El Arca de la Atlántida

Islas Canarias, islas de perros (2): guardianes y cazadores

EN BUSCA DE LAS RAZAS CANARIAS DEL MUNDO RURAL. La simbiosis entre perro y ser humano tiene en este archipiélago a ambas especies trabajando en común desde que llegaron los primeros pobladores. Siglos de convivencia, de cruces y de evolución en un territorio atlántico que es parada y ruta económica entre continentes han conformado una serie de razas autóctonas tan especializadas como los perros presa canario, majorero, podenco canario y, derivado de éste, el podenco enano herreño [En PELLAGOFIO nº 76 (2ª época, junio 2019)].

Perra presa canaria ‘Duma’, de Casa Pancho (Arucas). | FOTO TATO GONÇALVES/AGUSTÍN CASASSA

■ El negro, linaje antiguo
Los perros de presa canarios negros han estado los últimos años en regresión, sobre todo en Tenerife, por la creencia de algunos criadores de que no era su color tradicional. Sin embargo, consta en el estándar reconocido por el Ministerio de Agricultura y en Gran Canaria procede de líneas antiguas, que el criador Clemente Reyes trabaja para recuperar (en la foto, Raisa) ●

■ El bardino del campo
“Sólo teníamos el bardino porque era un compañero, un ayudante, un guardián…”, describe Pepe Guedes el perro que tuvieron durante generaciones en su familia, en el sureste de Gran Canaria. “Era noble, inteligente, fiel. Estabas arando, se te rebellaba un novillo nuevo y se echaba en el suelo, lo mandabas y el perro iba a la oreja, la pellizcaba y la vaca se levantaba otra vez” ●

■ El ladrido y el don
“El cazador tiene un don y es que cuando uno de sus perros saca un conejo ya sabe quién es por el ladrido”, dice el veterano Tito Monzón, que recuerda con especial cariño uno al que puso Ligero. Un nombre habitual. Igual se llama el de la fotografía, de Miguel Marrero, que a sus otros dos les puso Gabo (por Gabriel García Márquez) y Ney (por el futbolista Neymar) ●

DESPLEGABLE + INFO

HISTORIA ORAL
El perro pone instinto y olfato, el cazador el oído y la vista
La caza es una actividad muy arraigada en la cultura del isleño, especialmente entre las familias vinculadas al campo durante generaciones. Y no sólo con el podenco canario, el perro cazador por excelencia; los majoreros usan también al bardino y los herreños a un cruce que llaman podenco enano.
Cuando las peleas de perros eran ‘pechadas’ y ‘pimpolladas’
La presencia del perro en diversas labores en los campos isleños (pastoreo, guardar el ganado, vigilar fincas) también tuvo un papel en las relaciones y piques entre vecinos y pueblos. A mediados del siglo XX, sobre todo en Gran Canaria, la afición a las peleas de perros era una “pasión loca”.

ARQUEOLOGÍA
Miles de rastros de sus mordidas… ¿dónde están los perros indígenas?
Que los primeros pobladores del archipiélago canario trajeron consigo perros, además de cabras, ovejas y cerdos, nadie lo pone en duda. Tampoco que algunas de las actuales razas caninas de las Islas tienen algún grado de parentesco con aquellos perros. Sin embargo, aunque hay miles de evidencias de sus mordidas en huesos de cadáveres humanos y de ganado, seguimos sin saber cómo eran porque apenas aparecen sus huesos.

Por YURI MILLARES

En el proceso de reconocimiento de las razas caninas canarias y con el interés añadido por conocer el origen de cada una de ellas, se han venido realizando diversos análisis genéticos en los últimos años con unas conclusiones sencillas. “Se ve que son perros diferenciados, pero nada más”, señala el veterinario Juan Capote. “Creemos que, igual que las cabras, los perros, sobre todo los lupoides, tienen un origen en el perro aborigen. Posiblemente, el majorero, el herreño y el palmero tengan ese origen”, añade.

La tarea de comparar el ADN de las actuales razas canarias con sus posibles antepasados anteriores a la conquista es una labor pendiente aún de desarrollar

A los dos últimos (el lobo palmero –que se conoce como pastor garafiano– y el lobo herreño) ya les hemos dedicado un amplio reportaje en PELLAGOFIO en el que incluimos al ratonero palmero. En esta ocasión vamos a centrarnos en las otras cuatro razas isleñas que podemos agrupar por sus cualidades como guardianes (en un sentido amplio, tanto para el ganado como para casas y fincas) y como cazadores (una actividad íntimamente ligada al modo de vida del campo isleño en lo que suponía un apoyo extra para la obtención del sustento, a la vez que de socialización normalmente en familia).

