Islas Canarias, islas de perros (1): lobos y ratoneros

EN BUSCA DE LAS RAZAS CANARIAS DEL MUNDO RURAL. La existencia de perros (igual que la de cabras, ovejas y cerdos) se remonta en Canarias a la llegada de los primeros habitantes que poblaron el archipiélago. Tras la conquista, esos animales adaptados durante largo tiempo al territorio insular (los “lobos”) se cruzaron con los que trajeron los nuevos colonos europeos o, simplemente, éstos se adaptaron a su nueva realidad (los “ratoneros” de los ingleses). [En PELLAGOFIO nº 70 (2ª época, diciembre 2018)].


■ Leonado, color dominante La capa del pastor garafiano es, mayoritariamente, leonada (como Urik), aunque puede presentar diferentes grados de pigmentación: si predomina el pelo negro es alobado; si predomina el pelo claro, es barquillo. El perro se ha extendido por Canarias y también en la Península (Barcelona, Vigo, Granada) y otros países (Alemania, Noruega, Suiza, Estados Unidos) ● |

■ Inseparable herreño Tras la recuperación del perro lobo herreño, los pastores lo han vuelto a adoptar como inseparable compañero, “sobre todo por su excelente aptitud como perro pastor de ganado menor, fiel a su amo y receloso a los extraños”, describe la Real Sociedad Canina de España. El censo se extiende ya a otras islas (esta es Jara, de la criadora Carmen Pérez, en Arucas, Gran Canaria) ● |

■ Avispado y bullicioso Es el más pequeño de los canes canarios (junto con el podenco enano de El Hierro), avispado y bullicioso. El censo actual del perro ratonero palmero (Dingo está entre ellos) incluye ejemplares repartidos también en otras islas, como en la de Fuerteventura, donde están mostrando su eficacia en el control de la ardilla moruna, especie invasora introducida en 1965 ● |
DESPLEGABLE + INFO
«Antonio Manuel, el hombre que recuperó la risa del lobo palmero»
Con varias razas ganaderas y caninas autóctonas, “La Palma es un reservorio impresionante”, decía Antonio Manuel Díaz en la primera entrevista que mantuvo con el autor de este artículo hace ya 22 años.
Por YURI MILLARES
Los antiguos cronistas, que escribieron sobre la conquista de las Islas y sobre quienes en ellas habitaban entonces, dejaron algunas referencias sobre la existencia de perros en la sociedad indígena canaria: “parecen lobos, pero son pequeños” (Le Canarien), “adoraban al demonio en forma de perro” (Leonardo Torriani).
Hemos visto cómo la necesaria adaptación al medio natural y al aislamiento que impone la insularidad, tanto a los perros como a los otros animales (cabras, etc.), produjeron variaciones morfológicas en los últimos siglos, más aún cabría esperar del largo período anterior desde que llegaron los primeros pobladores hace más de dos mil años. Su presencia en la sociedad indígena isleña lo atestiguan los propios restos arqueológicos descubiertos y estudiados, no tanto por los restos óseos de estos animales (que los hay), como por una frecuente huella en los enterramientos humanos de cuerpos devorados por perros asilvestrados convertidos en carroñeros.
Los perros asilvestrados eran los únicos depredadores que había en el archipiélago antes de la conquista, el “demonio” de la mitología entre sus habitantes
De hecho, los perros asilvestrados eran los únicos depredadores que había ya entonces en el archipiélago, el “demonio” de la mitología entre sus habitantes, que tenía forma de perro lanudo en diferentes islas (como tibicena en Gran Canaria, cancha en Tenerife o yruene en La Palma), pues eran ellos los que tenían “la capacidad para hacer daño a su más apreciado tesoro: las cabras, ovejas y cerdos que constituían su principal medio de subsistencia”, escribe Antonio Manuel Díaz (1), artífice de que el lobo palmero no se extinguiera.

