Cita con Canarias

Isabel Hidalgo, viverista especializada en flora canaria

“Se ajardina con planta ornamental que viene de fuera porque no se conoce la planta canaria”, dice en esta entrevista de la sección “Cita con Canarias” en la que nos centramos, precisamente, en flora canaria. [Versión íntegra de la entrevista publicada en la edición impresa de PELLAGOFIO nº 39 (2ª época, febrero 2016)].

Por YURI MILLARES
Con la colaboración de JUAN GUZMÁN

Agricultora ecológica, su vivero de planta canaria en Mondragones (norte de Gran Canaria) va mucho más allá del tópico de la palmera canaria y el drago. De hecho, estos dos árboles ni los cultiva. Pero la lista de nativas del archipiélago en su finca es interminable. Cuando ‘Pellagofio’ la entrevista estaba preparando un artículo sobre flora auxiliar para cultivos ecológicos, aquella que ayuda a combatir plagas de modo natural en la agricultura y que su vivero también suministra. Pero hablamos de muchas más cosas con ella.

“¿Te puedes creer que Parques y Jardines de Las Palmas arranca el corazoncillo como si fuera mala hierba?”

■ OJO DE PEZ / Un invierno que parece primavera

Por TATO GONÇALVES

Quedamos una mañana de este extraño invierno que más parece primavera en un pago agrícola de las medianías de Guía. Paseamos entre cardones, tabaibas, bicácaros, jocamas y otras muchas plantas canarias. Entre explicaciones de dónde, cómo y porqué, aprendimos las diferencias entre planta nativa, autóctona y endémica. Después nos tomamos un café con Isabel mientras contestaba a las preguntas de Yuri. ●

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–Su abuelo fue el primer ingeniero de Montes de Canarias y su padre ingeniero agrícola. ¿De tales palos, tal astilla?

–Sí. Y mi padre, además de ingeniero agrícola fue aparejador, así que hizo muchos estanques y muchas pistas de tierra forestales, y casi todas las cooperativas agrícolas cuando trabajó con los Betancores. Yo iba para Pedagogía, estaba en los Scout y me gustaban mucho los niños, pero desde chiquitita mi padre nos ponía a ayudarle en el invernadero antes de comer (que sabía cocinar muy bien y nos ponía unas comidas riquísimas), y de una obligación pasó a ser un hobby para mí. Después estuve saliendo con un escalador y pateaba mucho, tenía mucha curiosidad por la flora canaria. Y sigo pateando mucho con mi actual compañero.

–Ha trabajado en el Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo [conocido popularmente como el “Jardín Canario”], toda una “joya de la corona” en el archipiélago en lo que a flora canaria se refiere. ¿Cómo fue la experiencia?

–Estupenda. Allí conocí mucho a Pepito Alonso [el jardinero mayor], una figura que me aportó mucho por su sabiduría y las cosas que contaba. Por ejemplo, de cuando salía con Sventenius [primer director de la institución] y si veía una planta hecha polvo, el agua que le quedaba en la cantimplora en vez de bebérsela ellos se la daba a la planta. Y cuando estaban haciendo el Jardín Canario, Sventenius le decía “a estas plantas que ya están plantadas, vamos a dejarlas que respondan por sí solas”: pues iba Pepito Alonso por detrás y le ponía un poco más de agua para que sobreviviera. Y entre muchas anécdotas, el descubrimiento de nuevas especies, entre ellas la cresta de gallo de Gran Canaria o Isoplexis chalcantha, durante una caminata en la que Pepito resbaló y cayó junto a una cresta de gallo creyendo en ese momento que era la que sí estaba descrita, la Isoplexis isabelliana o cresta de gallo del pinar: cuando se la enseña a Sventenius, éste le dice “¡acabas de descubrir una especie nueva!”.

«En el vivero forestal de Tafira las únicas plantas canarias que se sacaban eran la palmera canaria y el drago»

–¿Se le quedó pequeño el Jardín, o fundar su propio vivero de flora canaria era una necesidad diferente?

–A mí siempre me había gustado el trabajo en vivero, trabajar la tierra y las semillas. Me venía de mi padre. Y tenía la afición, cada vez que iba de pateo a observar la flora canaria, de recoger semillas. Así que cuando comencé el vivero ya tenía mucho material. Estando en el Jardín Canario veía que venía mucha gente preguntando por plantas y fue allí cuando me dije: quiero hacer un vivero de planta canaria.