Gran Canaria es la isla más aficionada al perro majorero, muy utilizado por pastores. | FOTO TATO GONÇALVES

La tarea de comparar el ADN de las actuales razas canarias con sus posibles antepasados anteriores a la conquista, para determinar en qué mayor o menor medida son realmente descendientes aquellos de éstos, es una labor pendiente aún de desarrollar. Y eso es así porque, pese a los miles de huellas de la presencia de perros en los yacimientos arqueológicos excavados hasta ahora, apenas han sido localizados o identificados unos pocos huesos de perros. Sabemos que estaban ahí… porque sus mordidas han dejado marcas en los restos de otros animales (ganado) y en los propios humanos que devoraban en sus tumbas cuando eran enterrados.

«El abanico de todas las razas lo tenemos en Canarias: moloso, para rescate, ratonero, cazadores…»PEDRO MIRANDA, criador en La Orotava (Tenerife)

“El abanico de todas las razas lo tenemos en Canarias”, opina Pedro Miranda, criador en La Florida (La Orotava, Tenerife) de las siete razas que se conocen en el archipiélago, aunque no todas reconocidas oficialmente aún. “Tenemos perros molosos como el presa, tenemos perros para deporte como el lobito herreño, tenemos perros de pelo que se usan también en rescate como el pastor garafiano, luego el ratonero palmero que es un artista para ratas y se usa mucho en las caballerías y en las cuadras, y dos podencos que sólo se diferencian por la altura, el más antiguo de ellos podenco canario, que ha usado todo campesino porque tenemos cultura de cazadores”.

“Las tres razas de perro más antiguas son los perros tipo lobo, los podencos de los faraones y los mastines –explica Alby Monserrat, vicepresidente de la Asociación para la Conservación del Perro Majorero, en este caso, también un mastín–. Los mastines son originarios del Tíbet y se extendieron por Europa y el norte de África. ¿Cuándo llegó a Canarias? No lo sé. El resto de las razas se crearon en los siglos XIX y XX”.

El majorero, “de pocos amigos”
Reconocido como raza con la denominación “majorero”, en Fuerteventura y en el resto del archipiélago se le conoce también como perro bardino, por su capa que va del verdoso al beige con franjas atigradas. La palabra “define el color del perro –dice Alby Monserrat–, si tiene más pelo beige que negro, pero manteniendo la máscara negra, es bardino claro; si es mitad-mitad, bardino a secas; y si predomina el negro frente al beige, bardino oscuro”.

«El perro majorero tiene características de mastín, de los que hay muchos en el mundo; suelen ser perros muy grandes, el majorero es de los más pequeños»ALBY MONSERRAT (Asociación para la Conservación del Perro Majorero)

Al describirlo, lo que más lo diferencia de otras razas que puedan tener una capa parecida, dice este criador, es su oreja, “muy significativa, porque el perro majorero tiene características de mastín, de los que hay muchos en el mundo; suelen ser perros muy grandes, el majorero es de los más pequeños”. Tiene las típicas características de los mastines, detalla, como los espolones o anillas en las patas traseras, que aquí siempre se ha buscado que tengan doble (dos en cada pata); la forma del cuerpo con pecho amplio, abombado, al contrario que los perros de presa; al verlo de perfil, la grupa o parte trasera es un poco más alta que la cruz; y, por lo más conocido, tiene un temperamento hostil con las personas desconocidas en su territorio. “Es muy conocido en Canarias por ser de pocos amigos”.

Alby Montserrat (de la Asociación para la Conservación del Perro Majorero) en Tetir con ‘Mezque’. | FOTO YURI MILLARES

Históricamente, sus funciones en Fuerteventura eran las de perro pastor y guardián. “Pero el sector primario se ha ido abandonado y cada vez hay menos pastoreo. Ahora se usa mucho en la labor de guarda en fincas. No es un perro habitual en pisos, aunque yo los he tenido y son tranquilos”, asegura.

El censo ronda los 250 ejemplares inscritos y reconocidos como tales, repartidos entre Fuerteventura y algunas islas más. “Gran Canaria es la isla con más aficionados al perro bardino, probablemente. Siempre los han valorado mucho, aunque allí hay mucho mestizaje. También tenemos delegación en Tenerife. Menos en El Hierro y La Gomera, en todas las islas hay perros de nuestra asociación”, dice este miembro de la Asociación para la Conservación del Perro Majorero.