En relación al perro, no obstante, lo esencial para la sociedad indígena –que era fundamentalmente pastoril– es la convivencia en común, prestando este animal valiosos servicios para el cuidado y conducción del ganado. Posteriormente, la mezcla con razas traídas de Europa dio un cruce que siempre estuvo marcado por las necesidades del pastor, pero también de los nuevos colonos y sus actividades con perros que llegaron para otras funciones.
Los lobos
En las islas de La Palma y de El Hierro tenemos el caso de sendos –y muy diferentes– perros lobo, muy antiguos (tanto como para remitirnos a los de los indígenas isleños) y muy adaptados (tanto en su capacidad de trabajo como su comportamiento).
JUAN CAPOTE (Instituto Canario de Investigaciones Agrarias):
“Igual que ocurre con las cabras en Canarias, los perros, sobre todo los lupoides, tienen su origen en el perro aborigen”
El pastor garafiano es el lobo de La Palma. “En su día se hizo el análisis genético y es un perro diferenciado”, explica el veterinario Juan Capote, entrevistado en el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (Valle de Guerra, Tenerife). “Igual que ocurre con las cabras en Canarias, los perros, sobre todo los lupoides, tienen su origen en el perro aborigen”, dice, señalando al majorero, al herreño y al palmero. “Por historia –continúa–, calculamos que pudo haber entrado algún gen de perro de Bélgica, por la relación entre Amberes y La Palma (así llegó el importante arte flamenco que hay en la isla), pero ha habido una selección muy drástica por parte del ganadero”.
“La selección era drástica, mantener animales que no proporcionaran utilidad era un lujo que no se podían permitir”ANTONIO MANUEL DÍAZ, fundador de la Asociación del Perro Pastor Garafiano

La selección, dice también el ya fallecido Antonio Manuel Díaz, “era drástica”, porque para “la subsistencia del pastor y su familia no era concebible mantener animales que no proporcionaran utilidad. Era un lujo que no se podían permitir”.
Y estima que, por ello, la “muy probable presencia en la isla de perros portugueses –como el cão da serra da estrela–, pastores vascos, careas ibéricos y posibles ancestros de los que posteriormente dieron lugar a las actuales variedades de pastor belga”, que llegaron con los colonos portugueses, gallegos, mallorquines, vascos y de otras muchas procedencias, en su mayoría “se extinguieron sin más”, sin descartar que algunos de ellos “sí pudieron aportar al perro primitivo las características que han conformado al que ha sido, históricamente, utilizado por los pastores como colaborador indispensable para poder recorrer con sus rebaños las costas, cumbres y barrancos de la isla, y que criaban únicamente con este fin”.
El pastor Felipe Fuentes quería tanto a su lobo que cuando ya era viejo y no podía trabajar, le dijo un amigo: «Yo te lo mato». Y él le contestó: «No, no, lo mato yo”
Tan estrecha era esa relación pastor-perro lobo que, durante una entrevista que mantuve con Antonio Manuel en 1996, me relató uno de los testimonios que obtuvo durante su investigación para identificar y recuperar la raza: “Mientras el perro era bueno no había con qué pagarlo, pero si no servía, cada día te estaba quitando un puño de gofio de la mano. Lo he contado muchas veces. Es una anécdota del señor Felipe Fuentes, que narraba los perros que había tenido a lo largo de sus más de ochenta años y siempre insistía en uno, especial, que si se le perdía una cabra la mandaba a buscar y se la traía. Dice que lo quería tanto que cuando ya era viejo y no podía trabajar, le dijo un amigo: Yo te lo mato. Y él le contestó: No, no, lo mato yo”.
El lobo palmero estaba en los años 70 a punto de extinguirse por los cruces con el pastor alemán, que se había hecho muy popular