–¿Existían precedentes en las Islas de un vivero especializado en planta canaria?

–No. En aquella época, en el vivero forestal de Tafira las únicas plantas canarias que se sacaban eran la palmera canaria y el drago, y después ya empezaron a sacar el guaydil (una especie que está en jardinería desde hace muchos años) y alguna otra. Pero con mucha variedad yo fui la primera, aunque nunca he tenido ni dragos ni palmeras.

–Por cierto, ¿por qué el nombre de Jocama para su vivero?

“Las plantas canarias tienen mucho color de hoja, aunque los paisajistas y jardineros sólo se fijan en el color de las flores”

–La jocama es mi planta favorita. Es una planta muy llamativa, de hoja gris y flor roja, aunque también la hay de flor amarilla. Las plantas canarias tienen mucho color de hoja, aunque los paisajistas y jardineros sólo se fijan en el color de las flores. Cuando la jocama germina, sus primeras hojas son pubescentes (tienen como pelillos) y a medida que va creciendo la planta, la hoja se queda lisa (sin pelos). Es muy curiosa, me emocionó a primera vista y después su nombre. Además es una labiada, la misma familia del romero, el tomillo, el orégano, la lavanda, y su aroma me encanta.

–¿Y de dónde se nutre para conseguir semillas: va y las coge del campo sin más, o requiere permisos?

–Hay muchas especies de las que ya me nutro del propio vivero. Pero otras especies las recojo de jardines privados o públicos donde ya están establecidas, o, si no, tengo que solicitar permiso al Cabildo. Por ejemplo, para Euphorbias como el cardón o la tabaiba hay que solicitarlo, indicando la cantidad de semillas a coger y en qué lugar.

«En el barranco de los Cernícalos descubrimos la población de ‘Anagyris latifolia’ más grande que existe en la isla de Gran Canaria»

–¿Se ha llegado a sentir como una exploradora, descubriendo alguna planta nueva o una nueva población de plantas de alguna especie conocida?

–Sí, sí. En los cursos que daba solíamos hacer algún pateo, ya sea por un jardín o por el monte. Recuerdo que una vez hicimos uno por el barranco de los Cernícalos en otoño, haciendo un recorrido por un sitio precioso. Y Manolo, uno de los alumnos, me dice: “¡Isa, Isa, mira qué cosa más bonita!”. Cuando me acerqué descubrimos la población de Anagyris latifolia más grande que existe en la isla de Gran Canaria, de la que sólo hay en el barranco de Azuaje y algunos ejemplares en el Jardín Canario. Y ahí descubrimos hasta quince ejemplares de porte arbustivo, preciosos, en mucho mejor estado que los de Azuaje.

isabel-hidalgo-delgado-3916-3–¿Su nombre común?

–Oro de risco. Es una leguminosa que pierde la hoja en verano y cuando llega el otoño lo primero que saca es la flor. De lejos puede recordar al escobón, otra leguminosa con la hoja trifoliada.

–¿Mantiene algún tipo de colaboración o relación con viveros de carácter público, por ejemplo de los cabildos?

–Hacemos trueque.

–¿Intercambian información?

–Una vez al año, en el encuentro de viveristas que se hace todos los años conjuntamente con las Jornadas Forestales de Gran Canaria, que tiene ya más de una docena de ediciones y a la que vienen viveristas de todas las islas.

–Para ajardinar zonas verdes, ya sea de ciudades, pueblos o complejos hoteleros en Canarias, vemos que se traen muchas plantas foráneas, porque son exóticas, o por su rápido crecimiento, y eso pese al riesgo de plagas. ¿Qué pasa con la flora canaria que tantos botánicos del mundo admiran por su variedad, belleza y carácter exclusivo, y aquí parece que no tanto?

–Yo creo que es por desconocimiento del diseñador paisajista. Es muy extremo: o bien considera que toda la planta canaria no necesita riego ni cuidado, reduciendo la flora canaria a tabaibas y aulagas; o bien todo lo contrario, la ponen en sitios pequeños y la enchumban. Ninguno de estos extremos es válido y muchos jardines tienen ese problema: se pierden por falta de riego o no se les ponen bonitas porque las enchumban. Hay que estudiarlas, porque a veces no están ni en los programas de estudio, y saber cómo usarlas, para que tengan el cuidado que deben llevar.