Imponente presa canario
Musculoso, fuerte y tan imponente que sólo por su aspecto hace de guardián sin proponérselo, en realidad es más tranquilo de lo que parece y “después se va con cualquiera”, sonríe Clemente Reyes, criador, secretario del Club del Perro de Presa Canario de Las Palmas e investigador interesado en conocer la historia, aptitudes y curiosidades de esta raza.

Es un perro que, aunque se le atribuye algún cruce con el majorero, “vino de fuera, eso lo tengo clarísimo –afirma–. Creo que procede del perro de presa español que vino con los conquistadores y los colonos. Está datado que había perros de presa en esa época y no antes de la conquista. Eran perros que en la Península se utilizaban para monterías, para animal de carniceros, para sujetar las reses bravas. Hasta el siglo XIX se utilizaban para sueltas de perros en las corridas de toros; cuando un animal no servía o era muy peligroso le soltaban un viaje de perros en la plaza de toros”.

>En la Villa de Betancuria, febrero 1618, el gobernador y los regidores

Esos orígenes lo sitúan, documentado, ya en Canarias en el siglo XVI, “sobre todo en Fuerteventura y Tenerife por las ordenanzas de los cabildos que se han conservado y regulaban ese tipo de cosas; las de Gran Canaria se quemaron con el ataque de Van der Does”. En esos documentos se habla de perros de presa y se dictan normas para tenerlos. “Mandaron que los que tuvieren perros de presa no los traigan sueltos, sino los tengan a recaudo, de suerte que no dañen los ganados. Sus dueños no los darán a esclavos, mozos de soldada ni muchachos para que los lleven a apañadas”, podemos leer, por ejemplo, en los acuerdos recogidos en el Legajo 1, f. 228, de 19 febrero 1618 que firman en la Villa de Betancuria el gobernador y los regidores (1).

“Los cráneos de perros que hay en El Museo Canario, y también lo menciona Courtois en el de Ciencias Naturales de Tenerife, son de perros pequeños. Además, mantener un moloso no se puede hacer con una economía de subsistencia como aquella, sería un disparate”, refuerza sus argumentos para situar la llegada de estos grandes canes tras la conquista.

Con el paso del tiempo aquel perro de presa lo más probable es que se fuera cruzando con otros, una práctica habitual en los campos por la que agricultores y ganaderos iban seleccionando las cualidades que más les interesaba tener. “Los viejos dicen que el perro de presa salió del cruce del perro de la tierra y del bulldog inglés. Puede que se hiciera en su momento, pero no cuadra. El bulldog inglés es un perro chiquitito, aunque antes fuera más funcional y atlético que ahora, que sólo se cría para exposiciones”.

«El original perro de presa lo usaban para manejar las vacas, pero también para guardar y, cada vez más, para peleas»CLEMENTE REYES (Club del Perro de Presa Canario de Las Palmas)

Ese denominado “perro de la tierra, un perro muy moloso, ligero, muy fuerte, cabeza cuadrada, sin labio, con el hocico corto como un majorero”, dice, nunca lo ha encontrado, aunque sí ha visto alguna foto. Cree que se trata del original perro de presa que quedaba en zonas de campo aisladas y lo usaban, sobre todo, para manejar las vacas, pero también para guardar y, cada vez más, para peleas, una afición muy extendida y popular hasta mediados del siglo XX [ver artículo en página 6]. “Ese perro debe ser lo que quedó del que trajeron los colonos castellanos y se fue cruzando con otras razas para sacar perros de pelea más fuertes”.

Es una raza a la que, hasta hace poco, era tradicional cortarle las orejas, que son colgantes y plegadas en rosa, para dejarlas erectas de forma triangular. Esta práctica en la actualidad está prohibida. “Se les cortaban porque la imagen del perro cambia, con la oreja muerta parece más manso, con la oreja corta parece más despierto y atento. Se decía que era por las peleas, porque si le trincan las orejas le resulta doloroso, pero a mí no me cuadra, las razas de peleas que hay en el mundo tienen las orejas enteras. Esa oreja aun cortada y todo es una presa para un perro de pelea, tiene donde trincar y el daño es el mismo. En mi opinión, la función es más estética que otra cosa”, insiste Clemente.