El lobo palmero estaba en los años 70 a punto de extinguirse, sobre todo por los cruces con el pastor alemán que en aquellos años se había hecho muy popular. Antonio Manuel, que formó parte del gobierno insular tras las primeras elecciones democráticas de 1979 como consejero de Agricultura, puso en marcha un programa para su recuperación y, más tarde, creó un grupo de trabajo para tal fin. Identificaron 72 perros en toda la isla con los rasgos que le son propios, identificados tras entrevistar a viejos pastores de la isla que los tuvieron, pero sólo cinco ejemplares respondían al estándar racial que habían establecido, a partir de los cuales se inició su reproducción.
«Don Antonio sacó en su criadero, él solito, 1.075 perros»CÉSAR CABRERA (Asociación del Perro Pastor Garafiano)
“De ahí salieron los 1.075 perros que sacó don Antonio en su criadero, él solito”, dice César Cabrera, miembro de la Asociación Española del Perro Pastor Garafiano, colectivo fundado por el propio Antonio Manuel Díaz en julio de 1996 que consiguió, en abril de 2003, que el Comité de Razas de Ganado de España del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación reconociera como raza autóctona española al perro lobo palmero, bajo la denominación de “pastor garafiano”. En 2004 también fue reconocida por la Real Sociedad Canina de España, integrada a su vez en la Federación Cinológica Internacional.
Dado que la denominación popular “perro lobo” induce a confusión con otras razas del tipo lupoide, se registra con el nombre de ‘pastor garafiano’
Dado que la denominación popular “perro lobo”, estimaron, “induce a confusión, al no diferenciar la raza de las demás del tipo lupoide que existen, se elige el nombre de pastor garafiano por (…) ser el municipio de Garafía el lugar donde se conservaban y de donde procedían en el pasado los más puros y bellos ejemplares”, explica Antonio Manuel Díaz.
Parecido al pastor belga, “para un experto hay diferencias notabilísimas”, me decía en aquella entrevista, “hay que tener en cuenta que la raza pastor belga se estandarizó a principios del siglo XX, no en el siglo XVI cuando venían a La Palma los perros de Flandes”. Diferencia, por ejemplo, en el carácter: “El pastor belga es un perro agresivo, de un solo dueño; el garafiano es un perro bonachón”.

El lobo herreño es el lupoide de El Hierro y el estudio de su ADN realizado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (como ya decíamos en PELLAGOFIO nº 41 de abril de 2016), también permite considerarlo como raza. Todavía sin reconocer como raza autóctona española por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, sí consta como grupo étnico en la Real Sociedad Canina de España.
Igual que “el garafiano se mezcló con el pastor alemán, el majorero se mezcló con el pastor alemán, el presa canario se mezcló con el pastor alemán… a El Hierro llegó más tarde pero también se mezcló y veías muchos de ellos con capa de pastor alemán”, dice Manuel Pérez Ramírez, presidente de Asociación para la Recuperación del Perro Lobo Herreño (Amilobo).
«El vigor híbrido resultante del cruzamiento de los antiguos perros lobos con pastores alemanes dio lugar a ejemplares de una belleza espectacular, pero muy agresivos y menos adaptables al medio»ANTONIO MANUEL DÍAZ
La popularidad de esta raza de perro ovejero de Alemania provocó el cruce con los perros de los pastores isleños cuando llegó a Canarias, causando que las razas locales sufrieran su casi desaparición y, además, ni siquiera logró el beneficio que esperaban quienes los cruzaron. “El vigor híbrido resultante del cruzamiento de los antiguos perros lobos con pastores alemanes dio lugar, en primera generación, dependiendo de la calidad de los reproductores, a ejemplares de una belleza espectacular, pero muy agresivos y menos adaptables al medio”, constató Antonio Manuel Díaz en el caso de los pastores garafianos, que recogió la opinión de cabreros quejándose “de que los perros que utilizaban para el manejo de sus rebaños «no eran como los de antes», pues eran «muy duros con el ganado»”.
Antonio Manuel Pérez empezó en 1989 la recuperación del lobo herreño cuando apenas quedaban en la isla media docena de ejemplares: “Que es lobo se le nota en los ojos, las orejas, el ladrido»
Manuel Pérez empezó en 1989 la recuperación del lobo herreño cuando apenas quedaban en la isla media docena de ejemplares. Popularmente llamado “lobito herreño” por su tamaño (su altura media a la cruz es de 52-54 cm), su aspecto lupoide también es patente. “Que es lobo se le nota en los ojos, las orejas, el ladrido. Que camine con ambladura, porque es un perro de trote; sólo con verlo caminar ya sabes que es lobo…”, decía este criador en PELLAGOFIO nº 41, añadiendo que, por su morfología, carácter, inteligencia y comportamiento, “apunta a una clara y cercana descendencia del lobo árabe”, cosa que le indicó una investigadora egipcia con la que se pudo poner en contacto.
Ratoneros
“No era otra cosa que la numerosa descendencia de fox terriers de pelo liso, traídos a la isla en el siglo XIX por las compañías inglesas que introdujeron el cultivo del plátano, para combatir las ratas que proliferaban en los almacenes de empaquetado de la fruta”, escribía Antonio Manuel Díaz sobre el perro ratonero palmero, al que consideraba extinguido, en referencia a las razas caninas que había en La Palma.