«Una planta que a mí me encanta es el ‘Lotus glaucus’, el corazoncillo: una tapizante de flor amarilla que cuando vas por la carretera del Norte en otoño, invierno y primavera, la ves»

–¿Qué plantas canarias están poco aprovechadas para la jardinería?

–Muchas. En carreteras, especies arbóreas que no las hay en otros sitios del mundo: el acebuche, que es muy parecido al olivo; o el almácigo, que pierde la hoja durante un período muy corto porque es de hoja caduca y se puede utilizar en vez del turbito, que lo vemos siempre atacado por plagas en las hojas. Viveros Jocama, además de tener especies diferentes a los viveros de los organismos oficiales, tiene arboleda de un tamaño presentable para el ajardinamiento de esas carreteras y para que tengan identidad. Una planta que a mí me encanta es el Lotus glaucus, el corazoncillo: es una tapizante de flor amarilla que cuando vas por la carretera del Norte en otoño, invierno y primavera, la ves. ¿Pues te puedes creer que en Parques y Jardines de Las Palmas la tratan como una mala hierba y la arrancan? También ocurre que hay ayuntamientos que piden planta canaria a otras instituciones que se las dan gratis, y lo que les dan, plantan. Pero si un jardinero quiere plantar otras especies, como la magarza pegajosa (Tanacetum ferulaceum) o la botonera chica (Asteriscus stenophyllus), el concejal de turno le dice que no tiene dinero para comprar planta canaria; ¡pero sí tiene para comprar la planta ornamental que viene de fuera! Hay mucho desconocimiento.

–¿Hasta dónde ha llegado una planta del vivero Jocama?

«Las plantas canarias tienen muchos usos medicinales y es algo que se conoce hace mucho. Lo que pasa es que el estudio en laboratorio de las especies medicinales cuesta mucho dinero»

–Tengo el orgullo de tener plantas mías en los jardines botánicos de Barcelona, de Córdoba, de Sóller (en Mallorca). También en un jardín botánico de Corea del Sur y en ciudades como Montpellier (Francia) o Nápoles (Italia).

–Las plantas canarias también tienen usos medicinales. En el vivero tienes, por ejemplo, peralillo y oroval.

–Las plantas canarias tienen muchos usos medicinales y es algo que se conoce hace mucho. Lo que pasa es que el estudio en laboratorio de las especies medicinales cuesta mucho dinero. Aquí mismo, en la Universidad de Las Palmas se están estudiando varias de la familia de las compuestas; en la de La Laguna también se están estudiando diversas especies muy interesantes para la farmacopea, pero llevan mucho tiempo. Y el oroval y el peralillo son de las últimas especies sobre las que se está hablando mucho por sus propiedades anticancerígenas, aunque tienen más usos (el oroval, para las úlceras de la piel, entre otras afecciones). Una salida más fácil de muchas plantas, sin necesidad de pruebas de laboratorio, es su uso como infusión de sus hojas secas, que se encuentran en el mercado.

«Una salida más fácil de muchas plantas, sin necesidad de pruebas de laboratorio, es su uso como infusión de sus hojas secas, que se encuentran en el mercado»

–¿Los cuidados de la planta en el vivero se parecen a los que recibe en la naturaleza, hay que recrear algún tipo de condiciones especiales? ¿O sólo con regarla y abonar sale sin más?

–El concepto del vivero yo lo tengo para espacios duros. La calidad del cultivo en el vivero es la dureza, más que la vista. Pienso más en la restauración que en el ajardinamiento en sí. Si haces una especie dura puedes ponerla en los dos sitios: donde se necesita esa dureza y en un jardín.

–¿Y cómo lo logra?

–En los semilleros. Es la única parte del vivero donde hay sombra y donde utilizo turba, para que la semilla germine y saque un sistema radicular. De ahí ya sale a mezcla de tierra con estiércol, al sol y al riego que necesita y no más.

–¿Con todo lo que sabe de plantas canarias, para cuándo un libro con los cuidados que lleva?

–Está medio escrito hace años, pero no sé si se terminará alguna vez –ríe.

–Terminamos, un recuerdo dulce.

–Una tarta de frutos de madroño en la finca de Osorio.

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