antiguos. En Canarias, las mujeres y las semillas han ido siempre de la mano. El trabajo cotidiano en las tierras les deparó tareas donde existía una relación estrecha con las semillas: ellas las sembraban, las recogían, las limpiaban, las conservaban y las cocinaban. Es por ello, quizás, que su conocimiento y apego sea normalmente mayor que el que hemos hallado en los hombres ●
Siempre recordamos la imagen de Carmita Marichal mostrándonos una taleguita llena de semillas de azafrán de la tierra

Carmita Marichal
Carmita Marichal (Tetir, Fuerteventura) fue la primera agricultora de quien recibimos semillas allá en el verano de 1993, pero siempre hemos recordado su imagen mostrándonos una taleguita llena de semillas de azafrán de la tierra. En su casa de labranza conocimos los chícharos, los chicharones, las chicharacas, los garbanzos, las garbanzas y, sobre todo, el vínculo a una tierra hoy tremendamente depredada. Doña Carmita falleció el pasado año 2005, casi centenaria; sirvan estas breves líneas como pequeño homenaje a su persona ●