Triana y Vegueta según Juan Millares Carló

Hojeando la hemeroteca de El Museo Canario hemos encontrado este artículo del poeta y dramaturgo en el periódico ‘La Palestra’ (1948). Lo reproducimos en la columna “Apuntes con firma” de la primera época de la edición impresa de nuestra revista. [En PELLAGOFIO nº 36 (1ª época, diciembre 2007).]
Vegueta es noble y huele a incienso; Triana es rica, nueva rica, y huele a ajos y a cebolla
Por JUAN MILLARES CARLÓ
Poeta, narrador, dramaturgo y dibujante (Las Palmas de Gran Canaria, 1895-1965)
Ilustración de cabecera: detalle de un retrato a Juan Millares Carló realizado por EDUARDO MILLARES SALL (CHO JUAÁ)
Nombres de los grandes barrios de la población, separados por el caudaloso río Guiniguada. Andaluces, y sevillanos por añadidura, hubo, indudablemente, muchos entre los soldados de Rejón y Pedro de Vera. Ellos establecieron una relación de semejanza entre la reina de Andalucía, con sus dos barrios que el Guadalquivir separa, y este nuevo panorama que se ofrecía a sus nostálgicas miradas. Nunca más honrado nuestro humilde y pedregoso barranco.
En aquella época remota, discurría el agua por el hoy seco cauce, explicándose así el que en sus inmediaciones se estableciera el primer campamento español, que fue cuna de la hoy Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Las Palmas.
Es indudable que en aquel sitio se alzaban numerosos grupos de palmeras que llegaban hasta las márgenes del barranco y eran prolongación de la extensa vega que se dilataba hacia el sur como una enorme mancha de verdura. Por ello se daría a aquel lugar el nombre de la Vegueta, o simplemente “Vegueta”. De aquí a llamar Triana a la margen opuesta del riachuelo no va más que un paso, aunque este paso haya de ser andaluz y sevillano.
Vegueta es un barrio aristocrático y teocrático. En él viven los nobles de la isla y la suprema jerarquía eclesiástica, a más de radicar en él la Catedral de Canarias. La Audiencia, el Ayuntamiento y las Escuelas Normal y de Comercio, contribuyen a darle mayor prestancia. Prácticamente es el barrio más rico, pues aunque en Triana y en el Puerto se han establecido la mayoría de los comerciantes e industriales, en Vegueta se hallan los sólidos e inquebrantables capitales de las antiguas Casas, amén de la sucursal del Banco de España.
En noches de luna, nos es grato evocar bajo la torre de la Audiencia o al cobijo del pórtico del Seminario la silueta atormentada del gran don Alonso [Quesada], vagando en busca de asunto para sus “Crónicas de la ciudad y de la noche”
Aunque ambos barrios son igualmente tristes, con esa tristeza característica del quiero y no puedo provincianos, su ambiente es diverso.
Vegueta conserva algo de la ciudad bethencouriana (valga el adjetivo), y parece que aún se extiende sobre él la sombra de los conventos. En noches de luna, nos es grato evocar bajo la torre de la Audiencia o al cobijo del pórtico del Seminario la silueta atormentada del gran don Alonso [Quesada], vagando en busca de asunto para sus “Crónicas de la ciudad y de la noche”. Fray Lesco –espíritu ausente en el ensueño de un imposible ideal de belleza– cruza en dirección a la calle de los Reyes, y Juan Carló, el bohemio incorregible, sale a tales horas –dos de la mañana– de la Escuela Luján, encaminando sus pasos a la plaza del mercado en busca de la clásica taza de café con churros…
Triana es plebeya, moderna, comercial y un si es no es vanidosa.
Vegueta es noble y huele a incienso; Triana es rica, nueva rica, y huele a ajos y a cebolla.