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El Rolls Royce de Mr Leacock y los Land Rover del taller Lalo

Junto a la ermita de San Roque, en Guía, el tiempo parece haberse detenido: allí se yergue el viejo templo de sencilla arquitectura, los laureles de Indias hacen sombra sobre los adoquines del empedrado y en el taller de Lalo hay aparcado un Morris 1500 de los años 50. (Edición PELLABLOG, semana 3/2011, 17 enero).

● Por YURI MILLARES, editor
Portada virtual del PELLABLOG nº3/2011.
Nicolás Candelaria Jiménez empezó trabajando de joven en una herrería que tenía en una de las calles del casco viejo de la ciudad de Guía de Gran Canaria. “Mi padre antes de ser chapista fue latonero”, explica su hijo Juan Francisco que vive ahora donde Nicolás tenía la herrería. Pero, en efecto, se hizo chapista y abrió un taller en un pequeño garaje entre la esquina trasera de la ermita de San Roque y el cementerio. Tan pequeño era el taller que sus clientes, ya fueran coches, camiones o guaguas, aparcaban fuera, calle arriba, lindando con la pared del cementerio (que, por cierto, era obra de Luján Pérez, pero fue barrido del mapa a principios de los años 90 por iniciativa municipal).

Así fue como en los años 40 abrió el que ahora se conoce como Taller Lalo pese a que no haya ningún cartel en su puerta o fachada que lo indique.

Las piezas, a mano

No recuerda Juan Francisco la fecha exacta en la que abrió su padre el taller, pero calcula que fue hace “unos 60 años o más”. Y en aquellos tiempos no se conseguían recambios para automóviles con la facilidad de hoy: “Había que hacer todas las piezas a mano”.

Dos coches dentro, el resto fuera

En el taller apenas caben dos coches y en aquellos primeros años el taller de Lalo ocupaba a sus cuatro o cinco empleados tanto dentro del garaje (para ir reparando esos dos automóviles a los que, justitos, pero daba cabida) como fuera calle arriba junto al viejo cementerio de San Roque, cuyos inquilinos no iban molestarse por ello.

Dos Rolls Royce

En la pequeña ciudad de Guía de Gran Canaria circulaban en aquellos años 40 nada menos que dos Rolls Royce propiedad de dos de sus vecinos. Uno de ellos era el del inglés que todos en la comarca norte de la isla conocían por “míster Lico” (Mr Leacock), rico empresario dedicado al cultivo y exportación de plátanos.

Un golpe en el Rolls

“El Rolls Royce de míster Lico era con carrocería de madera y chapa y se lo trajo a mi padre porque le había dado un golpe”, relata Juan Francisco.

El Land Rover verde con placa GC-9793 (1956) sale del taller Lalo. l FOTO YURI MILLARES

Mister Leacock y sus Peugeot

“En la empresa de míster Lico, en cambio, todos sus vehículos era Peugeot, que los traía siempre aquí. Yo creo que entre La Aldea y Las Palmas no había más talleres de chapa”, añade el hijo de Nicolás.

Y Juan Francisco tomó el relevo

La mitad de los años que lleva el Taller Lalo funcionando, sin embargo, ha estado a cargo de Juan Francisco, que lo heredó de su padre. “Los últimos 33 años”, precisa él, aficionado a los coches antiguos. Padre e hijo tienen dos viejos Land Rover de los años 50, uno en perfecto estado y circulando todavía por el barrio (placa GC-9793) y otro pendiente de restaurar (GC-8088).

Ficha técnica años 50

El primero de esos Land Rover, hoy de color verde, lo compró Nicolás a un guardia municipal de Guía (Juan Martín) que lo tenía pintado de azul y éste a su primer usuario (Rafael Cazorla, de Maspalomas) como consta en una chapa metálica clavada en el interior de la carrocería: es la versión años 50 de la ficha técnica del vehículo que hoy se tiene en una tarjeta de papel.

«Estuvo 30 años encerrado en un garaje de Gáldar, pero el motor está en perfecto estado», dice Juan Francisco Candelaria de este Morris 1500. l FOTO YURI MILLARES

30 años encerrado en un garaje

Pero lo que tiene ocupado estos días (y semanas hasta un total de más de 10 meses, dedicándole ratos disponible entre trabajos más urgentes del día a día) es un Morris 1500 “Oxford” con placa GC-13065. “Estuvo 30 años encerrado en un garaje de Gáldar, pero el motor está en perfecto estado. De hecho, entró andando con su motor en el taller, aunque vino con grúa desde Gáldar”.

Matrícula sin homologar

El Morris todavía luce la vieja placa de matrícula, pintada a mano, que se le puso para poder circular por las carreteras de la isla. Su chapa, sin embargo, estaba bastante deteriorada por los años que permaneció inactivo. “Lo he arreglado de chapa, cortando las partes podridas”, señala Juan Francisco, que ya tiene otro vehículo histórico en lista de espera para restaurar.

En una semana, a la calle

Calcula Juan Francisco que en una semana podrá salir el Morris de su taller con la carrocería de nuevo impecable… claro que hará falta pintarlo (en otro taller especializado) y reponer todas las piezas embellecedoras que le faltan o están rotas (y habrá que buscar en Inglaterra).

Lo mejor, un viaje a Inglaterra

Las piezas que le puedan faltar a un vehículo de fabricación inglesa son fáciles de conseguir, aunque en Canarias resultan muy caras. Se pueden buscar en Internet más baratas aunque, lo mejor, dice Juan Francisco, es hacer un viaje de una semanita a Inglaterra y buscarlas personalmente.

Coche viejo, coche inglés

En Canarias circulaban a mediados del siglo XX muchos vehículos ingleses (tanto coches, como camiones o lo que aquí se llaman guaguas: autobuses). Eran los que dominaban con su presencia las carreteras isleñas, frente a marcas de otros países. Eso lo notan en el Taller Lalo por las restauraciones que han venido haciendo en los últimos años…

Muchos “Cambridge”

…“Lo que nos traen para restaurar son coches ingleses: Austin, Morris. Ya hemos tenido varios del modelo ‘Cambridge”, dice Juan Francisco.

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