En la actualidad se trabaja con ellos en obediencia y protección y “con la información que nos dan a través del adiestramiento vamos seleccionando las líneas que más respondan a lo que estamos buscando: perros de guarda con instinto que a la vez sean equilibrados”.

El podenco canario es el perro con el censo más numeroso en el archipiélago: entre los 25 y 30 mil ejemplares

Eficaz podenco canario
El origen del perro podenco se sitúa en el Antiguo Egipto y fueron los fenicios quienes lo difundieron por todo el Mediterráneo, dando lugar a las diversas razas modernas de las que hay cuatro reconocidas en España: el andaluz, el galego, el ibicenco y el canario. El podenco canario es el perro con el censo más numeroso en el archipiélago (también tiene demanda en la Península) al ser un animal cuya utilidad sigue muy vigente por los aficionados a la cacería. La cifra se sitúa entre los 25 y 30 mil ejemplares.

Miguel Marrero entrena a sus podencos canarios en las faldas de La Atalaya (Guía). | FOTO TATO GONÇALVES

La cacería es diferente según las islas del archipiélago donde se realice. Tito Monzón, un veterano cazador de Gran Canaria miembro del Club Español del Podenco Canario lo ha comprobado en casi todas. “En Fuerteventura y Lanzarote el perro tiene que aguantar más porque son islas más calurosas. El terreno es más limpio y es más fácil cazar, porque en la maleza igual no ves al perro y de lo que se trata es de verlo cazar. En Gran Canaria sí hay maleza, tienes más montaña y tienes más pita, tuneras y zarzas”.

TITO MONZÓN (Club Español del Podenco Canario):
«No caza de vista, lo mejor que tiene es el olfato y la resistencia, con 38 o 40 grados puede estar cazando tranquilamente»

En cualquier caso y en todo tipo de terrenos se desenvuelve sin problemas el podenco canario. “No caza de vista, lo mejor que tiene es el olfato y la resistencia, con 38 o 40 grados puede estar cazando hasta las dos de la tarde tranquilamente. No necesita llegar al conejo, en cuanto detecta el olor de la pieza encamada dentro de un tubo volcánico, entre unas piedras o debajo de una tunera, empieza a llamar”. Cuando el perro indica dónde está o por donde entró el conejo, se le echa el hurón que sigue el rastro y lo saca, entonces el perro entra de nuevo en acción y lo coge a la carrera. “Que al hurón a veces hay que ponerle un sálamo porque mata al conejo, lo dejan dentro y algunos hasta se acuestan a dormir. Si no, al ser los conejos salvajes, siempre salen a la carrera”.

«La historia de esta raza comienza en los años 30 del siglo XX, cuando llega a Sabinosa una embarcación con un sabueso que se cruza con una perra de la raza podenco canario»MANUEL PÉREZ (Club Español del Podenco Enano)

Podenco enano de El Hierro del criador tinerfeño Pedro Miranda. | FOTO TATO GONÇALVES

En El Hierro, podenco enano
Manuel Pérez, investigador y criador de diversas razas de perro, se ha empeñado desde hace años en rescatar dos razas de perro que reúnen dos circunstancias comunes: ser de El Hierro y estar en peligro de extinción. Uno fue el lobo herreño. El otro es el podenco enano, que ya cuenta con su propio Club Español del Podenco Enano. “Según entrevistas y averiguaciones –explica– hemos podido saber que la historia de esta raza comienza a principios de los años 30 del siglo pasado, cuando llega a Sabinosa una embarcación cuyo propietario trae consigo un sabueso que bajó a tierra y, tras pasar varios días en el pueblo, se cruza con una perra de la raza podenco canario, propiedad de un conocido cazador del lugar”.

Aquel cruce dio una curiosa camada cuyos ejemplares se reparten entre los habitantes del lugar. “Se comprobó que presentaban una excelente capacidad olfativa para la detección de conejos, así que, tras esa primera camada, se decide volver a cruzar a los hijos con su madre, una excelente cazadora”. Casi noventa años después se han definido las características morfológicas de esa nueva línea de podencos que ya se está considerando como raza y que se resume en tener el cuerpo de un podenco canario, pero con extremidades cortas, además de una aptitud para la caza excepcional.

Actualmente existen casi un centenar de ejemplares registrados, creciendo en popularidad entre determinados colectivos de cazadores, especialmente en la isla de El Hierro y en el sur de Tenerife.

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(1) Roberto Roldán Verdejo, Acuerdos del Cabildo de Fuerteventura III, 1605-1659, colección Fontes Rerum Canariarum nº 17, 1970.

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