Reproducido “sin ningún sometimiento al estándar racial –añadía–, configuró un tipo de perro diferente, tal como ha ocurrido en Japón con el terrier nipón, el fox paulinho en Brasil, en España con el rater valenciano y el bodeguero andaluz, etc. Fue muy abundante y apreciado en las ciudades y zonas urbanas por sutilidad, carácter, belleza y fácil mantenimiento. A lo largo de la segunda mitad del siglo pasado fue desapareciendo paulatinamente, por la competencia con razas foráneas de moda y ya no existe”.
“Hasta los años 70, sobre todo en los campos, no había casa en La Palma que no tuviera un ratonero”ANDRÉS RODRÍGUEZ, Asociación del Perro Ratonero Palmero
Pero igual que ocurrió con los que eran llamados “lobos” (el garafiano y el herreño) por su mayor parecido a su ancestro, el ratonero palmero –otro lupoide– también encontró aficionados que se preocuparon y ocuparon por rescatarlo de su casi extinción. “Hasta los años 70, sobre todo en los campos –me contaba Andrés Rodríguez Leal, presidente de la Asociación del Perro Ratonero Palmero, ARPE (ver PELLAGOFIO nº 52, abril de 2017)– no había casa en La Palma que no tuviera un ratonero”.
Los últimos individuos a partir de los cuales comenzaron la reproducción de ejemplares seleccionados los localizaron en los 90 y se cuentan con los dedos de una mano. En la actualidad, ARPE ya tiene censados unos 300. El estudio del ADN mitocondrial y nuclear a 58 de ellos, realizado por la ULPGC, concluyó que “el perro ratonero palmero constituye una raza bien definida”.
«Gran Canaria mantuvo un tipo más pequeño, de pata más corta, denominado ratonero inglés»CRISTÓBAL GUTIÉRREZ, Asociación del Perro Ratonero Palmero
A Tenerife, La Gomera y Gran Canaria también llegaron los terrier ratoneros pero no se han conservado, salvo en Gran Canaria, “que mantuvo un tipo más pequeño, de pata más corta”, denominado ratonero inglés, explica Cristóbal Gutiérrez, secretario de ARPE. La última pareja conocida de este ratonero inglés la tuvo en Arucas el criador de perros Juan Pérez (de Casa Pancho) en la década de los años 80 del pasado siglo.
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(1) DÍAZ RODRÍGUEZ, Antonio Manuel, “Recuperación y reconocimiento formal de la raza canina pastor garafiano”, Revista de estudios generales de la Isla de La Palma, nº 1, 2005.